Sin resoplar se los entregue esperando que no me dijera otra cosa u que dejara las cosas así por la paz.

-Estas reprobada.- Esas dos palabras retumbaron en mis oídos, abrí mi boca para dar un argumento válido pero las palabras nunca salieron.- Por las faltas.- Sonrió.- Y en mi clase esta prohibido usar lentillas.- Dijo apuntando mi cara de no entender nada.

La clase de latín no fue interesante ni con la presencia de Nathan. Había ido con mi tío y al no encontrarlo use el salón para dormir un rato. Desperté faltando menos de 10 minutos lo que me dio tiempo de llegar a la clase que compartía con él.

La clase fue completamente aburrida.

Como lo habían sido las dos anteriores y parte de mi día en la mañana, probablemente también el resto del mismo y toda semana.

La hora del almuerzo se hizo presente y no dude en ir al gran comedor, escaseaba de dinero por lo que simplemente llegue y me senté en una de las mesas de hasta el fondo.

Peine con mis dedos mi cabello hacia enfrente despeinándolo y dejando al fin que el bullicio se hiciera presente en mi vida.

Era agradable escuchar algo que no fuesen gritos y sonidos del más allá.

Recargue mi espalda en la fría pared y subí mis pies al largo asiento que había. Cerré mis ojos sintiéndolos arder y los abrí antes de que las lágrimas salieran cuando el sonido de una charola de comida sonó en la mesa.

-De parte de tu Tío.- La cocinera me entrego una nota y se alejo antes de poder agradecerle o preguntarle algo.

Desdoble con pereza el papel encontrándome con la pulcra letra cursiva de mi tío diciendo que lo sentía, que no sabia lo que había pasado y que si queria podía irme sin remordimiento, firmado con su nombre y una carita sin expresión.

Hice bola el papel antes de meterlo a la mochila, tome el vaso con café de la charola y lo moví un poco para enfriarlo dándole un gran trago que con el paso del tiempo hizo que moviera mi pie nerviosa.

Pique la comida sin hambre y después de una larga batalla interior decidí ponerme los lentes ya que no veía nada y eso solo me producía dolor de cabeza.

Urge entre la mochila y cuando los encontré cerré los ojos para ponermelos, cuando los abrí di un brinco al ver a los Anderson sentados en la misma mesa donde yo estaba.

Debo de estar realmente mal para no escucharlos o verlos venir.

Me quite los lentes y me los puse nuevamente comprobando que no fuera yo la que estaba inventado tal cosa.

-¡Hola Risitos!- Saludo contento si no mal recuerdo Ian.

-¿Risitos?- Pregunte con la voz ronca por lo que aclare mi garganta.- Tú eres risitos no yo.-

-Vamos a ir a casa a comer algo... ¿Vienes?- Dijo Nathan sin dejar que Ian respondiera.

Estaba a un lado mio y me miraba con un poco de duda.

-Se refiere a que te invitamos a comer a casa.- Explicó Cameron mirando a Nathan.- ¿Nos acompañas?- Preguntó de manera forzada.

-¿A que hora?- Pregunte en un murmuro, sonaba buena idea convivir con más gente de mi edad y poder olvidar un poco todo lo que me atosiga.

-Ahora.- Contestó Ian rápidamente con una gran sonrisa viendo mi muñeca haciendo que esta se borrará inmediatamente.

Digamos que olvide decir que el pasado volvió incitándome al suicidio una vez, no se que me detuvo pero aquí sigo ocultando un pequeño corte con una pulsera donde un dije de corazón con un peculiar color se encontraba colgando de ella.

-Eso parece una buena idea...- Comente algo incomoda bajando las mangas del suéter lo más que podía.

-¿Pero...?- Insistió Nathan cuando me quede callada ahora buscando alguna excusa.

-¿Tienes planes?- Preguntó Cameron burlón y vi a Matthew sonreír un poco.

Creó que él no me quiere.

Negué con la cabeza de manera lenta viendo por encima del marco de los lentes a los tres chicos sentados frente a mi.

-Bien.- Dijo Nathan provocando que volteara a verlo acomodando mis lentes.- Vamos.- Se levanto de su lugar y me tendió la mano, pensé en dársela y le di la que no tenia cortes sabiendo que era lo que queria hacer.

-¿Ahora?- Pregunte cuando comenzaron a caminar a la salida. No creí que fueran tan literales.

-¿Para que esperar?-

No dije nada y los seguí hasta su linda camioneta, si me perdían en el bosque sería lo mejor que me pudiese pasar en estos momentos.

Durante el viaje por poco me quedo dormida en los cómodos asientos, pero aquellos gritos volvían a hacer constantes lo que me impedía hacerlo.

Habían ordenado pizza, todo fue normal como aquella vez que fueron a mi casa. Solo que más lujoso y un poco de mejor vibra.

Solo un poco. Igual no me sentía bienvenida ahí por alguna extraña razón.

-Creo que ya me tengo que ir.- Dije cuando habíamos terminado de ver la segunda película.

En aquella sala solo quedábamos Nathan y Yo abriendo cortinas y recogiendo todos los cojines.

-Que linda es tu pulsera...- Balbuceo viendo como el dije se movía.

Solo quiere comprobar aquello que vio.

Aquella vocesilla sonó en mi cabeza y la ignore como todas las veces. Aunque cada vez era más difícil con todo esto encima.

-Gracias.- Susurré buscando mi celular en la mochila para comprobar que ya era un poco tarde.

-¿Puedo verla?- Preguntó acercándose a mi por un lado, coloque mi brazo detrás de mi espalda y di un pequeño paso hacia atrás dejando la mochila sola en el sillón. Negué con la cabeza sonriendo de manera nerviosa evitándolo.

Sin poder esperarlo Nathan se lanzó a mi provocando que pusiera ambas manos para detenerlo, pero ya era tarde. Él giro antes de caer dejándome encima de él con mis manos en su pecho y sus labios muy cerca de los mios.




ExtrañosWhere stories live. Discover now