Capitulo 2

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Capítulo 2

-Dime que no es verdad...

Me reí al ver la cara de Alba al llegar a la puerta donde estábamos a punto de entrar. Si, era verdad. Nos encontrábamos en pleno centro de Madrid, Chueca, el destino que había elegido para esta noche. Y el local uno de los más reconocidos de la zona. Hacía mucho que quería volver, y después de semanas intensas de trabajo en la discográfica donde lo único que hacía era llevar cafés, trasladar papeles de un despacho a otro, y firmar albaranes que llegaban con nuevos instrumentos, me lo merecía. Pensé que al acabar la carrera y hacer el máster me darían, al menos, la oportunidad de leer mis letras o escucharme tocando la guitarra. Pero nada, empecé como becaria, y me ascendieron a secretaria. Y allí estoy, viendo la vida pasar.

-Anda tira, (cogí su mano y tiré de ella) ¡nos lo vamos a pasar muy bien!
-Sí, claro... tu seguro, amiga...

Volví a reírme. Alba siempre acompañándome en mis locuras. Podríamos decir que, al ser hija única, era como mi hermana mayor. Solo nos llevábamos unos meses,  pero era más madura, tenía las cosas claras en la vida, lo que le gustaba y lo que no. Por eso está hoy aquí, conmigo. Hace un par de meses me llamó para decirme que le había salido un buen trabajo aquí en Madrid, no tardé ni un minuto en desmontar el cuarto de al lado lleno de ropa y trastos para que se instalara. Trajo sus maletas, y un par de cajas llenas de libros de sus lugares preferidos. Aquellos que tenía estudiados a la perfección, en especial Tailandia, según ella uno de los paisajes más bonitos del mundo y que, algún día visitaría. De momento, se tendrá que conformar con la ciudad que nunca duerme, su gran vía, el retiro, y todas aquellos lugares que recorría día si y día también rodeada de guiris. Ese era su trabajo, contarle a la gente lo que de verdad no sabían de aquellos lugares, y curiosidades raras como que el Ayuntamiento vació el estanque del retiro, hace ya unos años, y encontró 192 sillas hundidas en él, entre otras cosas. Cuando empezó a estudiar Turismo le pregunté si estaba seguro de aquello, recuerdo que me contestó el sí más rotundo que nadie me ha contestado hasta el momento, me reí, y mira, ahora es ella la que está cumpliendo su sueño, y yo... yo sigo cómo estaba. Algo perdida.
Entramos en el local, la música sonaba, la gente bailaba y se divertía. Me giré y sonreí a Alba, me respondió igual y me siguió a la barra.

-¡Dos gin-tonics!

Pedí las bebías, y a los dos minutos ya brindamos por una gran noche.

-Si ligas, me avisas eh...
-Alba... no he venido a ligar, (me miró levantando una ceja, y reí) He venido a pasármelo bien. A bailar, a distraerme.
-Claaaaro... Por eso estamos en el bar más conocido de Chueca.

Nos quedamos en la barra hasta terminarnos las primera copa, cuando tuvimos la segunda en nuestras manos nos dirigimos a la pista. Ricky Martin nos dio la bienvenida, me reí al ver a Alba emocionada con la canción, nos pusimos a bailar, me di la vuelta moviendo mi cadera, hasta que...

-¡Ostias!

Di un pequeño salto al oír chillar a Alba detrás de mí oreja. Me giré rápido.

-Por favor, que no me haya visto... (Dije cerrando los ojos mientras Alba intentaba relajarme)
-Bueno, quizás no... o quizás...

Abrí los ojos cuando noté que una mano se ponía en mi hombro, me giré con cuidado, no podía creerlo.

-¿Vanesa?

Sonreí, miré sus ojos marrones, su pelo largo y alborotado.

-¡Malú! ¡Cuánto tiempo!

Alba y su locura se pusieron delante de mí. La saludó mientras yo seguía mirándole, no podía moverme, no podía hacer nada.

-¿Qué tal?
-Muy bien... hemos venido a tomar algo. (Me miró) Están por ahí mis amigas, ¿os queréis unir?

Mi amiga contestó por las dos, y nos dirigimos a la parte izquierda del lugar, un poco más apartados de todos, encima de un gran escalón donde se podía ver toda la sala. Ahí estaban un montón de chicas, nos las presentó por encima, mientras Alba se tomaba otra copa de la bebida, que había encima de una mesa, y charlaba tranquilamente con una de ellas.
Yo dejé de beber, no estaba muy cómoda en aquella situación, me senté en uno de los sofás, y cogí el móvil.

-Vaya... no te recordaba aburrida...

Me giré, y vi que Malú se sentaba a mi lado, tan guapa como siempre.

-Ya... Yo, bueno...
-(Se rio) Era broma... ¿Estás bien?
-Sí, algo cansada.
-Cuéntame... ¿Qué hacéis por aquí?
-Nada importante, distraernos un poco de la rutina.
-Eso está bien...

Hacía años que nos habíamos visto, recuerdo la última conversación y aun me duele. Y no entiendo como ella, puede estar aquí, tan tranquila, charlando a mi lado, después de todo. Respiré, y le miré.

-Y.. ¿Vosotras? ¿Algo que celebrar?
-(Sonrió) Si... Algo así... (Bajó su mirada hacia su copa) Me caso.

Y la bomba me estalló en la cara. Y aun tuve suerte de que cogieron a la novia para llevársela a la pista, porque no hubiera sabido que decirle después de aquello. Me dirigí a la mesa, cogí un vaso y me puse un poco de whisky. Un trago largo, que recorrió todo mi cuello quemándolo y superponiendo ese dolor al de mi corazón.

Abrí los ojos, y en mi cama aun recordaba aquellas dos palabras que Malú dejó caer la noche anterior, y como retumbaron en mi cabeza como la música de ese local en mis oídos. Me levanté, y me dirigí al baño. Cogí un poco de agua y me tomé una aspirina. Me lavé la cara y me miré al espejo.

-Te lo mereces... (Me susurré)

Salí cabizbaja hacia la cocina.

-¡Buenos días!

¿De quién es esa voz? Levanté mis ojos, y saludé. Alta, mechas californianas, guapa, ojos marrones... Impresionante. Me acerqué un poco más, y le sonreí.

-Soy Madame (Me dio un par de besos) Perdona la invasión en la cocina... Pero Alba no se ha despertado aun y tengo que irme.

Vaya, vaya, vaya con Alba. Siempre sorprendiéndome. Me reí, me presenté y le dije que no se preocupara. Puse unas tostadas a calentar, y me preparé un poco de zumo, mientras ella se acababa su café. Se marchó a los pocos minutos, dejando una nota para mi amiga.

-Buenos días...

Alba, medio dormida, salió de su habitación. Me la quedé mirando y sonreí.

-No quiero oírte. (Me dijo)
-No voy a decir nada...

Se sentó en el taburete, donde hacia apenas un par de minutos Madame desayunó, cogió el papel que había dejado para ella y sonrió.

-Es muy guapa, amiga...

Me reí cuando noté su mirada fulminante hacia mí. Cogí mi desayuno y me dirigí al sofá. Ella cogió un yogurt y se sentó a mi lado.

-Mira... si no te hubieras ido tan rápido no hubiera pasado todo esto...
-(Sonreí sin ganas) Claro...
-¡Uy! ¿Qué te pasa?
-(La miré) Me fui porque... me enteré de algo...

Hice una pausa mientras untaba mis tostadas, y pensaba una y otra vez en Malú.

-¡Ay chica! (Dijo Alba mientras me quitaba el cuchillo) ¡Cuéntame más!
-(La miré) Se casa.

Tiré la tostada en el plato, y apoyé mi espalda en el sofá. Aun no podía creerlo. Estaba en shock, me giré y vi a mi amiga comiéndose el yogurt tranquilamente.

-¡Joder Alba!
-¿Qué? (Me preguntó mirándome)
-¿Cómo que qué? Te estoy esperando...

Dejó el yogurt a un lado, y se sentó de lado mirándome en el sofá.

-Si esperas que te diga que vaya putada, o que mala suerte, que podría ser diferente... estás muy equivocada.
-Pero...
-No, Vane... Tú lo quisiste así. Tú la dejaste ir. Tú fuiste la cobarde que no quiso compartir su vida con ella. ZNo te lamentes, no te hagas la víctima y no la culpes a ella... Aquí la única culpable de todo esto eres tú.

El pasado nos aguantaWhere stories live. Discover now