Vale, no. Estaba fatal. ¿Ese era el inicio de una próxima recuperación?

Era deprimente.

            En esta ocasión no había sido tan terrible la ausencia de Belial tras su marcha, tal vez porque me había preparado de alguna manera para que ocurriese, o simplemente porque ya tenía experiencia; pero fuera por lo que fuera lo había sobrellevado relativamente bien. Nada de lágrimas, nada de vacíos capaces de crear un agujero negro en mi pecho, pero de alguna manera me sentía aún más triste; me sentía como si me hubieran roto dos veces el corazón.

Posiblemente me lo habían roto dos veces.

—Hay mucho jaleo fuera, ¿podrás con ello?

Asentí con la cabeza, sin convicción.

Era tan lamentable seguir enamorada de alguien que dudaba que alguna vez me hubiera visto como una mujer, que ni siquiera pertenecía a este mundo y que posiblemente jamás volvería a ver.

            Tan lamentable...

            Me incorporé despacio y me enfrenté a Johan, el encargado del tugurio donde trabajaba. Era un buen tipo, varios años mayor que yo, posiblemente rondando los veinte muchos y era excesivamente comprensivo, tal vez el típico chico al que todos vacilan fácilmente y el que tendría problemas a la hora de encontrar otro empleo. Pese a todo, me caía muy bien. Estaba segura de que era por él por lo que había podido aguantar todo ese tiempo sin renunciar.

            Agarré con fuerza el colgante de Belial que mantenía durante el día bien pegado a mi piel, sujeto al cuello.

            Dicen que el tiempo cura las heridas.

            Apreté con más fuerza la cruz un momento antes de soltarla y dejar caer el brazo a un costado de mi cuerpo.

            A mí no me interesaba si el tiempo curaba algo, lo único que me interesaba saber era si se podía vivir realmente amando a un recuerdo.

            —Puedo con cualquier cosa.

            Aunque eso lo afirmaría después de salir y caminar hacia casa.

            —De acuerdo. Si ves que te saturas tómate un descanso.

            Sin duda era demasiado amable. Era sorprendente que alguien así durara como encargado de algo y menos de un lugar así.

            —Gracias, Joh.

            Me dio unas palmaditas en el hombro y volví a sentir la misma aprensión en cuanto me quedé a solas... a solas con los dos cocineros que con todo el trabajo que tenían ni siquiera habían notado que alguien volvía a agazaparse entre uno de los armarios del fondo. Sólo un momento más para respirar hondo y me levantaría. No es como si pretendiera vivir toda la vida de esa manera; agazapada, escondida, sin valor para enfrentarme al futuro... Alcé la mano para tirar del delantal que servia de uniforme y que estaban colgados en un hierro a la entrada de la cocina y lo estrujé en la mano.

            Alguna vez...

            Eso había dicho Belial, pero dudaba que en ese momento el demonio se acordase de aquella vaga promesa. Era evidente que los dos habíamos interpretado esas palabras de manera diferente. Para mí habían significado el motivo para seguir levantándome cada mañana y para él una manera de suavizar una despedida. Y lo peor de todo, lo que peor encajaba de todo eso era que aún me aferraba a ello como si soltarlo me hiciera caer al vacío.

Desire (Silence 2)Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum