—Intenta no hundirnos más si es posible.

Intenté reírme pero comencé a toser.

—Ya puedo moverla.

—Bien, ahora mejor no te muevas.

—¿Cómo planeas salir de aquí?

—Planear. En otras condiciones ni siquiera me encontraría aquí atrapado —Pese al dolor había rabia en su voz. ¿De verdad su abuelo había intentado matarlo?—. He estado pensando en lo que dijo Bael. Ni siquiera le pareció extraño que pudieras acceder a la Memoria pero no esperaba que yo pudiera hacerlo. Dudo que él pueda hacerlo. Como sigo sin magia imagino que ese lugar y el corazón sigue bien... —Belial parecía estar hablando más para sí mismo y yo dejé de escucharlo en el momento que la sangre de algún punto de la cabeza o el cuello de Belial comenzó a caer sobre mí de manera constante.

—Belial.

—... la sangre que corre ahora por tus venas...

—Belial.

—...hay cosas que aún sigo sin entender, pero...

—Belial...

—...pero no sé hasta qué punto puede hacerte daño...

—¡Belial, te estás desangrando! ¡Cállate de una vez y haz lo que tengas que hacer! —Belial se calló, clavando sus ojos en los míos finalmente, como si me volviera a ver y permaneció en silencio lo que a mí me pareció una eternidad. Bruscamente me llevé una mano a la cara, limpiándome la sangre de Belial sin apartar la mirada—. Por favor —añadí de pronto sin que el tono que había usado le diera algún significado de súplica—, pero puedes reflexionar, meditar o hacerte una disertación filosófica de mil hojas cuando estés curado o limítate a dejarme atrás. Como bien has dicho, yo no aguantaré mucho si lo que tú estás soportando cae encima de mí pero al menos uno de los dos sobrevivirá.

—Deberías —Belial hizo un quejido de dolor cuando levantó el brazo que tenía apoyado en el suelo, al lado de mi cabeza y mantuvo las piedras sujetas con el hombro y la espalda; deslizó la mano por mi cadera y me puse rígida, viendo apenas la sonrisa burlona que se dibujó en sus labios y me apartó el vestido buscando con los dedos la cicatriz que palpitaba con fuerza en mi costado— ser más consciente del miedo.

Bajó un poco la cabeza, cerrando los ojos y obligándome a sentir su cabello rozándome la piel del rostro, un segundo antes de que hundiera sus dedos en la cicatriz, abriéndola con cuidado. Ahogué un grito de dolor y me revolví inconscientemente pero no duró demasiado. Belial apartó la mano de la herida, levantándola sobre nuestras cabezas y trazó algo sobre mi pecho.

—La magia es este lugar —murmuró tan bajo que casi no pude escuchar sus palabras y levantó la mirada hacia mí, un instante antes de apoyar la mano sobre mi pecho, encima de la marca que acababa de trazar en él—. Tú eres magia.

Todo comenzó a dar vueltas y las piedras únicamente me rozaban mientras sentía como me alejaba. Cerré los ojos y me abracé a Belial, pasando los brazos sobre su cuello, notando la tibieza de la sangre y los abrí de golpe, tambaleándome bruscamente al tratar de pisar terreno firme, pero el dolor en la pierna fue insoportable y caí al suelo antes de buscar algo para poder agarrarme.

—Alis.

—¡Estás herido! —protesté, levantando una mano para que no se acercara—. Preocúpate de ti mismo.

—Necesitamos a Eisheth.

Miré de reojo a Belial que se había llevado una mano al cuello y observaba a su alrededor sin ninguna emoción. Después, giró la cabeza para mirarme y yo aparté los ojos, sin muchas ganas de encontrarme con su mirada en esos momentos y sólo la volví a levantar cuando escuché las pisadas del demonio acercándose a mí.

Desire (Silence 2)Where stories live. Discover now