Capítulo 22.- Bocazas

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Ida abrió corriendo, estaba muy distinta a como solía ir. Parecía haber dejado los vestidos básicos en el armario, y llevaba un vestido rojo con pliegues en la parte delantera que llegaban a la rodilla y caían libremente por la trasera. Bajo aquella tela llevaba un bordado blanco, con un corsé marrón cobrizo con el mismo acabado. Luke tragó saliva simplemente de ver lo estilizada que tenía la figura, y me di cuenta que normalmente no debía apretarse del todo el corsé.

- Está muy guapa- Me susurró Surina. Asentí, tirando de ella mientras veía cómo Luke le ofrecía su brazo para ir al comedor. Sonreí, admirando su educación.

- ¿Qué tienes pensado para mi, criajo- Bromeó ella.

- Sorpresa- Respondió él, disfrutando el momento. Le gustaba saber cosas que otros no supieran, aunque fuera algo tan simple como eso. Y le encantaba más aún picar a Ida. La mujer se mordió el labio con cierta rabia mientras se dejaba guiar al comedor, completamente vacío.

- ¿Cómo es que estamos solos?

- Supuestamente hay un mantenimiento de la ventilación desde ahora hasta la hora de la cena.- Sonrió. Seguro que ahora le debía una a Daimen. La idea de pensar en Daimen me puso un nudo en el estómago, recé para que no apareciera, no me apetecía estar con él, menos en aquel instante. Sí, seguía evitándole.

Surina me sacó de mis pensamientos para que viera la cara de sorpresa que puso al ver el plato tan elaborado que había preparado Luke. Le habíamos dejado la decoración a él, y se había dedicado a colocar el hojaldre en forma de espiral, con la crema de fresas formando dos flores creciendo poco a poco que, en la parte de arriba, quedaron entrelazadas. Miré fascinada la decoración.

- Creo que escogiste mal a tu hombre, Surina- Bromeé, en voz baja, y recibí un codazo en respuesta.

- No me hagas empezar a hablar.

Saqué la lengua, sonriendo, mientras veíamos a Ida pelear con Luke para comer las milhojas. Sin duda alguna eran como críos, riendo mientras comían. Estuvieron como una hora comiendo, casi sin hablar, mirándose a los ojos y riendo.

- Ha estado delicioso…- Murmuró la joven, mientras Luke volvía a recogerlo todo. Ella lo fue siguiendo.- No sabía que cocinaras también.

Luke se giró, observando a la mujer antes de sonreír y volver en dirección a la cocina.

- Siempre me dedico plenamente en aquello que hago.- Puse los ojos en blanco. A ese chico le encantaba alardear.- Ven, tengo algo que mostrarte.

Corrió a dejar los platos en la cocina, antes de salir a la terraza con ella de la mano, buscando en el cobertizo de las naves de emergencia algo parecido a una tabla de surf. Era metálica, y en la parte trasera tenía un motor de propulsión.

- Me comentaste que te gustaba el riesgo…- Murmuró él.

- Bueno, sí, el riesgo, pero no el suicidio. ¿cómo se maneja esto?

- Creí que, siendo tan lista, podrías averiguarlo sola.- Bromeó él, sacando una tabla similar y tendiéndosela.- Ven, tiene mucha más velocidad que el Lhanda, vamos a bajar al bosque…

Y montó, accionando el sistema con un golpe en una palanca del pie. El motor elevó a Luke y la tabla, quien libró la altura de la barandilla y se quedó en el aire esperando la llegada de Ida. Por suerte la joven pudo mantener el equilibrio, aunque la escuché maldecir varias veces mientras se familiarizaba con los botones y las palancas.

- Es un buen invento- Le comenté a Surina, mientras esperaba la vuelta de Luke.

- Sí, la verdad es que se lo monta muy bien.- Comentó ella.- Es muy detallista. Siempre intenta complacer a la gente.

- Y sabe escuchar, tal vez necesite un empujón, pero comprende rápido los problemas de la gente.

- Dejemos de mirarle con tan buenos ojos, si es así de bueno, es gracias a nosotras- Sonrió Surina, y yo reí. En parte era cierto.

Volvieron entrada la noche, entre risas y picándose entre ellos, volvieron a dejar las cosas en su sitio y entraron al comedor. Surina salió de su ensimismamiento gracias a un codazo por mi parte, y los vimos charlar un rato más en la terraza. Pero estaban lejos, y el viento nos impedía enterarnos bien. Nos acercamos lentamente, notando mejor las manos de Luke apoyadas en la cintura de Ida, mientras ella jugaba con su pelo. Pudimos sentir la calidez de los gestos incluso desde la distancia, mientras parecían hablar de nada, solo reir.

- Lo he pasado genial- Admitió Ida, un tanto cohibida, mientras bajaba la mirada. Luke sonrió.

- Dejé lo mejor para el final…- Dijo, haciendo que la joven alzara la vista para ver el intrincado colgante con forma de loro que le entregaba.- Si giras la cabeza, podrás comunicarte conmigo en cualquier momento.

- ¿En serio?- Ida cogió el colgante de metal, seguramente interesada por el mecanismo que había tras él. Por suerte o por desgracia, era un artículo mágico, que me había costado hechizar, y que si no fuera por no escuchar a Luke suplicarme una vez más, no habría creado.- No sabía que existiera esta tecnología.

- Es que no existe – Entonces me di cuenta que el momento idílico había desaparecido, que la ilusión que sentía por Luke se desvanecía, pues sabía cuáles serían las próximas palabras que escaparían de sus labios.- Es mágico.

Maldije para mis adentro. Surina me sujetaba con fuerza, por suerte, porque me giré tan bruscamente que ni siquiera reparé en ella, y bien podría haber aparecido en medio de la cubierta. Luke se dio cuenta de su error.

- ¡Oh, mierda!- Dijo, intentando arreglarlo. No me dio tiempo a escuchar más, en realidad, tampoco quería.

Lo mejor que podía hacer era hacer mis maletas y escapar de esa nave antes de que vinieran a capturarme.

El Fantasma del LhandaDove le storie prendono vita. Scoprilo ora