1. Cerbero [BG #1]

Cancerbero

Epílogo

Yacía tumbado en aquella roca, al pie del correntoso río Aqueronte con una mirada fría y entristecida apreciando las glaucas aguas.
Cancerbero, el perro de los infiernos que había aprendido a amar.

Con sus garras afiladas recogía un poco de tierra mirando a la nada, aburrido de su mera existencia. Estaba cansado de dar vueltas y vueltas en el interminable Averno al montar guardia. Su amo Hades: el señor del Inframundo, le había dado una sola orden al nacer. "Ningún muerto saldrá, ningún vivo entrará"
La cumplía al pie de la letra, jamás la perdía de vista.

Incluso después de haberla conocido.

Esa joven de piel blanca como la porcelana, de vibrantes ojos fríos y serenos y un cabello largo y ensortijado tan revuelto como las mismas aguas del Aqueronte.
La joven que un día normal apareció en los territorios de la bestia buscando a su difunto amado para decirle el último adiós, el cuál jamás logró dedicarle.

Su nombre era dulce y simple. Era Adela, el cual su significado encajaba muy bien con su personalidad: ser noble.

Ella fue de quién el perro demoníaco se enamoró.

Ahora, ella había descendido al Inframundo, ya no como una persona viva. Volvió como un alma en busca de su ansiado descanso eterno sumiéndose en el abismo de los muertos.

Y pensar de que su muerte fue causada por el egoísmo de quién la "amaba".

Cerbero soltó una lágrima silenciosa, ya se habían cumplido algunos años de su partida. Él con el corazón hecho añicos, cumpliendo su obligación de guardián.

A su lado, un pequeño brote había crecido del muerto y gris suelo del Averno, cosa totalmente imposible. Había comenzado a crecer tres días luego de la muerte de Adela.

El can no se había fijado de aquello, pues la tristeza y la culpa lo cegaban...

Un día, transformado en humano, contemplaba el mustio paraje sin emoción alguna. El leve sonido de unas débiles pisadas acercándose rebotó por el lugar. Cerbero las escuchaba, mas trataba de no interesarse por ellas. Solo miraba a la nada, inmerso en sus pensamientos.

—Disculpa... —una débil voz alertó al can, quién alzo las orejas en posición de alerta. Fue un cambio repentino.

Ante sus ojos se hallaba ella. La misma mujer de quién se había enamorado. No era un alma vaga, era de carne y hueso.

Abrió los ojos sobresaltado y se acercó rápidamente a ella. No creía lo que tenía enfrente.
—¡¿Adela?! ¡¿Eres tú?! —masculló delineando sus mejillas cubiertas de débiles pecas.

Había algo diferente en aquella chica. Sus ojos eran de color azulado y el cabello era pelirrojo y ensortijado. Las facciones eran las mismas, solo que en rasgos mucho más juveniles e inocentes que los de su amada.

La joven soltó una risilla y colocó su palma sobre la del monstruo mientras lo miraba con dulzura.
—Te equivocas. Mi nombre es Esther. Soy su hija...

No daba crédito a lo que oía. Adela tenía una hermosa hija idéntica a ella. Tan perfecta como ella.

—Mamá me ha hablado sobre tí...

—¡¿Qué?! ¡¿Cómo es eso posible?! —refutó algo contrariado y sobresaltado. Se supone que su madre había muerto luego de conocerlo y jamás fue capaz de abandonar el abismo luego de realizar el pacto.

—Me lo dijo en un sueño... Ella y otra bella mujer de cabellos largos hasta media espalda con ropajes negros y hermosos —rió colocando su brazo derecho por detrás de su cuello—. Me dijeron que eras una persona solitaria y trágica. Bueno, criatura... Mamá me pidió que te hiciera compañía...

Cancerbero no pudo evitar sonreír levemente. En su mente le agradeció a su ama.
—¿Cumplirás su pedido? —dijo acercándose su boca poco a poco quedando a apenas centímetros de la de ella.

Esther miró fijamente los ojos de la bestia, tan brillantes e hipnóticos y esbozó una amplia sonrisa.
—Creo que sí...

Y entonces depositó un dulce y cálido beso en sus labios...

Muchas gracias a todos por leer, votar y comentar esta humilde historia. Realmente he disfrutado escribirla de principio a fin y espero que ustedes también les haya gustado.

Nos vemos en otros proyectos :D