Ella se remueve y sigue durmiendo.

Acerco mis labios a su frente y sigue caliente, incluso diría que algo más que antes.

-Tiene bastante fiebre- digo preocupado
-Desvistela y la tapas con la sábana, igual se le baja la fiebre-

Hago lo que la pelirroja me recomienda y en cuestión de segundos la morena de ojos marrones sigue dormida y se encuentra en ropa interior.









******








Subo en el ascensor con la maleta.

He ido a buscarla mientras Martina dormía.

Entro en el piso y oigo dos voces femeninas.

Me acerco más y reconozco la de mi pareja.

-De verdad, Rena, no puedo ser más feliz ahora mismo-
-A él también se le ve muy enamorado de ti-

Sonrío de manera tonta, pero es verdad.

Cada vez me voy enamorando más de ella.

Me acerco a la habitación que es desde donde estaban hablando y toco la puerta, la cual se encontraba entreabierta ya.

-¿Se puede?- pregunto abriendo la puerta, y ella sonríe

-Anda, ven aqui- extiende sus brazos y hago lo que me pide
-Bueno yo me voy- suelta Renata una pequeña risa y se retira.

Me acerco más a Martina con la intención de besarla pero cuando mis labios están prácticamente encima de los suyos, se aparta y acaban en su mejilla.

-Es que no te quiero contagiar- se excusa avergonzada.

La miro enternecido, me acerco a ella y la beso.

-A mi me da igual que me contagies tu-

Me tumbo con ella y me abraza.







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Han pasado dos días desde que estoy viviendo con Martina.

Alaska y Renata se portan muy bien conmigo, y sus respectivas parejas también.

Martina ha seguido enferma y han empeorado, ha empezado con vómitos.

Con mi hija he hablado y al enterarse de que estaba engañando a su madre con Martina, no se lo tomó nada bien.

Puedo entender que le resulte difícil creerlo ya que Lara es su madre y siempre estará mas unida a ella, pero también tiene que entender que Martina es la mujer a la que amo y la que me hace feliz.

Ahora estamos en la sala de consulta del hospital, esperando a que atiendan a mi pareja.

-Martina Llera- dice una mujer mayor con gafas y su pelo recogido en un moño.

Ambos nos levantamos y la mujer nos indica con un gesto de mano que la sigamos.

Entramos en la consulta de la doctora y nos sentamos.

-Bueno Martina, soy la doctora Ángela Castillo, cuéntame- sonríe
-Pues llevo unos tres días más o menos con mareos, vómitos y algo de fiebre- la doctora va asintiendo mientras teclea rápidamente en su ordenador
-Bien, ¿hay posibilidades de que estés embarazada?- la morena duda por unos segundos
-Yo creo que no-
-Bueno, te haré una serie de pruebas para descartar cosas- la castaña asiente.









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-Ya tengo los resultados de tus análisis- dice la mujer rubia oscura.

Estoy nervioso y ella más todavía.

-No estás embarazada, simplemente se trata de una gripe mal cogida que con unos días de medicamentos y reposo se pasará- le imprime un justificante y con eso, nos despedimos de ella y nos vamos.

Al salir del hospital, nos dirigimos hacia el coche para volver al piso.

-No estoy embarazada- sonríe ampliamente
-Mejor- suelto sin pensar
-¿Por?- me mira con el ceño algo fruncido.

Me suelta la mano, y se cruza de brazos.

Acabo de meter la pata hasta el fondo.

Pensará que no quiero tener hijos con ella y tampoco es así.

-Yo ya tengo a Gaby, pienso que es pronto aún- me excuso y ella parece comprenderme
-Tienes razón-

Vuelve a darme la mano y apoya su cabeza en mi hombro.

Menos mal.

Dieciocho años no son nadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora