Capítulo 29

5.4K 576 160
                                    


—¡No nos está atacando!— grité mientras mi mirada estaba clavada en la ventana, desde donde el monstruo gigante nos observaba. 

Hurit no se detuvo en su escapada, pero tuve tiempo de ver los ojos del monstruo. Unos ojos que no me resultaban desconocidos. Unos ojos que conocía tan bien como los míos propios. No podía ser. Sacudí la cabeza horrorizada. Ninguno de mis sueños me había preparado para lo que acababa de ver.

Llegamos a la azotea del edificio y Hurit me depositó en el suelo tomando mi mano para seguir huyendo y saltando de una azotea a otra. En mi mente quedó grabado el instante en que crucé la mirada con el monstruo. No había duda. Era June.

—¡Detente!— exclamé mientras intentaba soltarme de la mano de Hurit. Él, extrañado por mi comportamiento, obedeció para lanzarme una mirada de confusión.

—¿Qué demonios te pasa? ¡Corre!

—Era June.

—¿Qué? ¿De qué hablas?

—Ese monstruo de antes, era June.

—Estás delirando. Eso es imposible.— Intentó volver a tomar mi mano, pero la aparté.

—¡No! Era ella, lo sé. He visto sus ojos y no me cabe ninguna duda de que era June.

—Mira, Ada, aunque tuvieras razón y por alguna extraña casualidad, ese grood fuera tu amiga June, ella ha dejado de ser June, ¿de acuerdo? Todos los recuerdos de una vida anterior han quedado eclipsados por la rabia y la sed de sangre.  Si en algún momento hubo algo de June ahí dentro, ha desaparecido.

—¡NO!— me negaba a creerle. Yo sabía lo que había visto y las palabras de Hurit no me detendrían. Comencé a correr en dirección contraria, pero justo antes de saltar a la siguiente azotea, él me detuvo abalanzándose sobre mí y cayendo al suelo.

—Queda confirmado. Has perdido la razón. ¿De verdad crees que serías capaz de saltar esa distancia? ¡Son más de diez metros! Sin mi ayuda no lo lograrías nunca.

—Entonces ayúdame a ayudar a June— lo dije con toda la determinación y seguridad que fui capaz de fingir, pero por dentro no era más que un manojo de nervios asustada y temblorosa.

—Ada, esto es una locura. Ese grood nos puede matar de un zarpazo en cuestión de minutos. Eso es lo que ellos hacen. Matar.

—Razón de más para que me ayudes.

Hurit resopló y gruñó de impotencia.

—¡Maldita sea! Eres demasiado testaruda. Pero si tu plan es volver de azotea en azotea para encontrarnos con el grood, lo puedes olvidar. Si quieres hacerlo, lo haremos bien. Espera aquí.

Hurit tomó un pequeño dispositivo que sacó de una cajita que tenía en su cinturón. Lo conectó y lo metió en una pequeña pistola. Se puso en pie y me lanzó una mirada tensa, señalándome con un dedo.

—Repito. No te muevas.

Empezó a saltar de azotea en azotea, corriendo con sigilo. Ciertamente, ellos mismos se habían ganado el apodo de gatos, sin ninguna duda.

Lo perdí de vista y cuando pasaron los minutos y no venía, comencé a impacientarme. Escuché un gruñido a lo lejos y mil ideas raras pasaron por mi cabeza. ¿Qué estaba pasando? Me asomé despacio. ¿Y si le ocurría algo a Hurit? ¿Qué sería de mí? Tenía que admitir que no había pensado con claridad cuando pretendí huir para ir con June. Empecé a sentir un sudor frío y mi respiración empezó a agitarse. Miré alrededor por si tenía que buscar una salida alternativa que no fuese saltar como un gato de azotea en azotea.  No muy lejos de donde yo estaba había una puerta destrozada. Tal vez podía entrar por ahí y llegaría al suelo... 

Engel (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora