Imprevistos

54 3 1
                                    

—Tráeme un poco de agua, niña.–dijo la señora Anne.
—Claro, con permiso.

Me dirigía a la cocina  angustiada, claro. Así decía que se sentía una señora en la televisión, un poco dramática. Tomé el vaso con agua para la señora Anne y volví a la sala.

—Aquí tiene señora Anne..

—Está caliente esta agua niña, no puedes hacer algo bien. –dijo la señora Anne enojada.

—Discúlpeme señora Anne, no me fije.

—Anda, en el refrigerador hay hielo.

—Con permiso.

Otra vez me dirigía a la cocina pero esta vez, me sentía inservible, como siempre. Tomé el hielo y hice lo que debía. Volví a la sala y mis manos temblaban.

—Señora Anne, aquí tiene.

—Ya te puedes ir a tu habitación.

—Esta bien, Señora Anne. –dije bajando la mirada.

Entré a mi habitación, allí era el único lugar donde podía ser yo.  Me senté a orillas de la cama y puse mi vista en la ventana. Desearía poder salir, tan solo algún día, saltar allí afuera, sentir la lluvia.

Miré el espejo y me pregunté ¿acaso tengo un nombre? ¿Cuál sería?.. Tomé mi toalla y caminé hacia el baño, hasta que escuché una voz diferente, era como la de los chicos que pasaban a veces y observaba en mi ventana, pero esta era diferente, me asomé y logré ver un chico, tenía ojos cafés y llevaba en sus manos unas pastillas ¿quién sería? Quería ver más y sin querer caí con todo y cortinas.

—Niña eres tan estúpida, levántate.

—Lo siento mucho, ya me voy.. –Dije sonrojada.

Corrí hacia el baño, cerré la puerta y me senté. ¿Por qué me trata así? ¿No es ni madre? En la televisión las madres dan cariño a sus hijos y les dicen lo mucho que les quieren. ¿Por qué a mi no?

Entré a la bañera y me duché. Lavé mi cara y  fui a mi habitación, me vestía mientras cantaba anuncios, era lo único que sabía.

Inocente SolWhere stories live. Discover now