2: El Bromista de la Generación Pasada.

221 15 1
                                    

La conmoción no cesaba. Lily y Remus planteaban animadamente teorías sobre el por qué de ciertas cosas relacionadas con Lord Voldemort; los Horrocruxes, por ejemplo. Sirius y James imitaban la escena, como dos adolescentes de 16 años luego de ver un partido de Quidditch. James era Harry, y Sirius simulaba ser Voldemort. Este último disfrutaba caer muerto lenta y dramáticamente, mientras que James daba un giro al saltar para tomar la varita.

Apartados del tumulto, Dumbledore echaba una mirada sonriente a todos, como un anciano que disfruta ver a sus nietos jugar. Por otro lado, Snape mantenía su mirada fija en la pelirroja. Había esperado 16 años para ver a Lily nuevamente, quien, a pesar de no estar viva, se veía radiante. Su sonrisa era igual, o aún más, luminosa. Sus ojos, verdes como los de un gato, demostraban alegría y felicidad, y eso bastaba para que Snape sonriese.

— Lamento interrumpir, pero Remus, quiero hablar contigo —pidió Dumbledore.

Lupin se puso serio de repente, esperando una mala noticia. Se alejó cautelosamente del barullo de sus amigos que tanto extrañaba y se acercó al director.

— ¿Ocurre algo, Albus?

— Quiero que sepas que, tanto tú, como Nymphadora, son libres de utilizar la Sala de Menesteres, responsablemente. Y con ello me refiero a que quiero que vean el crecimiento de su hijo... Eso es algo que ningún padre debería perderse.

— Gracias, profesor —dijo Lupin, sonriente.

— Aquí no soy tu profesor.

— De acuerdo, Albus Percival Wulfric Brian Dumbledore.

— Me arrepiento, aquí continúo siendo tu profesor —rió.

— Señor, ¿Lily y James pudieron ver crecer a Harry?

— Lamento decirte que no, Remus. Yo no estaba aquí todavía para ese entonces. Hace poco tiempo descubrí que la Sala se podía usar para ver el Mundo Vivo.

— ¿Y ellos podrán utilizarla de ahora en adelante también?

— Claro, pero voy a aprovechar ese privilegio para ordenarles ciertas cosas —guiñó un ojo, y Lupin entendió perfectamente a que se refería.

— ¿Profesor Dumbledore? —detrás del anciano se encontraba un joven adulto pelirrojo asustado.

— ¡Fred Weasley! ¡Justo con quien quería hablar!

— Profesor, yo...

— Aquí no, Fred. Hablaremos en mi despacho.

— ¡Weasley, un gusto verte de nuevo! —saludó Lupin— Por si no lo sabías, ganamos la Segunda Guerra Mágica.

Fred sonrió sin ganas— ¿Podemos hablar ahora?

— Por supuesto.

El anciano y el pelirrojo se dirigieron al despacho circular del director de Hogwarts. El despacho lucía igual que el real, salvo que los cuadros de los directores estaban vacíos.

— ¿Qué querías decirme?

— Quiero regresar... Mejor dicho, tengo que regresar —dijo con firmeza.

Dumbledore abrió los ojos, y esbozó una sonrisa ingenua— No se puede regresar de la muerte.

— Tiene que haber una forma...

— ¿No crees que todos volverían si se pudiese?

— Si, pero yo... yo no creo ser capaz de... ya sabes, de vivir –aunque sé que no estoy vivo– aquí sin... sin George.

Los Merodeadores [CANCELADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora