Los dos chicos la voltearon a ver. Parecía pensativa.

—¿Cómo habéis recibido esa carta? ¿Quién os la entregó?

—Nadie, sólo la introdujeron por debajo de la puerta y cuando salí para ver quién me la había dejado, no había nadie.

Zaid lucía confundido.

—Yo no he enviado nada —Gracia estaba molesta, pero no con Zaid, no con nadie en particular, sino porque sus planes se habían desmoronado.

—Connor —dijo Ana en voz baja.

—¿Qué has dicho? —preguntó Gracia con su marcado acento español.

Ana habló con voz muy baja.

—Cuando dirigía mis pasos hacia los aposentos del señor Zaid para entregarle vuestra carta —explicó—, Connor estaba siguiéndome.

—¡¿Connor?! —Casi gritó Gracia. Ana la silenció con la mirada.

Zaid, quien ya vestía ropa de la época, se metió la mano a uno de los bolsillos situados dentro de la chaqueta de terciopelo color azul y sacó un par de papeles. Gracia reconoció uno de ellos como el que le había enviado a Zaid más temprano. El otro era más amarillento.

El muchacho fue hasta el escritorio, puso encima ambas cartas y comenzó a compararlas. Gracia y Ana fueron donde él.

—¿Cómo no se me ocurrió comparar las cartas antes? —se quejó Zaid— Es bastante obvio que las caligrafías son distintas.

Gracia leyó la carta impostora:

«Cambio de planes, nos veremos en el lindero del bosque.

Gracia.»

—Yo jamás escribo mi nombre para firmar... siempre lo hago con mi inicial. Y nunca inicio los mensajes tan abruptamente.

Ana tenía los ojos entrecerrados y Zaid lucía decepcionado.

—No creo que Connor haya hecho algo como esto —continuó.

Aún sentía la nariz y los ojos hinchados de tanto llorar. Estaba cansada.

—Pues yo sí —añadió Zaid—. Cuando me lo encuentro, me fulmina con la mirada.

Ambas chicas fueron incapaces de entender esa expresión, pero no dijeron nada.

—Siento su desprecio hacia mí —siguió diciendo—. Él me acusó de ser un brujo y se reía de mí mientras decía que me iban a matar por eso. Ese hombre está loco, estaba disfrutando de lo lindo con la idea de verme crucificado...

—Aquí no crucifican —aseguró Gracia—, sólo ahorcan.

Zaid alzó las cejas.

—No sabes qué consuelo me das.

Gracia no comprendió el sarcasmo del muchacho, por ello el comentario se le hizo de lo más extraño.

—Coincido con lo que ha dicho el señor, este asunto es más grave de lo que parece —Intervino la doncella.

Las miradas recayeron en Ana. Ella siempre había sido reservada, callada e incluso sumisa. Pero desde que Zaid había llegado se había vuelto más segura, más... independiente. Ahora no dudaba en aportar su opinión si era requerida o en comentar cuando algo no le parecía. A Gracia le caía mejor esta versión de su doncella.

—Connor es muy ambicioso, siempre lo ha sido —continuó—. Se rumora que busca cualquier oportunidad para ganarse la confianza de Sir Payne, pero nunca lo ha logrado —llevó una mano a su barbilla, pensativa—. Cuando la señora Gracia llegó a esta casa, algunos sirvientes estaban recelosos de su presencia, pero Connor lo estaba más. Una noche en que los sirvientes comíamos, manifestó su descontento porque Sir William había exaltado a la señora por encima de todo. Estaba molesto porque su amo no veía que ella era una caza fortunas —Gracia inspiró aire, sorprendida de aquella revelación—.

RETROSPIRAL © (Terminada) ( #PGP2021 )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora