—¿Qué ocurre? —decidió comenzar él primero a hablar. 

               —¿Qué ocurre? ¿Qué ocurre me dices? —Hermione se rió irónicamente, mientras cruzaba sus brazos, se paraba de su silla y le daba la espalda. —Tú nunca entiendes nada, Ronald.

              Ronald, lo había llamado de nuevo Ronald, se repetía él en su cabeza. 

               —¡Ah! Ya lo sé —él se paró también. —¡Me vienes a decir que no entiendo nada cuando tú también eres la desentendida cuando ni siquiera me hablas tampoco! 

              —¡Al menos reconoces que tú tampoco me hablas! —exclamó Hermione enérgicamente. 

              —¿A qué viene todo esto? —preguntó Ron. 

              —A nada Ron, lo dejamos mejor así, me voy —Estaba por cruzar el umbral de la puerta cuando él, la tomó de su tan delgada muñeca. 

             —¡Espera! —le respondió Ron. —¿A dónde vas?

            —Creo que no te importará —le contestó ella desviándole la mirada.

            —Entonces vete, sí, no me importa —especuló sin pensar en la tontería que acababa de decir y que le iba a seguir diciendo. —No me importa para nada lo que tú hagas, vete si quieres hacerlo. 

            Ocurrió todo tan rápido, Hermione, con la máxima fuerza que pudo se soltó de su mano, sin ni siquiera mirarlo a los ojos salió de la casa y desapareció a unos cuantos metros de la Madriguera. Ron la veía alejarse, pensando en la estupidez que acababa de decirle. Salió para fuera pero ella ya no estaba, tal vez lo mejor era ir a buscarla, pero: ¿y si no se había ido a su casa? 

           Entró de nuevo a la Madriguera con aire de confundido y fue directo a ducharse, pensando que eso lo relajaría. Tal vez Hermione se había ido a buscar a Ginny, pensaba, o venía luego a cenar como lo estaba haciendo esta semana al igual que Harry, pero, ¿y si no venía?

           Se terminó de bañar y bajó a la cocina a prepararse algo de comer, encontró unos sándwiches en la despensa. Se sentó en la mesa del comedor donde anteriormente estaban todos reunidos y se puso a comer, el Sol ya se ponía en el horizonte. Pasados unos minutos, un golpe seco lo hizo despertar de su ensimismamiento, pensó que era ella, "su" Hermione, ¿por qué pensaba que era su Hermione?, si no era de él, sonaba tonto y a la vez tan hermoso, su Hermione. Parándose de un salto se dirigió a la puerta: 

          —¿Quién? —cuestionó Ron. 

          —Ginny —le respondió su hermana del otro lado de la puerta. 

           —Pasa —dijo sacándole las trancas que le había puesto antes de irse a bañar. Su hermana traía las dos manos ocupadas con dos bolsas grandísimas de color celeste. 

           —¿Te fuiste? —preguntó el ceñudo. —Pensé que andabas por aquí cerca.

           —Lo hice, estaba en una tienda muy bonita y cercana... 

          —¿Qué traes allí? —le cuestionó Ron tajante, mientras ella dejaba las bolsas en el sillón cercano. 

           —¡Oh! sí, mira —dijo mientras iba a buscar las bolsas y las traía donde estaban ellos. —Traje este hermoso vestido para mí, me lo compró Harry... 

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