iba llevaría a cabo.

Supongo que a los diecisiete años a nadie debe

importarle nada más que pasarla bien junto a

sus amigos, salir a fiestas, embriagarse y quedar

inconsciente en alguna parte de la casa, pero

realmente eso no iba conmigo.

Jamás había tenido muchos amigos. Mi círculo

social se basaba en Harry y Liam, su primo.

Quién había sido transferido a un instituto en el

otro extremo del país.

Ellos dos eran los únicos con quienes tenía un

gran vínculo, y sólo porque nos conocíamos

desde pequeños.

Mamá era la mejor amiga de Anne -la madre de

Harry- desde que estaban en preparatoria.

Anne era como mi tía, y no recuerdo ni una sola

tarde que no haya pasado junto a su hijo en el

jardín trasero de aquella bonita casa.

Harry era definitivamente algo parecido a un

hermano mayor.

Lo adoraba en sus buenos y malos momentos,

pero a veces no soportaba su sobrevalorado

status social.

Él era algo así como el chico deseado que

siempre aparece en las películas juveniles.

No es que me molestase, pero a causa de ello

recibía el odio de la mitad de la población

femenina en la escuela.

La otra mitad simplemente me ignoraba.

Básicamente yo era un cero a la izquierda en

todos los aspectos de la secundaria y así era

feliz.

Nunca he sido partidaria de esos ridículos

intentos por destacar en un mundo de gente que

mayoritariamente me desagrada.

Harry me acompañó hasta mi casillero una vez

que llegamos a la escuela.

Los pasillos poblados de adolescentes,

saludándose, abrazándose y hablando de sus

increíbles vacaciones.

-No me molesta si te alejas de mí mientras

estemos aquí- le avisé viendo acercarse a su

grupo de amigos, como una masa gigante de

testosterona. -Hemos pasado juntos todo el

verano.

Él negó con la cabeza.

-Ya sé que no quieres arruinar mi reputación,

cariño- bromeó divertido y solté un bufido. -No

voy a alejarme de mi mejor amiga jamás- dijo

con voz melosa y apretando mis mejillas

suavemente. Me aparté bruscamente mientras

reía.

-Eres un tonto. Vete ahora antes de que las

miradas tengan poder homicida- le dije

entredientes y riendo. Él miró de reojo al grupo

de chicas a un par de metros, que lo observaban

y cuchicheaban entre ellas.

-Oh, son mis fans, puedo pedirles que no te

asesinen, no te preocupes- me guiñó un ojo y

luego le dio una palmadita a mi hombro. -Nos

vemos en el almuerzo, enana.

Asentí con una mueca y me dediqué a acomodar

los nuevos libros en mi casillero.

La campana sonó y se escucharon quejas y

bufidos.

Todo el mundo se apresuró a sus clases mientras

yo terminaba de anotar mis nuevos horarios en

un pequeño papel autoadhesivo color manzana.

Lo pegué en la cara interna de la puerta y la

cerré.

Easy to love HarryZayn&TuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora