8. Quemándo recuerdos.

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—Llámame Andy, muchacho —insiste el señor Bullock—. ¿Qué tal estuvo su noche? Oí que ambos entraron al baño cuando llegamos y luego no salieron de allí por un buen rato, apuesto a que la pasaron bien —él ríe como si estuviera acusándonos de ser unos pervertidos, lo cual ha mejorado mi mañana un veinte por ciento.

—Papá... —Asher esconde su cara entre sus manos.

Yo me río y me acerco hasta Asher para rodearlo con mis brazos y esconderlo de Caleb, él aprieta sus puños sobre mi pecho y esconde su rostro en este, parece avergonzado.

—Caleb, oí de tu madre que te casarás pronto y que tu novia espera un bebé —dice Andy de repente, Asher se pone rígido en mis brazos—. La verdad es que pienso que estás muy joven para eso pero si te hace feliz, muchacho, felicidades.

—Gracias, Andy, la verdad es que estoy muy feliz —oigo a Caleb decir con algo de suficiencia—. Sienna y yo queremos tener una familia lo más pronto posible.

Los hombros de Asher tiemblan un poco y me aseguro de calmarlos con mis dedos.

—¿Ya desayunaste? —le pregunto en voz baja.

Él sacude la cabeza en negación.

Miro detrás de él, en el mesón hay un tazón con mezcla lista para panqueques.

—Me encargaré de eso, ve a cambiarte —le digo y me acerco para besar su mejilla—. Tranquilo, no lo escuches —susurro en su oído solo para él.

Los hombros de Asher se relajan un poco a medida que mis dedos los tocan una y otra vez. Alza su mano derecha de repente y toca mi mejilla. Es gracioso como en comparación, su mano se siente pequeña. Él besa el borde de mi barbilla con cariño, varias veces, solo besos pequeños y cariñosos. Supongo que quiso hacerlo en la mejilla pero incluso de puntillas solo puede alcanzar con sus labios mi barbilla.

Él se retira pronto y su padre lo sigue, diciendo que irá a prepararse para el desayuno, dejándonos a mí y a Caleb solos. Estoy seguro de que Asher no planeó esto pero ya es muy tarde para volver.

—¿En serio crees que durará contigo? —me pregunta Caleb en cuanto no hay moros en la costa.

—¿Y por qué no? Ambos nos gustamos —me encojo de hombros mientras le doy la espalda y comienzo a hacer los panqueques—. ¿Quieres desayunar también? Digo, si viniste aquí a esta hora es porque pensaste que comerías el desayuno con Asher ¿Verdad?

—Simplemente vete, Miles... Asher es mío —me espeta con rabia en su voz.

—Asher... no tiene un dueño, las personas no poseen a otras personas —le digo, lo más calmado que puedo.

—Ya... pero solo es cuestión de tiempo que te des cuenta de que siempre me preferirá a mí —dice poniéndose de pie, arrastrando la silla hacia atrás con fuerza—. ¿Sabes por qué he continuado con él por todo este tiempo, desde que estamos en la secundaria? Porque él ha querido, porque se puso de rodillas y me ofreció su cuerpo a cambio de que no lo dejara... pero jamás ha podido mantener la promesa de ser fiel a mí, por eso sé que no vale la pena molestarme con alguien como él. Puedes tenerlo durante un tiempo pero ya verás, él siempre vuelve a mí aunque sea una zorra.

Aprieto mis puños y me doy la vuelta bruscamente, pero en ese momento, Andy entra de nuevo en la cocina. Él dice algo que mi rabia no me deja escuchar, porque el sentimiento zumba en mis oídos con molestia. Caleb sonríe como un hipócrita y dice que se irá, luego de unos segundos está fuera del departamento y yo tengo que volver a hacer los panqueques.

Asher vuelve unos minutos después, se ve más aliviado sabiendo que Caleb no está aquí ya.

Sin embargo, no hablamos de eso hasta muy tarde en la noche, cuando después de pasar más tiempo con su padre, este decide que volverá a Las Vegas esa misma noche. Asher y yo volvemos a casa caminando desde el restaurante donde nos encontrábamos y cuando llegamos al departamento y cierro la puerta es cuando se atreve a preguntar.

Gato callejero |BL|Where stories live. Discover now