7.-De octubre, el último sábado.

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Cuando atravesaron la puerta de aquel local, un olor a lavanda, té de menta y chocolate les recibió, y abrió sus ansias de una bebida caliente o de algún tipo de infusión como la manzanilla, que calentase sus manos y asentase sus estómagos. Se estaban acercando a la barra cuando Leyla y Emma repararon en un grupo de chicos, de un curso superior, que charlaban alegremente mientras introducían café a sus cuerpos y sus risas resonaban por todo el establecimiento. Entre ellos, un chico rubio, el más próximo a la barra, sentado sobre uno de los altos y acolchados taburetes, paró de reír de pronto y dirigió su mirada hacia ellas, clavándola fijamente, pero con algo de desinterés o disimulo. Leyla soltó un resoplido.

-Qué suerte la mía... ¿Por qué de entre todos los lugares posibles tenía que estar en este?

-¿Quieres que nos vayamos de aquí?- Vanesa la observó impasible aparentemente, aparentemente porque en realidad su expresión indescifrable estaba un tanto apenada.

-No deberías ocultarte.- dijo sin embargo Emma.- No puedes dejar que te importe, no tienes por qué irte a otro sitio, tienes el mismo derecho que él.

Leyla la miró, sabía que tenía razón y que no debería huir, así que su intención fue de todo menos de hacerlo. Sin decir palabra pasó junto a su lado con presencia y se dirigió a una de las redondas mesas con bancos y cojines del fondo, más concretamente la de, justamente, la esquina. Emma sonrió, y Vanesa solo se limitó a seguirlas a ambas, volviendo a ser completamente impasible y callada. Se sentaron cómodamente y esperaron a que el camarero les atendiera para tomarles nota; poco tuvieron que esperar para que sus calientes y respectivas bebidas se hallaran sobre la madera del tablero de la mesa. Vanesa medio sonrió mientas llevaba la nata de la superficie a sus labios, y observó como Leyla dirigía rápidas miradas a su hermano, al lado de quien había pasado sin siquiera saludarle.

-Bueno, siento deciros esto, pero creo que voy a pasar de ir a ver el duelo de esta tarde.- informó Leyla, recostándose sobre el respaldo.

Emma la miró atónita.

-¿Qué? Hoy es el primer duelo de la temporada, no te lo puedes perder.

-Claro que puedo. Por eso mismo, porque es el primero, no creo que nadie se juegue nada y eso no es interesante. Ya me engancharé en la semifinal, la verdad es que no me va mucho.

Emma suspiró.

-Será que tienes algo mejor que hacer. Pues yo no me lo pienso perder.

-Tirarme en la cama y leer mi "Manual de hechizos extraños pero útiles" toda la tarde.- afirmó con una sonrisa soñadora.

Su amiga soltó un bufido más profundo que su suspiro anterior, y se volvió hacia la chica rubia, que las escuchaba sin emitir sonido.

-¿Y tú?- preguntó.

-En vista del abandono de esta,- dijo señalando a la pelirroja.- supongo que te acompañaré.

Emma sonrió ampliamente y claramente contenta, observándola cual príncipe azul.

-Sabía que tú no me dejarías. Entonces genial, esta tarde veremos el primer duelo de Eythera de nuestras vidas.

-No puede haber mucha diferencia con los de entre profesionales. Por si no te acuerdas en sexto fuimos a ver uno con mi madre, porque mi tía abuela Penny le había regalado entradas para su cumpleaños. Fuimos al Gran Escenario de Entrenamiento del centro de Mimbre, cenamos en el patio de "La bola de cristal" y luego viniste a dormir a mi casa. Al día siguiente mi madre llamó a la tuya para contarle qué tal nos había ido y descubrió que tú ni siquiera le habías pedido permiso. Me acuerdo de la bronca que te echó por el espejo comunicador de mi casa, los vecinos se preocuparon por los gritos.

Emma: La calma precede la tormenta.حيث تعيش القصص. اكتشف الآن