Me levante de la cama y me senté sobre un pequeño sofá frente de la mesita de estar. Mire, desde mi lugar, a mi madre quién me miraba con el enojo a flor de piel, mientras que yo le miraba con una pequeña sonrisa  intrigada.

–Como no conocerlo, tiene tiempo viniendo está casa y...– La puerta de la habitación se abrió dejándonos ver a un Andrus completamente exhausto.

Mi madre ignoro nuestro tema,  rápidamente se levantó de la cama dirigiéndose a la puerta donde se  encontraba su hijo mayor bañado en sudor, con unos leves cortes en el labio y parte del rostro, aparte con su remera gris manchada de sangre... De seguro estaba en las peleas.

¡La cagó!

Mi madre se coloca frente a Andrus de brazos cruzados, mientras que con el pie izquierdo daba leves palmadas al suelo en forma de martillo. Ese gesto me dio a entender que verdaderamente estaba enojada.

–¡Andrus Maxi Roxe! ¡Me...– Las palabras de mi madre fueron nuevamente interrumpidas por el fuerte portazo que había ocasionado Andrus al salir de mi habitación  marchándose y cerrando la puerta tras él con exageración.

Mi madre dejo escapar un suspiro de frustración al ver tal comportamiento. Se giró hacia mí,  pude ver tristeza en sus ojos, igual que una pizca de enojo. Sus labios estaban entre abiertos y su ceño  levemente fruncido. La verdad, aquella actitud de Andrus me sorprendió incluso a mí.

Me levanté del sillón, me encamine hasta mi madre abrazándola cariñosamente, un abrazo al cual respondió sin dudas. Apoye mi cabeza en su hombro, ya que éramos casi de la misma estatura - ella un poco más que yo-. Mientras la abrazaba sentía mi pijama humedecerse en gran parte de mi hombro derecho.

Me aleje de ella, en acto reflejo, paso sus manos por su rostro limpiando las lágrimas que ya hacían sobre sus mejillas. La mire detenidamente, se le veía triste.

–¡Oh, vamos!– Exclamé mientras me acercaba a ella tomando sus manos. –Mamá, sabes cómo es Andrus, ya se le pasara. Luego hablaremos con él–  Susurré. Ella negó frenéticamente, cosa que no entendí para nada en lo absoluto.

–No... Ashley, tengo un mal presentimiento– Su mirada estaba centrada en la mía. –Tal vez no quieras delatar a tu hermano. Pero no hay que ser tan sabio para notar que  que no anda en nada bueno... Hay algo aquí, que me lo dice– Finalizó  colocando una de sus manos a la altura de su corazón.

Hacía tiempo que no la veía así. A simple vista se notaba lo triste que estaba.

–Yo...– Verdaderamente no sabía si decirle, o no. Quería pero no podía, si mi hermano no se inmutaba en contarle yo no tendría porque hacerlo, le correspondía a él.

–Esta bien. Comprendo si no quieres decirme. De todas formas me enteraré. Además dicen... Al final todo sale a la luz ¿no? – Dijo mientras me miraba con cara de pocos amigos. Una sonrisa suplicante y llena de tristeza apareció en su rostro.  Frunci el ceño. –Pero... ¿Tú también andas en eso?. Sea lo que sea...– Negué repetidas veces ante sus palabras. Mi madre soltó un suspiro.

–Mama...– Susurré. Quería decirle  Pero joder. No podía, era una promesa con mi hermano, si decía algo perdería la poca confianza que me tiene. No quería eso. Pero debía tranquilizar a mi madre. –Si de algo sirve... Andrus no anda en drogas, ni nada relacionado a cosas asi. Por esa parte no te preocupes– Mi madre suspira aliviada, se acerca y me abraza... Comprendí que eso era lo que más le preocupaba.

Solo espero que Andrus, en verdad, no ande metido en esas porquerías, de lo contrario, si iba a perder su poca confianza.

–Ashley...– Escuché la voz de mi madre. Me separé de ella, la mire detenidamente a sus hermosos ojos café.  –¿En que quedó lo del oficial?¿Que te dijo?– Hice una mueca ante sus palabras. No quería hablar de aquel tema, pues al hablar de eso los  recuerdos de la plaza volvían a mi mente, no quería recordarlo.

ERICK WILLIANSМесто, где живут истории. Откройте их для себя