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En ese momento le estaba entregando toda la prioridad a mantenerse calmado, porque de ello dependían dos cosas. Una, era el bebé que dormitaba en sus brazos y que podría despertar por su olor si llegaba a estar demasiado asustado o se daba el lujo de sentirse amenazado; no quería que el pequeño Jacob despertara llorando confundido en medio de una discusión. Lo segundo, era por el lazo. La última de sus intenciones era alertar a Louis de lo que estaba pasando en ese momento entre Liam y él. Su alfa no merecía que le añadiera otra carga o perdiera confianza en quien era su amigo y mejor soldado, Harry sabía que los instintos podían destruir incluso una amistad como la de ellos. Además, todo era su culpa: por hablar de más, por ver donde no le llamaban. Debía aprender a afrontar sus propias batallas.

—Creo que estás, de alguna forma, mal interpretando mis palabras, Ser Liam—contestó sin más, encogiendo suavemente los hombros—. Y si te ofendí de alguna forma, entonces me disculpo sinceramente y espero que lo aceptes.

La expresión de Liam no cambió ni un poco, y Harry se recordó que el control lo tenía él, que sólo debía resistir la autoridad que emanaba Liam simplemente con su presencia.

—¿Debo añadir a mi petición que conteste sinceramente?—insistió, resaltando la pronunciación de la última palabra.

Harry frunció un poco las cejas, Ser Liam le estaba hablando como si se tratara de un niño, y con lo que había vivido esa semana, estaba bastante hastiado de que el resto de las personas lo trataran así.

—Entiendo que todos estamos tensos, y que quizá tú, como el comandante que eres, aún no descansas y ves conflicto en todas partes—se defendió, con la voz firme pero sin elevar el tono del todo—. Sólo quería puntualizar lo que dije a esos paganos, que están equivocados, que enamorarse no depende de un lazo necesariamente, y su creencia es absurda. Los betas...

—¿Y usted cómo lo sabría, alteza?—lo interrumpió bruscamente, a lo que Harry hizo una mueca de confusión.

—¿Perdón?

—¿Cómo sabría lo que es enamorarse fuera de un lazo?—repitió, con la postura rígida—. No le permitieron tener cortejos o amistades cuando vivía en Vitrum Maritima, y cuando salió de allí ya estaba prometido. Y luego una marca en el cuello.

Harry bajó la mirada a sus botas, y cambió el peso de un pie al otro mientas pensaba qué responder.

—Leía historias—enseguida se sintió estúpido por decir eso. Porque la historias siempre hablaban del valeroso alfa que salvaba al omega, nunca de los betas que estaban de por medio. Sacudió la cabeza y rectificó creyendo que allí tenía la salida—. Mi hermana es beta, y se casó con lord Abel, es un alfa y...

—También se casó por compromiso—lo cortó—. ¿Piensa responder, entonces?

—Eso no... eso—aquello lo dejó descolocado, Liam jamás le hablaba así. Porque era amable, porque lo respetaba y...—. Puede que seas mi maestro de espadas, y que admire todo el trabajo que haces, Ser Liam—siseó Harry, con la postura muy recta—. Pero soy el consorte de tu príncipe, y no voy a permitir que me hables así.

—Soy totalmente consciente de eso, alteza—la voz del caballero seguía baja y dura—. He edificado una vida sirviendo a la corona. Los príncipes depositan la seguridad de la nación en mí y he volcado años en aprender todo lo necesario para destruir, apartar y aprovecharme de los enemigos de la nación. Todos los interrogatorios los superviso yo, y sus palabras junto al gesto que tuvo al mirarme; tan culpable y claro, me es suficiente para sospechar que estuvo a segundos de hablar de más.

Príncipe. » l.s | YA EN TIENDAS|Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum