Capítulo 8

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  Escrito por Liz de Masen   

— ¿Jacob? ¿Quién es Jacob? —preguntó Bella frunciendo el ceño.

—Un atractivo soldado que acaba de llegar al pueblo —chilló Lauren.

—Pensándolo bien— rectifico Jessica— James se vería mucho más apuesto que Jacob y el señor. Cullen— sus mejillas se tiñeron de un rosa pastel; algo común en las señoritas Swan.
— ¿James?, supongo que es otro soldado—comentó Bella cruzándose de brazos. ¿Quién podría con sus hermanas? Son tan revoltosas.

—Así es— confirmó Laurent. –Han llegado muchos soldados a Forks, están campando en la carretera a La Push pero nosotras logramos verlos y hacer algunas amistades— las dos hermanas menores sonrieron con complicidad. Bella rodó los ojos, sus hermanitas eran imposibles, enloquecían apenas conocían hombres guapos.

Ese día Bella se encargó de preparar la comida, no sabía cuánto tardaría Rene en regresar. Tenía la esperanza de que Rose se mejorara pronto y que volviera a casa.
Como siempre que Bella cocinaba, la comida estaba sabrosa, Jessica y Lauren dejaron el plato limpio y repitieron a pesar que siempre estaban a dieta.

Después del almuerzo Bella se quedó acomodando lo que faltaba para dejar limpia la cocina pensando en los comentarios de sus superficiales hermanas. "¿Jacob? ¿Sera el Jake que conozco? ¿Mi amigo de hace años?" aquellos pensamientos invadieron su cabeza. Tenía años de no verlo. Se fue de La Push cuando murió su mamá. Su padre el Sr. Billy Black, regresó a su pueblo y no supo más de él. "¿Será coincidencia?". Albergaba las esperanzas de que sea él.

Las horas pasaban Renée aún no regresaba, Bella se sentía preocupada por Rose, tenía las intenciones de ir a verla, pero por ratos sentía culpa, "Si no hubiese sido tan necia de salirme de casa del señor McCarty, Rose no estaría así".

Llamaron a la puerta, Bella se levantó del sillón y se dirigió rápidamente pero antes que pudiera abrirla aparecieron la señora Swan y el señor Cullen.

— ¡Buenas Noches mamá! Señor Cullen— sonrió la muchacha.

—Buenas noches Bella— respondió el caballero. – Me complacería que me llamara Edward por favor— pidió devolviéndole la sonrisa, haciendo que el rubor llegara las mejillas de la dama que aún sentía vergüenza por haberlo juzgado mal.

Se dirigieron a la sala. No se hizo esperar la presencia de Jessica y Laurent.

—El señor Cullen se ofreció a traerme a casa, ya está oscuro para venir hasta aquí sin compañía— decía Renée. —¿Dónde está vuestro padre?— preguntó.

— ¿No fue contigo mamá?— preguntó Lauren.

—Regresó hace rato, seguramente está en casa de los Weber— rezongó Renée.
— ¿Cómo sigue Rose?— preguntó Bella.
—El dolor ha disminuido, el médico dice que en dos o tres días ya podrá caminar como si nada— repuso Edward.
—Bella, hija, Rose necesitará ropa y sus artículos de limpieza, estos días la acompañaras en lo que regresa a casa, ¡Anda ve por una maleta para que puedas ir a hacerle compañía!— sonrió la señora Swan ante la mirada sonriente de sus hijas menores, sin embargo Bella se sentía mortificada, era obvio que su madre tenía especial interés en que Rosalie se quede en la casa de los MacCarty. Con motivos muy mezquinos. ¿Qué dirían los amigos y la gente del pueblo? Que las Swan están cazando millonarios. Estos pensamientos molestaban a Bella.
—Con permiso, ahora vuelvo— dijo muy seria Bella.

La señora Swan estaba aprovechando la oportunidad, tal vez así alguna de sus dos hijas mayores, pudiese conquistar el corazón de aquellos hombres, que aparte de guapos, tenían dinero. Ya se imaginaba veraneando en Hawai o en Bora Bora, de compras en Los Ángeles o en París. Mientras sus hijas vestidas de seda dirigían enormes mansiones y vestían de diseñador. Incluso esa suerte ayudaría a las menores a casarse bien, con otros millonarios y no con esos muchachitos pobretones de Forks.

—Listo ¡he terminado!— anuncio Bella bajando con dos pequeñas maletas. Edward se apresuró a tomar el equipaje.

—Fue un gusto haberla acompañado señora Swan, con permiso señoritas y buenas noches— se despidió.

— ¡Buenas noche señor Cullen!— respondieron a coro Jessica y Lauren.

Bella y Edward iniciaron el viaje, a principio el silencio invadía el coche, hasta que Bella pudo decir aquello que la aquejaba.

— ¿Va a estar mucho tiempo en la casa del señor McCarty?—pregunto en un susurro.

—Mañana parto temprano, tengo que resolver unos pendientes.

— ¡Oh!— es lo único que pudo responder.

— Regreso para el baile del sábado, he escuchado que se pondrá muy interesante.

—Sí, algunas chicas están emocionadas por la llegada de los soldados, mis hermanitas han conocido a dos de ellos, un tal Jacob y James.

Al escuchar el nombre de James, la mirada de Edward se tornó seria y confusa.

— ¿Los conoce?—pregunto con curiosidad Edward.

—Aún no, pero seguramente que estarán en el baile y mis hermanas van a presentármelos.
Cuando llegaron a la casa, Bella se apresuró a preguntar por su hermana lo que no permitió tener una conversación con Edward.

—Que descanse Bella— se despidió Cullen.

—Igualmente y que tenga un buen viaje, lo espero el sábado— sonrió

— Así será— le devolvió la sonrisa.

El ama de llaves dirigió a Bella hasta la habitación donde se encontraba Rose.

Esos días las hermanas se la pasaron platicando ya que no había más que hacer. A Rosalie le traían las comidas a la habitación y Bella permanecía con ella. Rose se participó a su hermana que el cariño que sentía por Emmett McCarty se iba incrementando. Bella la escuchaba feliz, muy dentro de ella reconocía que Edward le provocaba muchas cosas, admiraba su sonrisa, esos preciosos ojos color esmeralda y su caballerosidad pero prefería mantener sus pensamientos en otras cosas. Ya tendrían oportunidad de conversar más.

El viernes Bella y Rose regresaron a su casa. Su padre las recibió con mucho cariño, comentando que esperaba que su madre no tuviera la ocurrencia de enviarlas a otra mansión de millonarios.

—Rose, esta será la última vez ¿Me prestarías un vestido para el baile de mañana?— preguntó Bella.

—Está bien, pero contéstame algo

—¡Vale!— chilló Bella sabiendo que su hermana intentaba sonsacarle algo.

—¿A quién quieres impresionar mañana en el baile? 

—Mañana llega Edward— decidió confesar aunque en un susurro, no era conveniente que alguien más se entere. Sobre todo esas pequeñas y chismosas hermanas menores que tenía.

—Es todo lo que quería saber— Rosalie caminó hasta su guardarropas. —Toma este vestido blanco, te quedará perfecto.

— ¡Gracias! Iré a probármelo— Bella estalló de felicidad.

Ya por fin era sábado, Bella estaba ansiosa aunque trataba de ocultar sus emociones, la sonrisa en su rostro la delataba.

"¿Qué le pasa a Bella?" se preguntaba el señor Swan,

"Que mosquito le pico a la come libros" pensaba Jessica.

El baile era en la noche, así que desde la tarde Bella se preparó, al igual que todas sus hermanas. Se recogió el cabello, maquillarse cada vez le resultaba más fácil, gracias a las tácticas de Rose. Se acomodó el vestido blanco que le quedaba justo al cuerpo. Se miró al espejo y se sintió hermosa.

Nuevamente el señor Swan tenía que lidiar con sus cuatro hijas y su esposa parlanchina para llegar al baile. Para él era un tortura que en Forks se celebre un baile mensual y Renée esté obsesionada en encontrar esposos adinerados para sus hijas.

Cuando llegaron al salón Jessica y Lauren se fueron a buscar a los soldados. Rose platicaba con el señor McCarty quien había estado esperándola. Bella caminaba por el lugar en búsqueda de Ángela, para disimular que estaba ansiosa por ver a Edward.

—¡Buenas noches señorita! ¿Ya no se acuerda de mí?— le dijo al oído alguien. Bella dio un respingo asustada pero al verlo sonrió ampliamente.

—¡¡Jake!!— lo abrazo. —¿Cómo has estado? ¿Dónde? Hace tanto que no sé de ti. ¿Qué no sabes usar el internet?— le reclamó.

—He estado de maravilla, perdona por no comunicarme, no tengo costumbre de usar las redes sociales. Tengo que contarte muchas cosas— le ofreció su brazo. —¿Caminamos?

—¡Claro!— exclamó la jovencita tomándolo gustosa del brazo.

Caminaron por el salón, su amigo militar le contó lo que le había pasado en estos años, desde que se fue hasta que entró al ejército.

— ¿Sabes Bella? Me caso en tres meses, realmente me enamoré, pensar que tenía un crush contigo cuando éramos adolescentes— confesó.

—Me da gusto me da oír eso— decía Bella. – Lo de enamorarte ¿Cómo es posible que yo fuera tu crush? Si éramos amigos, tonto. ¿Cómo se llama ella? Tienes que presentármela.

— Se llama Annie, quizás venga a visitarme uno de estos días. Ten por seguro que la conocerás.

—Espero que seas muy feliz Jake, estoy tan contenta por ti.

— ¿Me concedes esta pieza?— pidió el soldado cuando escuchó que la música comenzaba.

— Con gusto señor Black— respondió Bella sonriendo.

Mientras ellos bailaban Edward Cullen observaba a Bella disfrutando el baile con aquel miliar. "¿Quién será él?" Pensó.

¿Acaso el millonario estaba sintiendo celos de aquel hombre que bailaba con la chica que le robó el corazón?

Cuando terminó la música, Bella y Jacob caminaron por el salón hasta toparse con Edward.

—¡Buenas noches Edward!— saludó la muchacha con una sonrisa. —Le presento a mi amigo Jacob Black.

—¡Buenas noches!— se dijeron ambos, dándose la mano.

— Fue agradable verte de nuevo Bella, te mandare la invitación para mi boda.— le recordó Jacob a punto de marcharse.

— Gracias Jake y ya no desaparezcas— repuso Bella.

—Con permiso— se despidió Jacob.

Edward Cullen se sentía mejor al saber que ese amigo de Bella no sería una amenaza. Ofreció la mano a la joven para dirigirse a la pista de baile y así poder disfrutar todas las piezas del baile que fuesen posibles.

Aquella noche habría sido perfecta, las sonrisas de la mujer que estaba empezando a amar, la agradable música, la alegría de la gente de Forks, si no fuese porque vio a cierto sujeto, platicando con Jessica y Lauren.

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Mil perdones la demora, estaba de duelo, ya saben, Abraham y Glenn, sobre todo el koreano T-T

Gracias por leer

PATITO

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