Magia

Parte 2

XXX XX

Contrario a lo que muchos esperaban, el entrenamiento de Anne iba viento en popa. No se podía decir que la mujer mostraba un dominio excepcional de sus nuevos poderes, pero sí que aprendió a controlarlos lo suficiente como para que los desastres que ocurrían a su alrededor se redujesen considerablemente.

Dado que la magia estaba intrínsecamente ligada con las emociones de los usuarios, Anne solía perder el control de la misma con bastante facilidad desde el momento en el que su naturaleza cambió. Ahora, varias semanas después y estando bajo la tutela de Thomas, Margaret y Robert, Anne podía crear hechizos básicos y estar rodeada de personas sin temor a lastimarlos.

Aún así, William no levantaba las restricciones que la pareja Real tenía alrededor. Anne y Luke seguían sin verse, los acompañantes de ambos encargándose de que los caminos de los jóvenes no se cruzasen cuando se movían por los pasillos del Castillo.

Luke honestamente sentía que se estaba volviendo loco.

Esta era la primera vez desde que se habían convertido en pareja, desde que Anne había regresado de la Tierra para quedarse, que se había visto forzosamente separado de su esposa. Era desesperante y lo tenía de mal humor todo el tiempo, a pesar de que la tormenta que habían formado su magia y sus Dones dentro de su pecho desde que Anne había sido convertida en hellaveniana se había calmado.

A pesar de esto, Luke no dejaba de sentir la atracción hacia su esposa cuando regresaba al Castillo cada noche. Luke podía sentir los intentos de la magia de Anne porque él redujese la distancia que los separaba y fuese hacia donde ella se encontraba. Podía sentirla tirando de él, Luke teniendo que resistirse con todo lo que tenía para no hacerle caso y simplemente flotar hacia ella.

Pero sabía que no podía hacerlo, no hasta que William le diese luz verde. El Don de Anne era demasiado peligroso, y sumado al suyo ambos eran como un volcán a punto de erupcionar. Ver la destrucción que ambos habían causado en el bosque mientras se habían dejado llevar por sus pasiones había sido, quizás, lo único que le había hecho aceptar la idea de separarse de Anne por tiempo indefinido.

Recordarlo también le impulsó a aceptar con prontitud los planes del Consejo de ir a diferentes ciudades del Reino a ver el estado en el que se encontraban. Y realmente lo había hecho con la excusa de que si ponía más distancia entre él y Anne, quizás eso los ayudase a ambos a enfocarse mejor en lo que tenían que hacer y no en lo que la magia quería que ellos hicieran.

Sería una salida corta, como mucho una semana, pero Luke tenía fe de que sería tiempo suficiente para calmar las turbulentas aguas que lo rodeaban.

O por lo menos para que Anne fuese capaz de controlar su magia lo suficiente como para que pudiese volver a él. 

XXX XXX

Anne, sentada en el escritorio de Luke, leía los últimos documentos que Luly había dejado frente a ella y que necesitaban que fuesen revisados y firmados. Luke tenía más de un mes que se había ido y gran parte de su trabajo había recaído sobre sus hombros como Reina que era. Anne realmente no se quejaba, sirviéndole el trabajo como distracción (y excusa para escaparse) de sus muchas prácticas y clases sobre magia.

Anne había mejorado bastante, lo suficiente como para que William quitase las restricciones a su alrededor. Ya podía ir a donde quisiera, ya no necesitaba a una escolta a su lado y lo mejor de todo, ya podía acercarse a su esposo. Lástima que éste se encontrase fuera de la ciudad y no tuviese planes de regresar todavía.

En el mismo momento en el que William la había declarado libre, Anne había hecho uso de su nueva magia y había creado una conexión con Luke. El hombre había estado dormido cuando lo había hecho, recostado de lado sobre la cama con una almohada entre sus brazos. Anne había sentido su corazón encogerse y llenarse de afecto al verlo, al notar lo joven y vulnerable que se había visto en esos momentos. Mucho más al ver las profundas y oscuras sombras bajo sus ojos.