—¿Qué...?

La mujer no tuvo tiempo de terminar la frase. Antes de que pudiese proseguir, una mano tiró de ella con brusquedad hacia el interior a la par que la puerta se cerraba sonoramente a sus espaldas.

—Deprisa, no tenemos mucho tiempo.

Conocía aquella voz. Sus ojos trataron de adaptarse a la oscuridad de la celda sin mucho éxito. El hecho de haber estado una semana con luz permanente impedía la rápida respuesta de sus pupilas a la hora de dilatarse.

—¿Umiko? —inquirió en un susurro casi imperceptible.

—Tus compañeros en la sección de informática han manipulado las cámaras para poder sacarte de aquí. Me han asegurado que podremos permanecer tranquilas durante cinco minutos —dijo la aludida a modo de contestación.

—Sí, es el tiempo que tarda el sistema en verificar la seguridad de toda la red.

—Seré breve. La sección de mando me ha obligado a dimitir, así que ya no soy directora de la sección hospital. Tera ha conseguido hacerse con las riendas de absolutamente todo y lo primero que ha ordenado ha sido el análisis genético de todos aquellos que presenten genotipos recesivos.

Valia sintió un escalofrío subiéndole por la espina dorsal. Si la sección de mando terminaba hallando algún tipo de anomalía en aquellos miembros provenientes de Esmira, si conseguían encontrar el gen que había impedido la activación del traje de Mara... Los pocos esmirenses que permanecían ocultos entre los terrícolas acabarían encerrados en los laboratorios de la sección hospital de por vida como simples ratas de laboratorio.

—Tienes que impedirlo —imploró.

—Haré lo que pueda, pero eso no es lo más importante. Las decisiones de Tera están consiguiendo la disgregación de la comunidad del Cubo. Aún no se ha extendido más allá de la sección de mando, pero ya existe un grupo que apoya sus principios. Abogan por el bien común por encima de todo, cueste lo que cueste. Afortunadamente existe un grupo más pequeño que se niega a pasar por alto situaciones o decisiones de moral cuestionable. Pronto tendremos revueltas internas y estas celdas comenzarán a llenarse de insubordinados.

—¿Y qué quieres que haga yo?

Umiko aguardó unos instantes para poder acercarse a Valia y así poder cogerla de ambas manos. Alaine sabía de sobra que se trataba de un gesto estudiado; quería convencerla a través de la empatía.

—Sé quién eres —dijo.

Valia pestañeó, confusa.

—¿Cómo?

—Al menos sé quien no eres —rectificó Umiko—. Sé que salías a la Tierra por una buena razón. Tú nunca has sido una simple informática con cualidades superiores al resto, Valia, tú escondes un as bajo la manga. Te pido que salgas ahí fuera y hagas lo que tengas que hacer para parar esta crisis que se nos echa encima.

Valia reflexionó unos instantes mientras trataba de ordenar sus ideas. Lo primero que le pedía su instinto era salir,  buscar a Mara y mandar a tomar viento al Cubo y a sus problemas internos, pero tuvo que recordarse un par de veces para quién trabajaba realmente y cuáles eran los objetivos por los que había estado luchando desde que pudo alistarse en el F.M.A. De todos los miembros que fueron asignados a la Tierra, tan sólo ella había conseguido sobrevivir y traspasar las puertas dimensionales del Cubo tras el bombardeo, por lo que su trabajo era de vital importancia: debía velar por el bienestar y la estabilidad de todos los supervivientes, tanto terrícolas como esmirenses. Como apoyo, el F.M.A había ordenado a su contacto encontrarse con ella en la Tierra cada cierto tiempo, con el fin de poder comunicarse cara a cara y no atacar siempre el mismo costado del sistema de ciberseguridad del Cubo. A veces engañaba a la red, y otras veces burlaba la seguridad de las puertas dimensionales.

Mara (I)Where stories live. Discover now