—¡Sí! Eso creo —agradeció que ella tomara ese rumbo en la conversación—. ¿Cómo se llama este lugar?

     Ella entrecerró los ojos y tardó en responder.

     —Estamos en Longford —mencionó, como si fuera algo demasiado obvio.

     —¿C...Cómo? —Zaid parpadeó. ¿Qué nombre había dicho ella?

     Ella sonrió a medias; la desconfianza iba creciendo en sus ojos.

     —Longford —repitió.

     —Y... ¿en qué país?

     Ella alzó la barbilla.

     —Os ruego que no me hagáis perder mi tiempo, señor. ¿A qué habéis venido a Longford? ¿Tenéis asuntos por tratar con Sir Payne?

     Zaid negó con la cabeza, cada vez entendía menos y se estaba empezando a desesperar, aunque se recordó a sí mismo que la muchacha no tenía nada que ver con su estrés, así que evitó hablar rudo.

     —Mira... no sé quién es Sir Payne. No sé dónde estoy, no sé que día es hoy, no sé qué hago aquí ni por qué llegué aquí, ¿me entiendes?

     Ella sacudió la cabeza con el ceño fruncido, apretó los labios e hizo una pequeña pausa.

     —¿Seríais tan amable de hablar con la verdad? ¿Cuál es vuestro verdadero propósito al venir aquí?

     Zaid suspiró. ¿Cómo le iba a creer ella algo como lo que le había pasado? Él mismo no lo acababa de entender.

     —El problema es que no recuerdo nada —justificó su conducta—. Sólo sé que desperté allá en el bosque y, al verme en un lugar extraño, caminé hacia aquí para pedir ayuda.

     La mirada de la muchacha fue bastante seria.

      —¿De qué tierras procedéis? —Le preguntó ella.

     —Vengo de México —dijo la verdad.

     Los ojos de Gracia se abrieron como platos. Zaid notó que eran azules.

     —¡¿Méjico?! —La jota en su acento español sonó casi exagerada.

      El muchacho se sintió terriblemente inseguro. Por primera vez en su vida se sentía de esa forma frente a una mujer, la cual, aparentemente era unos años más chica que él y aún así poseía todo ese porte y esa grandeza que Zaid no había visto nunca en ninguna mujer antes. Frente a esa chica, él se sentía cohibido pues, aunque no lo supiera conscientemente, no quería arruinar la percepción que ella tuviera sobre él.

     —S-sí, de México —no supo qué más decir.

     —¿Y decís que no sabéis cómo habéis llegado aquí?

     —Así es.

     —¿Cuándo habéis estado en vuestras tierras por última vez? —Indagó ella.

     —Anoche, si no me equivoco —dijo la verdad de nuevo.

     Gracia volvió a entrecerrar los ojos. A él le dio miedo su reacción. ¿Había dicho algo mal?

     —Señor, ¡Méjico está muy lejos de aquí! Haced el favor de no mentirme.

     —¡Le digo la verdad, señorita! No sé cómo llegué aquí —Zaid comenzó a hablarle de usted y ni siquiera se dio cuenta—. Hágame el favor de decirme en dónde estoy y qué día es hoy.

RETROSPIRAL © (Terminada) ( #PGP2021 )Where stories live. Discover now