7. Inocencia perdida

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Pasaron cinco... diez minutos de indecisión.

—Creo que fue suficiente —aceptó Yunho con la intención de irse.

—¡Espera! —Jayden detuvo su mano, luego abrió su puerta y bajó del auto—. Yo... quiero quedarme.

¿Quizás él tenía razón? Debía dejar sus prejuicios a un lado y solo dejarse llevar... Después de todo, era algo que quedaría entre ellos, nadie tenía por qué enterarse.

—¿Aunque pierdas algo muy valioso? —preguntó directamente Yunho—. Porque si entras allí conmigo.... Voy a hacerte el amor de todas las maneras que se me ocurran. Y créeme, soy bastante creativo.

Jayden tragó saliva; pero no se retractó, el solo recuerdo de todo lo que le hizo sentir en la piscina era una tentación demasiado grande. Deseaba volver a sentir todo eso de nuevo.

Cuando entraron a la habitación, Jayden sintió como su cuerpo se despegaba del suelo, Yunho la había levantado entre sus brazos, la dejó sobre la cama y le quitó los zapatos escolares y las medias. Luego se quitó los suyos y se soltó la correa, arrojándola sobre una silla cercana, donde también dejó su camisa.

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Jayden lo observaba desde la cama, Yunho se colocó sobre ella, buscando de inmediato su boca, enredándose ambos en un interminable beso. Se separaban apenas unos segundos para tomar aire y así poder continuar besándose una y otra vez. Las manos de Yunho desabrocharon los botones de la blusita blanca, y con la misma destreza desabrochó su sostén. Jayden intentó quitarse la blusa; pero él la detuvo, quería hacérselo con el uniforme puesto.

Esa era una de sus fantasías.

—No te quites nada —susurró cerca de su oreja, haciéndola estremecer. Su voz ronca y varonil le excitaba. Debía reconocer que todo en él le excitaba, desde sus piernas firmes, sus brazos poderosos, su boca sensual, su lengua, sus manos... Suspiró, cerrando sus ojos mientras él descendía desde su oreja hasta su cuello, para luego apoderarse de uno de sus senos. Cerró los ojos dejándose llevar por aquella placentera sensación. Era un verdadero hombre el que iba a hacerle el amor y eso le excitaba, no era un torpe e inexperto adolescente, sino un hombre experimentado.

Él bajó sus bragas, podía sentir sus dedos rozar los pliegues de su sexo, antes de deslizar estas por sus piernas, para luego arrojarlas junto a su ropa. Ahora no tenía nada debajo de su falda azul de tabletas... Apretó los ojos cuando sintió su lengua cubrir su intimidad con movimientos envolventes. Se le escapó un gemido, el placer fue casi inmediato; pero estaba consciente que aquello era apenas el inicio. Uno de sus pulgares intensificó las sensaciones, lo colocó en la entrada de su sexo al tiempo que su lengua se movía constantemente sobre su clítoris.

—Ahhhhh.... Yunho —gimió su nombre sin siquiera pensarlo, el placer iba en aumento de una forma tan gradual que apenas podía controlarse—. Ahhhh.... Ah...... Así, así...

Movía sus caderas excitándolo, podía verlo en sus ojos, la expresión de su rostro iba transfigurándose, lo vio morder uno de sus labios cuando se alejó para mirarla de lejos.

—No te detengas —suplicó levantando aún más sus caderas.

Yunho volvió a hundir su cabeza en su entrepierna, lamiéndola con ardor, casi como si quisiera devorarla y aquello disparó el placer a un punto inimaginable. Volvió a presionar su pulgar contra su entrada, haciendo que se le escapara un grito para luego dejarse caer sobre la cama, con la mirada perdida por el éxtasis que acababa de experimentar.

Yunho clavó sus ojos en sus pechos, cuanto le gustaban, los masajeó un poco, su respiración seguía agitada.

—Ven aquí —susurró haciendo que Jayden se colocara en cuatro, de espaldas hacia él—. Estás tan empapada...

Sabía que era virgen pero no estaba dentro de sus fantasías irse con paciencia ni delicadeza. Terminó de desvestirse, sentía que su miembro estaba más firme y dispuesto que nunca, casi dolía. Lo tomó con una de sus manos y lo guió hasta los pliegues suaves y húmedos de Jayden, aquello era una delicia... se deslizó por algunos minutos, despertando el deseo en ella nuevamente.

—Yunho... me gusta sentirte.

—Y a mí sentirte a ti... no tienes idea de cuánto me excitas.

Acarició los pliegues de su sexo con el suyo una vez más y sosteniéndola por las caderas entró en ella de una sola estocada, ella jadeó más que por placer por dolor, lo sabía pero eso no le detuvo, salió de ella solo para repetir ese momento una vez más.

—¡Duele! —chilló ella dejando escapar algunas lágrimas.

—No por mucho —dijo Yunho con voz ronca—. No por mucho...

La escena era erótica.

Él con su más de metro ochenta y cuerpo de hombre, penetraba desde atrás a aquella colegiala de rostro angelical, aun vestida con su uniforme. Levantó la falda para poder observar con detalle cada vez que se hundía en su delicado cuerpo. 

—Yunho... —gimió ella de repente y ya no de dolor, pudo notar el placer en el tono de su voz—. Sigue... sigue... que te siento dentro de mi... te siento...

—Y yo te siento a ti... mi amor... yo te siento a ti...

Las estocadas se hicieron tan fuertes y tan rudas que podían escucharse las patas de la cama deslizarse sobre el piso, entremezclando con sus gemidos... porque cada vez que sus cuerpos chocaban uno con el otro el placer iba en aumento... lenta pero progresivamente.

Yunho rodeó su espalda con sus brazos para apretar sus pechos mientras continuaba chocando contra ella, cerró los ojos y frunció el ceño al sentir como iba acercándose al clímax, se iba a derramar dentro de ella y sin ninguna precaución; pero no podía salir, necesitaba llegar hasta el final en su interior, rodeado por las maravillosas y tibias paredes de su sexo. La escuchó gemir con desenfreno y lo supo, se estaba corriendo como él.  

Después de eso se dejaron caer sobre la cama, sobrecogidos y satisfechos. Aunque solo por algunos minutos... porque Yunho no estaba dispuesto a marcharse hasta sentirse completamente saciado de ella y aun habían más cosas que deseaba hacerle y que ella le hiciera. Ella se acercó a su pecho y él la rodeó con sus brazos, dándole un último beso. 

BoA cerró su laptop de golpe, no podía continuar viendo como su esposo tenía sexo con otra mujer. Él había escondido una cámara en la habitación para que ella, desde casa, pudiera ver todo; pero aunque en un punto le pareció excitante ver  a Yunho como el protagonista de una película porno, era humana y los celos afloraron al ver el grado de intimidad que notó entre ellos. 


Fantasías EróticasWhere stories live. Discover now