3. Deliciosa negociación

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―¡Oh! ―exclamó él, completamente abierto a su coquetería―. Mi nombre es Jung Yunho, mucho gusto. Por lo visto este es un vecindario muy agradable.

―Lo es... mucho más ahora, que contamos con un vecino tan guapo como usted.

Yunho iba a decir algo; pero en ese momento apareció Bo Ah, asiéndose de uno de sus brazos.

―¡Gracias por la bienvenida! ―se unió a la conversación, desde el pórtico había notado como la vecina se comía a su marido con los ojos y decidió marcar territorio―. Mi nombre es Kwon Bo Ah, mi esposo y yo estamos muy complacidos de tener vecinos tan amistosos.

―Nosotros también estamos complacidos de contar con personas tan sofisticadas como ustedes ―dijo Yura con una sonrisa falsa, la nueva vecina no se le hacía nada agradable, ni tan bonita como dijera su hermana. Además, era demasiado bajita para el monumento de hombre que tenía al lado―. Paso mucho tiempo viajando; pero estoy a sus órdenes para lo que necesiten.

Después de eso, regresó a su casa, donde Jayden le esperaba junto a la puerta. 

―¡Tu amiga es una bruja! ―Escuchó replicar a su hermana, apenas atravesó la puerta.

―Ella solo cuidaba lo que es suyo.

―¿Estás de su lado?

―Te dije que era casado y aun así fuiste a coquetearle.

―¿Y notaste que él me correspondió, no?

―Los hombres son así, se sienten halagados cuando una mujer bonita como tú, muestra interés en ellos. Pero eso no significa que quieran una relación con esa persona.

―¡Vaya! ¿Desde cuándo sabes tú mucho de hombres?

―Es solo sentido común.

―Tonterías y la esposa no es tan bonita como dijiste, es bajita.

En casa de los Jung-Kwon, se daba otra discusión.

―¡Ni lo pienses! ―gritó Bo Ah, manoteando frente a su marido, quien untaba un poco de jalea en un pan, antes de llevárselo a la boca. Se hallaban sentados uno frente al otro, tomando el desayuno―. No voy a compartirte con esa ofrecida.

―Pues a mí me parece perfecta.

―¡Claro, porque te gustan sus pechos operados!

―¿Operados? No, creo que eran naturales.

―Yunho, no abuses de mi paciencia, que haya accedido a lo del trío, no quiere decir que tienes luz verde para la infidelidad. Quedamos que yo escogería a la mujer para esta fantasía sexual y definitivamente no será esa descarada que te estaba comiendo con los ojos en el patio.

―Si esta fantasía va a traer problemas entre nosotros, quizás debemos pasarla por alto.

Hubo un momento en que ambos quedaron en silencio, sopesando la posibilidad de saltarse esa fantasía.

―No es necesario ―dijo Bo Ah con firmeza―. Solo debemos encontrar a la mujer adecuada. Y como dije antes, quedamos en que yo tendría la última palabra.

―Pero no apruebas ninguna de las que me han gustado.

―Quizás porque también tiene que agradarme a mí, ¿no? 

―Si depende de que te agrade a ti, entonces mejor pasamos a la siguiente fantasía. Se perfectamente que te gustan demasiado los hombres.

―No los hombres en general ―dijo arrodillándose en el piso de la cocina―. Solo tú... mi amor... sólo tú...

―¡Que rico...! ―jadeó Yunho, al sentir la humedad de su boca, chupando su miembro en toda su extensión.

―Rico estás tú... ―replicó Bo Ah, ayudándose con ambas manos para darle mayor goce―. ¡Delicioso! ―decía relamiéndolo de arriba abajo, desde la punta donde ya se desprendía un líquido salado y viscoso... hasta sus testículos―. ¡Cómo me gustas!

Yunho se sacó el suéter para observar con mayor libertad. Esa mujer pequeñita era toda una máquina de placer, ella levantó la mirada en ese momento, encontrándose con sus ojos mientras envolvía su glande con su lengua, en movimientos circulares, para de repente... engullir todo su miembro casi por completo... subiendo y bajando en una espiral de emociones, de sensaciones inimaginables, dándole el más puro placer, que solo una mamada a mitad de mañana puede otorgar.  

―Lo haces demasiado bien...   

―Eso es porque soy adicta a ti... 

Bo Ah hundió su cabeza en su entrepierna, sorbiéndolo con rapidez, ese era tu toque final.    

―¡Me estoy corriendo! ―gimió Yunho, dándole golpecitos en la cabeza para que se alejara.

Ella levantó su blusa y él, empuñando su miembro, deslizó su mano de arriba abajo, a una velocidad tan vertiginosa, que en medio de expresiones de placer y gemidos ahogados, se derramó sobre ella... observando a su vez, como aquel líquido blancuzco, escurría por sus rosados y delicados pezones.

―¿Me dejarás escoger a la chica?  ―le preguntó Bo Ah con una sonrisa de triunfo. 

―Lo que tú quieras mi amor ―aceptó Yunho, aun preso del estupor―, lo que tú quieras... 

Fantasías EróticasWhere stories live. Discover now