A Patricia le dio mucho gusto el vuelco de esta conversación.

—¡Excelente! Voy a decir tu nombre para pasar al fraccionamiento, porque necesito ir ahora, pero ¿puedo verte en tres horas, como a las nueve?

«¡Sí, sí, sí! ¡Ay, ya quiero que me cuentes qué vendrás a hacer por acá tan misteriosamente!»

Patricia le prometió contarle todo y colgó. Le daba un poco de pena saber que la dejaría plantada, pero ya la compensaría después con un buen chisme.

Estaba dispuesta a seguir a Francisco y a Sanja a donde quiera que fuesen. Tenía que averiguar de qué lugar hablaban y estaba dispuesta a llamarle a la policía si veía que algo no andaba bien con esos dos. Su hermano estaba primero que cualquier otra razón tonta que tuviera Francisco para no hablarle a la policía.

Tomó las llaves de su coche y bajó corriendo las escaleras, para ponerse en marcha de inmediato.

—¿A dónde crees que vas? —La enfrentó su madre en el recibidor de su casa.

Las espesas pestañas de Patricia se agitaron como abanicos, un poco asustada de que no la dejaran salir.

—Voy a ir al departamento de Francisco —odiaba mentirle a su madre, pero al final, esto no era del todo una mentira—.

Dalia frunció el ceño.

—Tú nunca vas ahí sin tu hermano —obvió su madre.

—Lo sé, pero voy a preguntarle de frente qué es lo que ocurrió con Zaid, quizás está ahí en el departamento con él y no quieren decirnos.

Dalia pareció convencida con el argumento. Caminó hacia ella.

Su madre siempre calzaba zapatos altos, ya que debía ir presentable a su trabajo, además de que era muy bajita. Patricia los usaba también a veces, pues la estatura la había heredado de su madre. Ese día que la chica sentía mucha prisa por ir a ver qué tramaban Francisco y Sanja, sintió que su madre caminaba demasiado lento, así que fue a encontrarse con ella.

—Que Dios te bendiga, hija —dijo Dalia a modo de despedida y le dio un abrazo.

A Pato se le hizo un nudo en la garganta, pero agachó la mirada.

—Te amo, má... te veo al rato.

La chica comenzó a caminar hacia la puerta, pero antes de salir, se santiguó, pidiéndole a Dios que le ayudara a encontrar a su hermano.

🌀🌀🌀🌀🌀

Patricia había conocido a Sanja durante la sesión fotográfica que se había ofrecido a hacer para la banda de su hermano. Zaid la había invitado a presenciar la sesión con su amiga de la preparatoria, pero se olvidó mencionarle la especial característica de ella. Pato, al verla por primera ocasión, se impresionó mucho, pues jamás en su vida había visto a un albino hasta ese momento y para ser honestos, tampoco sabía que existiera gente así de blanca. Sin embargo, después de presentarse, Sanja comenzó a darles indicaciones a los chicos sobre las poses que deseaba y cómo en cada foto debía sentirse la esencia de la banda. Ellos fueron a cambiarse y Sanja se sentó en donde esperaba Patricia, en unas sillas de plástico que había al fondo del estudio. Ambas se sonrieron con cortesía.

—Es normal —comenzó la albina.

—¿Cómo? —Patricia no supo de qué hablaba ella.

—Vi tu reacción cuando me viste hace rato —soltó una risita tonta—. No es la primera vez que me pasa, estoy acostumbrada, no te sientas incómoda.

RETROSPIRAL © (Terminada) ( #PGP2021 )Where stories live. Discover now