Capítulo 35

5.7K 581 108
                                    



Habíamos aterrizado en las afueras de un bosque bastante frondoso. No había nadie a la vista, sin embargo sentía que no era seguro. Los soldados salieron por delante preparados para disparar en cualquier momento.

Uno de los soldados observaba un radar, similar al que una vez me prestó  Hurit para poder localizar a June, e hizo algunas señas a su capitán, que asintió al percibir lo que quería decir. Yo no entendí nada, pero por la cara de consternación de Hurit supe que no eran buenas noticias.

 —Hay groods por aquí cerca. Debemos tener precaución.

Todos asintieron, pero yo miré a Dalila y a Styan asustada y éste me devolvió la mirada negando con la cabeza. Él también sabía que sería imposible escapar de ellos, al menos para nosotros.

 —¿Cuántos son?— preguntó Dareh.

 —Unos veinte.

 —¿Qué?— preguntó Styan espantado. 

 —La edificación está a unos cinco kilómetros hacia el sur. Vamos a tener que correr. Sin las armas apropiadas será imposible vencerlos a todos sin sufrir bajas— dijo el soldado que tenía el radar.

—Está bien. Dalila se quedará aquí junto a Stilker, que te protegera a ti y a los que quieran quedarse también— dijo Hurit, esto último mirando a Styan.

—Mira, superman, o lo que seas,— Styan empezó a replicar frente a Hurit, encarándose a él, pues se había dado por aludido. Éste lo miraba impasible—, puede que para vosotros sea fácil eso de correr, pero déjame recordaros que nosotros, los humanos, esos seres con tantas limitaciones producidas por las normas de la física que vosotros, al parecer, no compartís, no poseemos vuestra velocidad y...— harto de sus quejas, Dana lo tomó en brazos y comenzó a correr. Me mordí el labio aguantando la risa. Si en algo conocía a Styan, no llevaría muy bien ser llevado en brazos por una mujer, aunque fuese Naewat.

—Yo también me quedaré— dijo Esaú. —Necesito hacer unos cálculos sobre algo importante.

Miré a Esaú extrañada. Había estado muy silencioso durante el viaje y ahora se quedaba aquí. ¿Qué pasaba con él?

—¡Vamos!— exclamó Hurit dando la orden a su escuadrón. 

Se aproximó a mí con la intención de tomarme en brazos, pero Dareh se le adelantó. Me alzó como si fuera una leve muñeca, sin esfuerzo y del susto, se me escapó un grito. Compartieron unos segundos de intensas miradas tras los cuales comenzaron a correr. No era la primera vez que era llevada por un Naewat, sin embargo nunca dejaría de asombrarme la velocidad que llegaban a alcanzar. 

Volví la vista atrás para asegurarme de que Dalila estaba a salvo. La compuerta de la nave se cerró y emprendió el vuelo.

—¿Estás cómoda?— preguntó Dareh.

—Sí, claro, aunque a este vehículo le falta servicio de comedor— bromeé. Él se rió.

—¡Se acercan los groods!— exclamó un soldado que corría por la retaguardia.

Dareh aceleró el paso hasta alcanzar a Hurit. Éste lo miró entrecerrando los ojos y aceleró más todavía. De nuevo, Dareh intentó ponerse a su altura. ¿Por qué no paraban de competir? No imaginé que entre los Naewat también existiesen las estúpidas competiciones de testosterona.

—Maldita sea, ¿queréis parar ya?— protesté. Entonces miré hacia atrás y entendí el porqué de tanta prisa. A mis espaldas, una jauría de bestias corría hacia nosotros y me aferré con más fuerza al cuello de Dareh. —Está bien. Corred.¡Rápido!

Engel (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora