10.- Un espeso humo color cian, parte 1.

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Emma se colocó el pelo y frotó sus ojos.

-No puedo creerlo, yo sin conseguir casi pegar ojo en toda la noche y sin embargo, solo abriendo un libro, me duermo.- sonrió ampliamente.- Creo que pondré eso en práctica antes de irme a la cama. ¿Valdrá cualquiera?

Vanesa y Leyla la miraron incrédulas, ¿qué demonios estaba diciendo? ¿El Tártaro había secuestrado su razón? Sería maldito el mundo de los sueños...

-¿Por qué me mirais así?- preguntó la chica, levantándose.

-¿A dónde vas?- preguntó Leyla.

-Al Centro común.- respondió simplemente.- He quedado con Adrián allí.

-¿Pero así sin más, sin avanzar nada?

-¿Y qué quieres que avance? Soy yo la que no comprende cómo puedes estar dos horas con la misma página.- comentó, observando fijamente aquello que estudiaba Leyla.

La pelirroja se agarró el cabello.

-Es que esto es muy difícil, y mi mente prefiere irse a pensar en unicornios.

-¿Unicornios?- repitió Emma.- Pensaba que ahora lo que te entusiasmaba eran los dragones...

-Claro que me entusiasman los dragones, pero los unicornios siempre ocuparan un lugar muy especial en mi corazón... El día que viaje a Araisha... ya verás.

Emma sonrió.

-Sí, veré. Pero antes me conformaré viendo cómo malgastas tu tiempo para suspender todos los exámenes.

-Hey, tú, no se desea el mal ajeno.- protestó Leyla.

-No deseo ningún mal, solo observo... y saco conclusiones.- afirmó, volviendo a mirar la pila de libros junto a su amiga.- Bueno, que lo disfrutes.- deseó, dándose la vuelta.

-¡Espera! Yo también me voy, voy a ver si encuentro el gimnasio libre.- comentó Vanesa, llendo con ella.

-¿Tú también? No puede ser...- dijo Leyla, agarrándose los pelos de nuevo, aumentando las probabilidades de que antes de que acabase la semana quedara calva.- ¡Os voy a dejar con la boca abierta!- gritó Leyla, provocabdo que varios alumnos se volvieran hacia ella y la hicieran callar. Y así, Emma y Vanesa abandonaron la sala, dejando a Leyla farfullando y llorando en silencio.

Emma recorrió la larga calle de adoquines hasta llegar a la plaza, donde Adrián ya estaba esperándola. Caminó hacia él con una sonrisa y le dio un cálido abrazo al llegar a su lado.

-Entre que el señor Riper enfermó y los exámenes no he tenido casi ocasión de verte a parte de en las comidas.- le saludó.

El chico rubio sonrió y la agarró por los hombros.

-Por eso te pregunté si querías venir a tomar algo.- aseguró.- No sabes cuánto necesitaba despejarme.- comentó el chico en un tono uniforme, sin levantar la cabeza.

Emma se paró bruscamente y le miró preocupada.

-¿Qué ha pasado?- preguntó con un matiz urgente en su voz.

-¿Qué quieres decir? Solo quería verte.- respondió simplemente Adrián, fingiendo una sonrisa.

Emma frunció el ceño.

-Ya, seguro, ¿es que no me lo puedes decir?

El chico negó.

-Que no pasa nada, de verdad.

-Jobar, ¿enserio? Bien que no me lo quieras decir pero no me mientas.- susurró la chica, un poco apenada.

Adrián suspiró.

Emma: La calma precede la tormenta.Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt