LA SAGA DE LOS MILENIOS

Start from the beginning
                                    

3

¡Calma, calma! ¿Para qué amargarse? En primer lugar, ¿de quién se trata? ¿Del Papa? Como dice Domingo Astaburuaga, hay que tomar el lugar con su condición. Al toro se le mide por los cuernos y al asno por las orejas. ¡Ja, ja, ja! ¡Ése es el espíritu! Calma y adiós Tironi con langostinos. Síguela a tus anchas. Que te avive la cueca la Elisa Bauzá que no te quitaba el ojo. Que te la tamboree su esposo el Octavio Vinoso Olavarría. Si sirve siquiera para eso. Hasta nunca más ver, crédito de la Universidad. Antes del filete con champiñones, nada de lo que es humano te es extraño. Después del último trago de “Casillero del Diablo” nada te extraña que no sea humano. Bah, mono trepado al árbol de la… – Mire, yo… De milenios y luceros del alba, yo… ¿Y si fuera cierto? Si todo lo que dijo y dejó sin decir fuera… Después de todo, los demás no le ponían mala cara… ¿Y qué, a ver, qué?… A estas alturas del Gobierno de la Revolución en Libertad hasta el mismo Astaburuaga habla de “la encachá” como estilo de vida. ¿Y qué, a ver, y qué? ¡Ja, ja, ja! ¡Cuidado! ¡Hay que caminar con cuidado! Hay hoyos peligrosos por aquí. En ese otoño de 1968, abrieron zanjas a lo largo de la Avenida Macul. Algo debía salir mal sistemáticamente, porque cada dos o tres años desde comienzos de los 50 las abrían, cerraban y volvían a abrir. “Alguien debe estar trastrocando los náufragos con los prófugos” comentaba riendo Belisario Concha, el adorador eterno de Marcela Köstner. Lo decía casi vez por hora, y muy al caso siempre. “No, mi amigo. Alguien está brujuleando con el presupuesto municipal”, respondía Sergio Bahamondes, todo huesudo, moreno, pequeño y mechas tiesas. La antifigura de Belisario Concha, pálido, alto, rubio y melena ondulada. Siempre iban juntos, sin embargo. El gentleman desimplicado y elegante con el rotoemierda marxista-leninista, como comentaba la siempre certera Elisa Bauzá. Año 68, otoño, cenit de la Revolución en Libertad y el Humanismo Integral de los demócrata-cristianos. Y las aceras de la Avenida Macul vueltas a abrir en canal. Desde Avenida Irarrázabal hasta Avenida Grecia. Quizás hasta Rodrigo de Araya, hasta Punta de Rieles. Otoño lluvioso. Zanjas anegadas, otra vez. Había que caminar con mucho cuidado. No fuera que se repitiera lo que ocurrió con ese Gabriel Araya en esos años lejanos del general Ibáñez, ¡ja, ja, ja! Y esto, ¿cuándo fue exactamente? Comienzo de los 50. En ese entonces Joaquín Albornoz más sabía de oídas que de contacto sobre el bestiario del Instituto Pedagógico. Él estudiaba Medicina, ¿qué se creen?

4

-2-

Tanteando cuidadoso, Joaquín Albornoz va imaginando un cuadro en amplia perspectiva: la ciudad de Santiago vista desde la cima del Cerro San Cristóbal. ¿Cuántas cenas idénticas, palta por palta, filete por filete, se están celebrando en este mismo momento en la ciudad? Yendo de Providencia a Ñuñoa, de Alameda a Blanco Encalada, de Plaza Italia a Estación Central, ¿cuántas botellas de blanco Ex-Zavala y tinto Casillero del Diablo pasan por el gaznate? ¿Cuántas paltas reinas y filetes en salsa y puré? ¿Cuántos Tironis de todos los portes y calañas desenrollan la culebra y venden la pomada? La importancia de vivir, el sentido de la vida, el puesto del hombre en el Cosmos… Y el desarrollo libre del espíritu también, no nos hagamos los… De Tironi pasa a Gabriel Araya. En la cena estaban también con su amor eterno, Marcela Köstner, y su rival multimillonario, Belisario Concha. Cada uno frente a su palta reina. ¡Vaya un trío estelar! ¿Desde cuándo vienen girando y girando? Fines de los años 40, por lo menos. ¿Y de dónde les salió invitarlos a los Etcheverry? Alguna seguidilla universitaria. Si no, qué hacían allí Astaburuaga y su mujer. ¿Cena de burlas? No, Astaburuaga no se prestaría para tonteras. Ni siquiera Tironi… aunque las miradas que le echaba Elisa Bauzá… La memoria se expande en asociaciones sin número. ¡Cómo cambió todo desde esos años 50! La forma de vestir, de hablar. Hasta de pensar. Las faldas se estrecharon, se recogieron y subieron hasta las entrepiernas. Los pantalones se ensancharon hacia abajo, como patas de elefante. Y todos sin chistar siguiendo el amén. ¡Gente frívola! Sin chistar. Mientras salta zanjas, vienen en procesión a la memoria de Joaquín Albornoz, decenas y decenas de figuras haciendo lo mismo a la salida de clases. ¡Qué espectáculo! Cómo gritan, cómo ríen en filas indias que suben y bajan por los montones de tierra apisonada. Belisario Concha viene tras Marcela Köstner equilibrándose con esa elegancia suya. Y tras Belisario, el marxista-leninista Sergio Bahamondes que no quita el ojo de los lindos traseros. – Primero, confunden a los náufragos con los prófugos. Y después, a los prófugos con los náufragos. Para no terminar nunca. – No, compañerito. Pura repartija, como le dijo al búho la lagartija. No me va a decir que en la Municipalidad de Ñuñoa las tienen del porte de las de un toro.

LA SAGA DE LOS MILENIOSWhere stories live. Discover now