Before

1. Devuelta en Casa

En la actualidad.

5:00 a.m.

El avión aterrizó en las pistas del aeropuerto de Vancouver, Canadá, el viaje había sido largo y cansado y aun tenia otro viaje de aproximadamente dos horas hacia el pueblo de Tofino, el lugar donde había crecido y el cual no había pisado desde hacía ya tres largos años, pero en el momento en que baje del avión, el aire fresco que golpeó en mi rostro me pareció tan familiar que al instante sentí como si nunca hubiese dejado la ciudad que me vio crecer y que me vio marcharme.

Mi rostro mantenía una expresión de cansancio y mis ojos delataban las horas de insomnio que tuve tres días antes de regresar, pero ¿Como no tenerlo? regresar al lugar donde todos esperaban una explicación de mi misteriosa desaparición y donde guardaba montones de recuerdos, buenos y malos.

Como si supieran todo el historial de mi vida, sentía como si todos tuviesen sus ojos puestos en mi y como si cada uno de ellos murmuraran cosas acerca de todo lo que paso, como si me estuviesen juzgando, pero la verdad es que la paranoia que había tenido estos últimos días estaba en su rango máximo por haber vuelto a Canadá y mi mente me jugaba pasadas bastantes difíciles. En el avión escuche claramente como unas ancianas hablaban de mi y sus criticas taladraban mis oído pero al final resulto que la platica de esas dos mujeres de la tercera edad estaba basada en sus nietos y de lo deliciosos que les parecían los roles de canela.

Como dije, mi paranoia estaba al máximo.

Espantando todos esos pensamientos de mi, ahora, revoltosa mente, tome las tres maletas entre mis manos y con dificultad las baje de donde se recogen las maletas. Con cuidado de no hacer demasiado ruido que pudiera atraer la atención de mas de una persona, coloque las dos maletas de llantitas en el suelo resbaloso del aeropuerto mientras la tercera la mantenía en mi antebrazo y mi bolso se mantenía en mi hombro derecho. Con la vista comencé a buscar a la persona la cual me recibiría y la cual no había visto hace un largo tiempo, la tía Stella. Al haberme ido tanto tiempo junto con mi madre, dejamos todo inconcluso aquí, nuestra vieja casa ahora pertenecía a la tía Stella, mi madre dejo su trabajo y consiguió otro en donde habíamos planeado empezar de nuevo, pero mi decisión repentina la tomo por sorpresa a mi madre por lo que ella tendría que quedarse en nuestro actual hogar, fuera de Canadá, aun así no me rendiría y decidí vivir un tiempo con la tía Stella mientras mi madre consiguiera un trabajo estable aquí en Tofino con el cual pudiéramos mantenernos, conseguir un hogar y seguir pagando la escuela en la que ingresaría este mes, aun así, aunque mi madre no estuviera aquí no me dejaría desamparada y me mandaría dinero cada mes para pagar cosas como la universidad entre otras.

El aeropuerto mantenía una temperatura agradable que daba calor a las personas de fuera que parecían paletas congeladas cubiertas por cientos de abrigos y chaquetas. Sin duda era una de las cosas que mas amaba de Canadá, su constante clima fresco, no era muy fanática del calor por lo que me sentía en el cielo en este lugar.

Sin siquiera darme cuenta, una mujer rubia de ojos azules se posiciono a un lado mio logrando hacerme pegar un bote del susto, aun así una enorme sonrisa apareció en mi rostro y no contuve las ganas de abrazarla, después de todo lo que paso ella aun seguía siendo mi única tía y eso nunca cambiaría.

- ¡Tía Stella! - dije mientras la abrazaba, su aroma a vainilla seguía impregnado en ella, tal y como lo recordaba. Siempre me habían gustado las esencias de la tía Stella pero sin duda este era mi favorito, era tan sutil y delicioso que daban ganas de estar todo el tiempo a su lado solo para conservar ese delicioso aroma a vainilla.

- ¡Melissa! Querida - la mujer me aparto con delicadeza y tras haberme tomado de los hombros y haber inspeccionado cada milímetro de mi rostro volvió a hablar - Mirate ¡Estas preciosa! -