31-. Nobles

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NOBLES

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"No hay tiempo para despedidas" dijo él, mientras se desvanecía. " No pongas tu vida en las manos de otros, ellos están predispuestos a robártela. No escondas tus errores, porque te encontrarán, te quemarán." 

"Esta es mi última oportunidad" dijo ella, mientras se desvanecía. "Es difícil de imaginar pero un día terminarás igual que yo." entonces ella dijo. "Si quieres salir vivo, corre por tu vida."

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"—Tu petición será concebida, príncipe. Como lo dicta la ley, tiene un día para elegir a sus campeones—anunció Jesy, y miró a los demandantes, aquellos tres hombres—.Al igual que ustedes, cada uno puede elegir un campeón."

"Solicito dimitir de mis derechos a campeones, excelencia—Louis miró un momento a sus acusantes. Sin sonrisas, sin gestos de soberbia. Únicamente su fortaleza ante esa situación era suficiente prueba de la superioridad que tenía sobre ellos."

"—Entiende lo que eso significa, ¿Cierto, majestad?"

"—El príncipe de Aurea es un fiel servidor de su pueblo y la misma corona. Nada está por debajo de él—asintió como quien coloca una soga en su propio cuello—. Libraré mi propio combate."

Tan sólo recordar esa escena, el eco de esas funestas palabras, era suficiente para destrozar los nervios de Harry. No podía comer o dormir, la ansiedad lo estaba consumiendo y luchaba con los demonios que hacía bastante tiempo ya tenían un hogar en Harry. Era una guerra por el control, y el conflicto lo desgarraba a piezas.

Temblando y arrodillado en el baño de la recámara, sintió otra fuerte sacudida en el estómago y volcó en un recipiente la amarga bilis que le quemaba la garganta. Emitía lastimeros sonidos mientras intentaba seguir vomitando, con la horrible sensación de que algo pesado le oprimía el abdomen. Mareado, permitió que las suaves manos de Jade le limpiaran la barbilla y los labios con un trozo de tela húmedo.

—Desiste, Harry. Intenta calmarte—suplicó la muchacha que le sostenía el rostro. Se veía preocupada e igual de tensa que él, pero sin embargo quiso quedarse con él para asegurarse que estaría bien luego del juicio—. No tienes nada en el estómago, vas a lastimarte.

Las arcadas que lo asaltaban resultaban tan violentas y prolongadas, que toda la fuerza ejercida para vomitar hizo de la piel de su cuello pintarse con petequias. Las pequeñas lesiones rojas resaltaban sobre su palidez.

Príncipe. » l.s | YA EN TIENDAS|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora