Capítulo dos: Despedida

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El corazón de Yuuri dio un vuelco al leer el mensaje. Su cabeza se llenó de pensamientos de Viktor, recordando tanto buenos como malos momentos. La cara de Viktor no dejaba de estar presente; podía perfectamente ver cada uno de sus cabellos plateados, con su suave caída que llegaba a tapar uno de sus ojos... Sus ojos... Sus penetrantes ojos que daban una sensación de ver un mar cristalino dentro de ellos; su tierna sonrisa que siempre mostraba con todos, ésa sonrisa que podía cambiar al mundo con solo verla... Sus caricias, que hacían que el cuerpo de Yuuri ardiera por donde pasaran; sus suaves besos que recorrían su cuerpo y llenaban su boca...

Su llanto; sus mejillas rojas y sus ojos hinchados mientras cuestionaba a Yuuri; su cuerpo temblando, intentando soportar la tristeza... Sus piernas cediendo y mandándolo al suelo, mientras lloraba por lo bajo, intentando fallidamente no hacer ruido alguno.

Yuuri pudo prácticamente revivir como su mano era fuertemente rechazada al intentar consolarlo. Escuchó por enésima vez en su cabeza el grito desolado de Viktor "¡¡NO ME TOQUES!!". Recordó haberse quedado frente a él, viéndolo llorar durante horas, sin soltar una sola palabra o moverse un solo centímetro, para al final ver a un Viktor casi irreconocible por fin moverse, levantándose el suelo y alejándose sin decir palabra, no sin antes lanzar la mirada más fría que Yuuri había sentido jamás.

Yuuri recordó su impotencia, la sensación de querer correr y seguirlo, abrazarlo, besarlo y rogarle que no se fuera, que se quedara con él, pero no recibir respuesta alguna de su cuerpo paralizado mientras veía la espalda de Viktor alejarse más y más, hasta perderse de la vista...

-¿Papá? ¡Papá! - La voz de Yuki hizo que Yuuri regresara al mundo real, solo para encontrarse con las caras preocupadas de sus hijos frente a él. - Papá, ¿Te sientes mal? ¿Por qué lloras?- Yuuri no entendía lo que le decían, ¿Quién estaba llorando? Fue entonces cuando empezó a sentir una sensación caliente en sus mejillas, bajando hasta su barbilla; acercó su mano, que anteriormente estaba sosteniendo su teléfono con una fuerza brutal, y tocó su cara para encontrarse con que su rostro estaba mojado debido al agua salada que había salido de sus ojos y recorrido todo el camino hasta su mentón, para caer sobre su regazo.

Yuuri se paró estrepitosamente y se limpió las lágrimas, dejando su teléfono sobre la mesa. -Perdón mis niños, no es nada.- Recogió los platos del desayuno, el suyo intacto, y los dejó en el fregadero. Repartió los almuerzos previamente preparados y vio como sus hijos lo guardaban en sus mochilas mientras él hacía lo mismo. Despidió a Yuki y a Ran con un beso en la frente y miró a sus niños salir por la puerta agarrados de la mano.

De pronto vio como Ran corría de regreso a la casa, entraba abruptamente y se quitaba los zapatos para correr a los brazos de su papá. Instintivamente Yuuri abrió sus brazos y se hincó para quedar a su altura, recibiéndola y trastabillando un poco, pero logrando poner su mano en el suelo a tiempo, mientras con la otra sostenía a su hija por la espalda.

-Te quiero, papá.- decía la niña mientras se aferraba al cuello de su padre hasta casi asfixiarlo. Yuuri cerró los ojos y abrazó a su hija fuertemente; entonces un segundo peso cayó sobre Yuuri. Su hijo se había unido al abrazo y rodeaba a su familia con ambos brazos.

-Yo también te quiero, papá. Y no me gusta que estés triste, más porque no sé que hacer para cambiarlo y eso me pone triste a mi también.- Como de costumbre Yuki hablaba con una voz madura que no se asemejaba a su edad, sorprendiendo a Yuuri cada día.

-Muchas gracias, a los dos. Estoy bien, no tienen nada que qué preocuparse. Papá es fuerte, y lo saben.- Volteo a ver a sus hijos con una mirada tierna, mientras acariciaba sus mejillas. -Ahora corran a la escuela, no pueden llegar tarde.- Removió un poco sus cabellos y los apuró a salir.

Posteriormente, Yuuri se enfocó en ordenar sus cosas para salir a trabajar pero no se podía concentrar, no podía dejar de pensar en Viktor...

Salió de su casa y se dirigió a su trabajo sin notar que su teléfono seguía sobre la mesa, sonando.


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¡¡Final del segundo capítulo!! Ojalá les guste. <3

A lo mejor les pareció raro que un niño de ocho y una niña de seis años se fueran solitos a la escuela, pero acuérdense que se supone que todo sucede en Japón, en donde es común que los niños se vayan solos desde pequeños y más en ciudades pequeñas y pueblos.

Bueno... Eso fue todo por hoy.

¡¡Esperen el próximo capítulo!!

Otra oportunidad.Where stories live. Discover now