Ana, con un movimiento rápido se apeó del caballo. Zaid lo intentó, pero tenía las ingles tan doloridas por el largo viaje, que le costó mucho más trabajo que a ella. Una vez abajo del animal, sentía que no podía juntar las piernas. Ella lo miró y soltó una carcajada burlesca. Era la primera vez que Zaid la veía reír.

Ahora estaban mucho más cerca de la cabaña, podía apreciarse mejor. Era pequeña, toda de madera, con paja en el tejado. No tenía ventanas de cristal, sino de madera, al menos de lejos se veía acogedora.

Ana ató al caballo a un árbol que estaba a un costado de la cabaña.

El ruido hizo que saliera un hombre alerta, con un leño en la mano a modo de arma.

—¡¿Quien vive?! —preguntó en un gruñido.

Zaid observó que este hombre era fornido, alto y vestía ropas humildes. En la oscuridad fue lo único que alcanzó a observar.

—Padre, soy yo, Ana —Su hija levantó las manos en señal de rendición.

—¡Ana! —su nombre fue pronunciado en una especie de exhalación, pero con fuerza.

La chica caminó unos pasos más y tendió los brazos a su padre para abrazarlo.

—Hija mía, ¿que te trae por aquí? —dijo mirándola, hasta que finalmente reparó en su acompañante— ...y ¿por qué estás vestida así?

El muchacho recibió una mirada de desconfianza por parte del hombre y luego miró a su hija.

—Padre, no deis importancia a mi atuendo; ha venido conmigo el señor Zaid... es un amigo mío y de la señora Gracia. ¿Podemos pasar?

El padre de Ana frunció el ceño y, sin decir nada, los hizo pasar.

Dentro, la estancia era bastante pequeña, pero había un fuego al fondo que a Zaid le pareció delicioso. Los muebles eran de madera y encima había mantas tejidas, en general todo se veía acogedor, pero también supo distinguir que esta familia era pobre. Aunque quizás más feliz también.

—Padre, no sé ni cómo comenzar... —dijo Ana.

—¿Os vais a desposar? —Interrogó el padre de la doncella.

Su rostro dejaba más que claro que no estaba de acuerdo en ello.

—¡¿Qué?! —chilló ella— No, padre, habéis entendido mal esta visita, él es mi amigo y de la señora Gracia también. Si estamos aquí es porque necesitamos vuestra ayuda.

El hombre les pidió que tomaran asiento con un gesto. Ellos obedecieron.

—¿Para qué me necesitáis? —preguntó con el ceño fruncido.

—Señor, yo vengo del futuro.

Zaid no sabía como comenzar, así que soltó la bomba de una vez. Sabía que aún faltaba la expresión de sorpresa, luego la incredulidad, de nuevo la sorpresa y finalmente la pregunta: ¿Cómo es posible?. Tenía que acelerar  las cosas.

Ante esta declaración, el hombre se quedó mirando a Zaid y luego, sin saber qué decir, miró a su hija. Esperaba que ella desmintiera lo que el chico había dicho, pero en los ojos de Ana sólo había certeza.

Ella asintió.

—Venís del futuro —Hizo una larga pausa.

El hombre no estaba reaccionando como Zaid había creído. De hecho, parecía estar procesando bastante bien las cosas.

—¿A qué os referís? —Indagó el hombre con cautela.

—Vengo del año 2021 —respondió el muchacho.

RETROSPIRAL © (Terminada) ( #PGP2021 )Where stories live. Discover now