—Suficiente, Eisheth.

Suspiré y puse un pie sobre el camino que Belial había creado, justo cuando reconocí la esencia que de pronto comenzó a nublarme los sentidos.

—Dicen que estás muerto.

Levanté la cabeza y miré a Vassago. El demonio estaba frente a nosotros, sin adentrarse en el túnel que había creado Belial y su fría expresión no dejaba entrever ninguna emoción.

—Como verás, no lo estoy.

—Pero tienes un aspecto lamentable. ¿encontraste lo que buscabas?

—Digamos que sí.

—¿Y bien?

—¿Sabes, Vassago? —Belial ladeó la cabeza—. Algunas veces me gustaría saber lo que estás pensando.

—Siempre estoy interesado en el bienestar de este mundo. Es mi deber.

Belial asintió lentamente.

—Ese es el problema —Sonrió—. Nos vamos a menos que tengas intención de detenernos, claro.

Los dos demonios se observaron en silencio y presumiblemente imaginé que su conversación se había vuelto de alguna manera privada cuando Vassago sacudió la cabeza con un elegante movimiento.

—No voy a deteneros. Si dicen que estás muerto, que así sea. Los dos sabemos que si te obligo a permanecer en este mundo, esa muerte será un hecho.

—¿Por qué no vienes con nosotros?

—Yo pertenezco a este lugar.

—Te acabo de explicar que no.

Vassago suspiró, respirando lentamente.

—Es algo que debo comprobar por mí mismo. Además, aunque así sea, no puedo simplemente abandonar este mundo. A diferencia de ti, tengo responsabilidades.

Los dos demonios se miraron desafiantes otra vez y Belial bufó.

—Nos vamos.

Naamah tiró de mí, obligándome a entrar completamente en el camino, pero antes de hacerlo miré a Vassago, buscando una rápida despedida, algo que decir, negándome a marcharme sin hablar con él por última vez, pero aún así me sorprendió que me tendiera una mano y me detuve de golpe.

—Cuando te traje a este mundo dijiste que a cambio me darías cualquier cosa —Su voz era tan aterciopelada que me cortaba la respiración. Asentí débilmente.

—Alis, tenemos que irnos.

Ignoré a Naamah y me solté de ella.

—Lo dije —acepté, acercándome un poco más a Vassago.

—Entonces, demuéstrame el valor de una promesa humana y quédate conmigo, señorita Brooks.

Abrí mucho los ojos, sin reaccionar y escuche como Naamah protestaba infantilmente.

—Alis, tenemos que irnos —lloriqueó, mirando hacia atrás en busca de ayuda.

Giré un momento el cuello para mirar a Belial que nos miraba con una extraña expresión en el rostro. Habían pasado muchas cosas desde que había hecho esa promesa y en ese momento no sabía lo que realmente quería, pero antes de darme cuenta le había tendido la mano y sólo escuché la voz de Belial un segundo, diciendo mi nombre.

—¿Es tu decisión?

No me atreví a girar la cabeza, tal vez no pude. La intensidad de la mirada gris de Vassago era demasiado fuerte para poder desviar la mirada de ellos.

Desire (Silence 2)Where stories live. Discover now