—Tengo que estar allí a las once, pero la competición no empezará hasta cerca de la una.

Kun sonrío y en silencio desayunaron juntos. Esa mañana era especial para Kirsten; sus tiempos en atletismo habían mejorado muchísimo y había logrado clasificarse para una competición que se llevaría a cabo en unas horas. Y mientras Kun se quedaba ordenando la cocina, Kirsten se dirigió a la planta superior. Tras tomar algunas prendas fue al baño y entró en la ducha. Al salir el vaho impregnaba la estancia. Se dirigió al espejo, posó su mano sobre él y la movió de un lado para otro, dejando parte del mismo despejado para poder contemplarse. Y antes de desviar la mano sintió algo extraño que le impedía apartarla. Tiró de ella con fuerza, mas no logró nada y al mirar al reflejo vio que ella no estaba allí, sino una criatura de gran tamaño, piel verdosa, gran mandíbula y garras. Una de éstas la tenía sujeta; de nuevo tiró hacia atrás a la vez que un grito de sorpresa brotó de sus labios. En esta ocasión logró alejarse unos centímetros.

—¿Estás bien? —era Xin quien preguntaba—. ¿No te habrás caído?

—¡No! Estoy bien, vete.

—Necesito una ducha, ¿te queda mucho?

Kirsten logró dar un paso más hacia atrás y sorprendida observó que no había nada en el espejo e inevitablemente se preguntaba si se lo habría imaginado. Un nuevo golpe en la puerta le puso los pelos de punta.

—¿Qué quieres, Xin? Vete. Hay muchos otros baños para precisamente querer utilizar este.

—Ya, pero es el único que tiene sauna e hidromasaje. Bueno, qué, ¿te queda mucho?

Sin perder el tiempo tomó un albornoz, se cubrió e hizo frente a Xin.

—Utiliza otro de los baños, la ducha no funciona. Y además, ya no vives aquí, tienes tu propia casa en Lucilia.

—Sí, tengo mi propia casa, muy bonita, pero vivo en un mundo donde la luz no existe, ni ningún otro avance tecnológico. Hay cosas que echo de menos de la Tierra. Joder, no puedo creer que el baño más amplio esté estropeado —murmuró tras chasquear la lengua—. Me apetecía recibir una sauna y que chorros de agua caliente me masajeasen.

—¿No tienes suficiente con las manos de Niara? —bromeó Kirsten.

—Ja, no empieces tan pronto o acabarás por tragarte tus palabras. Y lo he intentado, y Nathair también, pero ha sido difícil convencer a Niara y Aileen. Nuestro mundo les da demasiado miedo y por mucho que le hemos dicho que aquí no hay nada, ni monstruos, ni ninguna amenaza, no hay manera. Temen causar algún daño cuando el ruido de algo desconocido las alarme.

—¡Vaya! Me hubiera gustado que ellas también hubieran venido. Les guste o no, tendrán que acostumbrarse a esta vida o nos acabaremos distanciando.

Xin asintió y siguiendo las indicaciones de su amiga, fue a otro baño. Ella en cambio regresó al interior. Fijó su mirada en el espejo, pero no había nada, todo parecía normal, pero la sensación de que algo le había tocado el brazo seguía muy presente.

Decidió que por el momento no diría nada y se marchó a su habitación para prepararse.

Tras una ducha caliente, Xin se reunió con Kun y Nathair en el salón. El Dra'hi le había relatado al chico lo sucedido esa mañana y el fenómeno del cielo.

—No te comas la cabeza con eso —intervino Xin—. Esta no es nuestra batalla; nosotros ya hicimos nuestra parte, así que no te metas en las luchas que unos y otros tengan en la Tierra.

—Pero... —intervino Nathair—. No suena muy bien, ¿no te parece?

—Escucha pequeñajo —dijo Xin, provocando que Nathair enarcase las cejas y Kun torciera una sonrisa. Tras hacer un gesto, Kun y Nathair se separaron y dejaron espacio para que Xin tomara asiento entre ellos—. ¿Alguien te ayudó cuando el gilipollas de tu hermano te machacaba? No, Nathair, nadie lo hizo, porque esa era tu lucha, tu destino y lo cumplimos. Así que tú —dijo mirando a Kun—, deja de rallarte con las cosas raras que veas, no te metas. Nadie de la gente de la Tierra vino a ayudarnos contra Juraknar y ahora no vamos a mover el culo por ellos.

Almas de la OscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora