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Capítulo 3: Cómo Ágape y Eros se separaron.

—Yu-kun...—la de pelo castaño miraba al rubio muy sorprendida. No podía creer que estuviera pidiéndole disculpas— ¿Le has robado el móvil a mi hermano para mandarme un mensaje y hacer que viniera?—preguntó frunciendo el ceño mientras observaba el teléfono del pelinegro en manos del ruso.

—Sí pero...—el rubio frunció también el ceño—. Espera... ¿¡Te estoy pidiendo perdón y lo único que te importa es que le haya robado el teléfono al gordo ese!?—exclamó enfadado.

Akemi sonrió.

—No, no es lo único que me importa—dijo riendo un poco para luego apartar la mirada del de ojos azules—. Yo también debería pedirte disculpas, exageré un poco enfadándome así aunque...—la castaña dudó si decir sus siguientes palabras—. No me arrepiento de haberme enfadado, has sido adorable pidiéndome perdón—añadió mirándolo con una sonrisa, haciendo que Yurio se sonrojara un poco.

—B-bueno... pero la culpa es toda mía, no debí haberte llamado inútil por no saber patinar—dijo mirando a otro lado—. Por eso... he decidido enseñarte a modo de disculpa.

—Espera ¿qué?—la de ojos marrones lo miró incrédula— ¿En serio?—el rubio asintió mientras le señalaba unos patines—. Eres increíble—dijo mientras reía e iba a ponerse los patines.

Una vez la castaña tenía los patines bien puestos, el rubio la ayudó a entrar en la pista sin que esta se matara.

—Bien, lo primero tienes que deslizarte no caminar como si fueras un pato mareado.

—Vale, lo pillo—la de ojos marrones empezó a deslizarse lentamente, en un principio iba agarrada a la barandilla de la pista pero una vez cogió más confianza se soltó y comenzó a patinar más rápido— ¡Lo estoy consiguiendo!—exclamó feliz mientras patinaba cada vez a más velocidad.

— ¡Oye, no vayas tan rápido estúpida, te vas a...!—el rubio no tuvo tiempo a acabar la frase antes de que la japonesa resbalara y, como él era el elemento más cercano que esta tenía, lo agarrara de la camiseta e hiciera que callera encima de ella—...matar.

—Auch...—Akemi cerró los ojos y se quejó de dolor mientras el ruso simplemente se la quedaba mirando algo sonrojado por la cercanía que mantenían al estar uno encima del otro.

— ¿Qué haces idiota? Quítate de en...—tanto la frase como la respiración de la castaña se cortaron cuando conectó sus ojos con los del rubio. Los corazones de ambos comenzaron a latir rápidamente y los dos se hicieron la misma pregunta ¿Por qué se sentían así al estar uno cerca del otro?

— ¡Ahhh!

— ¡No me lo puedo creer!

— ¡Yuremi es real!—los dos quinceañeros se giraron rápidamente al escuchar los chillones gritos de fangirl de Axel, Lutz y Loop que les sacaban fotos sin parar.

— ¡Yuremi es real!—los dos quinceañeros se giraron rápidamente al escuchar los chillones gritos de fangirl de Axel, Lutz y Loop que les sacaban fotos sin parar

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Ágape [Yuri Plisetsky]✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora