Capítulo 3, La Antigua guerra de los elementos

En başından başla
                                    

El gran concilio, convocando a sus elementos, fortaleció el hechizo del portador de la luz y fue así que, tras un gran destello, se lanzó definitivamente el hechizo que les permitiría vivir en paz. Más todo destello de luz produce sombra, y en este caso, la sombra se asentó en el corazón de Celebriän.

La paz duró por mucho tiempo, el hombre olvidó a los mágicos seres, y los que aún los recordaban los tomaron como simples seres mitológicos, aunque si bien, los habían olvidado y por tanto, los dejaban vivir en paz, no había olvidado sus destructivas tendencias, y siguieron dañando la madre tierra, y cuanto más daño le causaban, más crecía la oscuridad en el corazón de Celebriän.

No fue hasta muchos siglos después que la oscuridad tomo por completo el corazón del buen rey, decidiendo, en soledad una noche, borrar de la faz de la tierra a los hombres.

Sabiendo sin embargo que el gran concilio no aceptaría usar la fuerza de sus portadores para ello, inició una guerra para apropiarse de los elementos restantes, una guerra de la cual los hombres no supieron, una guerra en la cual se jugaba su destino.

Los elfos siguieron ciegamente a su rey y los miembros del gran concilio se aliaron para frenar la locura de este… los humanos eran crueles, sin embargo no merecía morir; pues si bien capaces de una gran maldad, eran también portadores de una gran inocencia y capaces de una bondad superior al de todos las demás razas.

La "Guerra de los elementos" como fue llamada más tarde, fue cruel y sanguinaria, la destreza de los elfos en la guerra, superaba incluso a los mismos dragones, el destino de los hombres y de las demás razas, consideradas por los elfos como traidoras, estaba sellado:  desaparecerían de la faz de la tierra dejando como pobladores únicos a los elfos. Para impedir aquello, el gran concilio debería recurrir nuevamente a la magia de los elementos, incluida  la luz que deberían arrebatar de Celebriän.

—0—

Entrar en el castillo parecía una tarea imposible, para la mayoría, más no para  Seris, que acompañada únicamente por un puñado de hadas y silfos, entre ellos Siblanok su hijo, se introdujeron, gracias a su tamaño, furtivamente en la fortaleza.  Más fue gracias a la esencia del aire que dieron con la esencia de la luz,  cuyo portador era el rey Celebriän quien simplemente subestimó el puñado de intrusos.

Pensando el rey que aquellas hadas y silfos no eran rivales en un combate cuerpo a cuerpo,  ni siquiera desenvainó su espada y se dispuso a terminar con Seris con sus propias manos, más no supo apreciar la capacidad mágica del hada y sus seguidores, los cuales armados de hechizos antáricos muy antiguos, redujeron el tamaño del rey y su comitiva. Los elfos, desorientados,  fueron dominados fácilmente, siendo el rey elfo extraído de la fortaleza tan furtivamente como habían entrado en ella.

—0—

Ante el concilio se le devolvió el tamaño y conciencia al rey y fue ante ese concilio que  el rey intentó explicar el por qué de sus acciones. Más conociendo los miembros el corazón ambicioso del elfo, decidieron privarlo de la esencia de la luz.

Deliberaron mucho en aquel consejo para analizar cómo realizar dicha acción, en cierto modo prohibida, pues estarían entrando en el territorio del gran Creador Ekanzo. El conocimiento respecto a las esencias les decía que, de morir Celebriän, la esencia de la luz buscaría otro portador, un elfo o elfa de la familia real, siendo la única opción la hija del rey, Linwëlin, la cual era además primera generala del ejército élfico.

Lamentablemente, comenzó a surgir una aparente y única solución posible: eliminar a la raza de los elfos así como ellos había querido eliminar a los hombres, reducirse a la altura de sus enemigos para evitar un mal mayor…muchos comenzaban a sonar y a repetir la misma lógica del rey Celebriän.

Nathalie y los Portadores de los ElementosHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin