Prólogo

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Ya no puedo soportarlo más. No se dan una idea de lo frustrante que resulta intentar llegar a un sitio y que por más empeño que le pongas, no puedas conseguirlo.

Y es que hace más de diez minutos que estoy intentando llegar a un cierto lugar de la universidad, donde colgado en el tablón de anuncios se encuentran las calificaciones finales. Sí, aquellas que definen mi aún incierto futuro.

El único problema es que mis piernas parecen no ceder ante mi esfuerzo de aumentar la velocidad. Siento como si estuviesen sumergidas en agua, y parecieran que solo he avanzado como cinco metros en quince minutos.

Necesito llegar a esas esperadas calificaciones a como dé lugar, y no importa si por alguna razón paranormal no puedo conseguirlo, tengo que lograrlo. Así que es entonces que respiro hondo y aumento la velocidad un poco más, a pesar de que me resulta inusualmente imposible hacerlo.

Observo a mí alrededor y caigo en la cuenta de que no he cruzado a ni un alma en lo que va de mi recorrido. A pesar de encontrarme en medio del pasillo repleto de puertas que conducen a aulas, y que a mi izquierda haya ventanas que den al campus, es puramente extraño que no vea a ningún otro estudiante merodeando por aquí. Me siento como si estuviese recorriendo la universidad un domingo por la mañana de manera ilegal.

Es entonces que comienzo a sentir el calor apoderarse de mi cuerpo por agotamiento, justo cuando el profesor Fisher hace su aparición triunfal frente a mí de forma inesperada y tengo que detenerme por puros reflejos.

¿Quién se interpone de tal forma delante de una persona que está corriendo hasta con la última gota de su ser?

Bueno, el profesor Fisher es una buena respuesta.

-Señorita, ¿podría bajar la velocidad? Está en una universidad, ya no es una adolescente hormonal como para trotar por los pasillos de la institución, ¿qué tal si golpea a cualquier otro estudiante?

El profesor Fisher es la primera persona que veo en los pasillos luego de más de quince minutos, pero dejemos que de igual forma prosiga, no sería nada bueno que me retenga por más tiempo.

-Yo comprendo que esté alterada por haber fallado en su examen final, pero no tiene por qué...

Dejo de oír lo que ese hombre está diciendo y me encierro en una frágil burbuja, repitiendo una y otra vez la misma palabra: "Fallado".

Claro que no tiene sentido, eso fue un error.

-Profesor Fisher, yo no he fallado.

-Ah, ¿podrá ser que todavía no ha visto los resultados? –pregunta sorprendido, notando que ha metido la pata hasta el fondo.

Instantáneamente mi respiración se detiene cuando oigo una lamentación de su parte, y me recorre un frío por toda mi espina dorsal. No sé qué es lo que sucede luego, porque todo se pone oscuro ante mis ojos y lo único que siento es un frío abismal.

De repente suena mi móvil con ese sonido tan monótono que vino con el mismo cuando lo compré. Se oye tan fuerte que me aturde y quiero que se detenga.

Así es que mis ojos se vuelven a abrir, pero ya no estoy en el pasillo de la universidad, sino que me encuentro en la sala de mi departamento, recostada en el sofá bajo una capa de apuntes y libros de la universidad.

Excelente, me he quedado dormida mientras estudiaba y he tenido una de mis típicas pesadillas pre-examen. Estupendo.

Y por si te lo estás preguntando, sí, suelo soñar que fallo en mis exámenes cuando se acerca la fecha de realizarlos.

A.E.A.I. [Asociación Que Encuentra Tu Amor Ideal] ©Where stories live. Discover now