Capítulo extra: Beelzemon y Renamon

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Hana kanzashi: Los "kanzashi" son ornamentos para el pelo utilizados en peinados tradicionales japoneses. Los "Hana Kanzashi" serían estos ornamentos pero con temáticas de flores y cada uno es diferente dependiendo del mes. Por ejemplo, en marzo usan flores de durazno, narcisos, etc.

— ¡Mira qué bonito le queda!

—El negro que te queda muy bien.

Impmon estaba con la cara apoyada en una de sus manos, con fastidio, mientras sus dos queridos Tamers lo vestían para la ocasión: una linda yukata negra con detalles en rojo. No, no estaba para nada cómodo con eso. El Digimon pudo haber cambiado de parecer luego de todo lo que había vivido, pero hay cosas que no soportaba: y esa, era una de esas.

—Y este adornito... —comentaba la niña de cabello castaño, acercándoselo, lentamente, a una de sus orejas.

Impmon no lo soportó.

— ¡No me pongas flores en la cabeza, Ai! —la muchachita se detuvo en seco.

— ¿Por qué? —se extrañó ella, sin entender. El Digimon violeta se sonrojó.

—Es muy vergonzoso —contestó de brazos cruzados.

Ambos hermanos intercambiaron una mirada de confusión, pero luego esbozaron una sonrisa.

—Entonces te lo regalo y úsalo cómo quieras. Iremos con mamá, ella también nos regaló una yukata para cada uno, ¡vamos a comer mucho en el festival! —declaró Ai y, acompañada de su hermano, salieron de la habitación.

Impmon se quedó viendo el adorno de flores: era en tonalidades blancas y amarillas. Al verlo, se preguntó qué tanto estaría haciendo Renamon y si estaría enterada de ese festival.

Ladeó la cabeza, ¿qué podría importarle a él lo que Renamon hacía?

—Tonta zorra —declaró, sonrojado y con cara fastidio, mientras guardaba el adornito que su Tamer le había regalado.

Empezó a anochecer y la familia de los niños, junto a Impmon, salieron hacia la celebración. El Digimon les dijo que los alcanzaba después, ya que quería que ellos se divirtieran de lo lindo con sus padres. Los hermanos querían divertirse con Impmon también, pero les prometió que se les uniría y comerían muchos dulces. Hasta se prometieron enfrentarse en los juegos.

Vio a los humanos perderse en la entrada del templo. Por otro lado, Impmon se subió a los tejados de las casas y vislumbró el hermoso paisaje que daba el lugar: todo cubierto de luces de colores, puestos alegres y gente divirtiéndose a raudales.

Y luego, una silueta celestial, frente a él, a contra luz, ya que estaba de espaldas a la luna.

—No sabía que te gustaran los festivales.

—Siempre tan fastidiosa.

Renamon se sentó a su lado. Ambos estaban en la cima de un tejado rojizo, contemplando el festival y mirando a los humanos alegres que iban de aquí para allá.

— ¿Tus Tamers te hicieron la yukata? —preguntó la zorra, con curiosidad.

—No molestes, es vergonzoso —todo le parecía "vergonzoso" a Impmon.

En ése silencio, el Digimon de pelaje amarillo sonrió para sus adentros y se dedicó a ver la luna, a contemplarla con majestuosidad. El otro, al verla tan embelesada en ese acto, se perdió en la belleza que ésta reflectaba de la luz lunar.

—Conozco un lugar precioso para ver mejor la luna —Renamon se puso de pie—. Sígueme.

— ¿Por qué tendría que contemplar la luna contigo, eh? —Impmon era tan gracioso cuando fingía que nada le importaba.

Las caras del amorKde žijí příběhy. Začni objevovat