Capitulo 2

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Capítulo 2





Aún continuaba sin poder definir qué era eso que me sucedía, aunque si tuviese que describirlo probablemente habría dicho que, de alguna manera, ella me gustaba. Aunque eso no podía suceder. Claro está.

Conforme pasaban los días en mi cabeza fluctuaban innumerables pensamientos, que debatían entre lo ético y moral y lo que yo deseaba. No podía creer que esto me estuviese sucediendo a mí.

A MÍ.

¿Me estaba gustando una mujer? Yo era una persona como cualquier otra...

Estaba en mi habitación, mirando a mi alrededor, todo parecía normal, pero dentro de mí amenazaba un huracán, imploté.

Me senté sobre la cama, acaricié suavemente el edredón mientras me asombraba de esto que estaba viviendo... me resultaba increíble. Luego de unos momentos agarré mi cabeza entre las manos mientras me recostaba en la penumbra de mi habitación y nuevamente dejé que las preguntas surjan: ¿Qué es lo que me diferencia ahora? ¿Me imaginaba dándole un beso?. El rechazo a ese pensamiento se hizo notar automáticamente, aunque una parte de mi no pudo dejar de sentir el suave cosquilleo que se produjo en mi ombligo... de repente quería eliminar todas las sensaciones de mi cuerpo.

No podía encontrar qué era exactamente lo que me molestaba, pero ahí estaba, esa punzada de no se qué que me impedía disfrutar de las cosquillas en la panza.

Me detestaba por sentir lo que sentía, no era lo que estaba pautado por la sociedad, ni mucho menos. Y yo siempre había cumplido los parámetros de la misma. Esto no tenía ni pies ni cabeza, era algo pasajero. Una ilusión, no podía comprender cómo es que perdía el tiempo haciéndome este tipo de planteos. Debía continuar por el camino que estaba transitando: evitarla en clases, no hablarle. Y hacer lo posible por no mirarla furtivamente.

Pero por otro lado, estaba cansada de alejarme, cuando alguna fuerza extraña me impulsaba por el camino contrario. A veces, en el trabajo, me atacaba alguna fantasía donde la besaba y sentía hasta un poco de repulsión por permitir que esa imagen me agrade. Tenía que evitar ese tipo de pensamientos, aunque no sabía cómo.

Buscaba constantemente distraer mi mente, llamaba a mis amigas pues ellas lograban sacarme de mi encierro, estudiaba con más ahínco, trabajaba más duro, salía más seguido que de costumbre; pero cuando menos lo imaginaba, mi cabeza se daba un respiro y alguna de esas imágenes se colaban por mi mente. Y cada vez que eso sucedía se paralizaba todo a mí alrededor y sentía un vacío en el estómago.

A pesar de los malabares que hacía para no pensarla, cuando estaba cerca de ella me resultaba imposible alejarme. A penas la veía un extraño rubor recorría desde la punta de mis pies hasta la coronilla, por suerte mis compañeras pensaban que aún me sentía un poco tímida por ser la nueva.

Sin planearlo en cada clase estaba a su lado, como si un imán imaginario me atrajera hacia ella sin que yo lo pudiera evitar. Estaba pendiente de ella, de su aroma que se colaba por mi nariz dándole una caricia a mi corazón, o de sus manos que enfatizaban cada una de sus frases...

Podía precisar cada vez que ella posaba sus ojos en mí, y me resultaba cada vez más difícil alejarme.

En mi cabeza había una pelea continua, por un lado estaba el duendecillo que me daba alas para vivir libremente esto que sentía y por otro, estaba el segundo duendecillo, el que me repetía que lo que me pasaba estaba mal.

Si tengo que definir lo que sucedía en mi mente en ese momento, podría haberlo definido con la palabra caos. Un segundo no quería verla y al otro no podía alejarme de ella.

Es imposible. Me repetía mil veces. Esto no me podía estar pasando a mí.Es una ilusión, me decía. Esto que siento no existe, son creaciones de mi mente que está aburrida. Además ¿cuándo me sucedió algo similar? Quizás sólo veía en ella una buena amiga. Nunca me pasó de conectarme con alguien de una forma tan automática, de sentir que la conocía desde hace mucho y quizás era eso lo que estaba sucediendo. Aún debía buscar cómo encajar la parte de las mariposas en la panza, pero seguramente también está relacionado con la amistad.





Un día por fin, decidí que era eso, sólo la veía como una amiga. Y para demostrarlo iba a acercarme a ella, a hablarle directamente. Iba a enfrentar al dragón.

Esperé pacientemente a que finalice la clase, y cuando por fin lo hace me acerco a ella cautelosamente, sin dejar de reprocharme por los nervios que sentía.

–Milah, ¿cómo estás? –pregunto intentando sonar despreocupada mientras ambas nos dirigimos a un costado del salón, donde están conversando las demás chicas.

–Bastante bien, ¿y tú? –contesta alegremente.

–Bien gracias –respondo. Quiero decirle algo más pero Guadalupe, mi mejor amiga, me llama a mis espaldas. Había olvidado por completo que quedamos en encontrarnos a la salida. Las presento a las apuradas sin poder evitar sentirme un poco molesta, quería compartir un poco mas de tiempo con Milah, aún no había demostrado aquello que quería.

Salimos del salón y nos detenemos en la puerta del conservatorio. Me estaba demorando adrede, quería ver a Milah una vez más. Cuando salen todas mis compañeras excepto ella, me excuso con Guada:

–Espérame un momento, he olvidado algo adentro.

–Vamos, apúrate que tengo hambre –me recrimina sobre mis espaldas, pues me he apresurado en entrar.

–Claro –. Grito mientras entro nuevamente al salón de clases.

Busco a Milah desesperadamente, como si mi vida dependiera de ello. De repente estoy un poco ansiosa, pero me calmo al observar que está sentada en uno de los aparatos que usan para gimnasia artística, jugando con su celular. Entro sigilosamente, fingiendo que estoy buscando algo que perdí:

–¿Sucede algo? –pregunta levantando la vista.

–No nada, pensaba que había extraviado algo, pues no lo encuentro en mi bolso, pero posiblemente lo dejé en casa. –digo distraídamente, luego de un momento, y como quien no quiere la cosa, comento: –No sabía que te quedabas, sino te hacía compañía.

Ella me miró asombrada. Pero una sonrisa amistosa se dibujó en su rostro:

–Si. Tenía que hacer un poco de tiempo para volver al trabajo. –Me explica.

–¿Siempre te quedas después de clases? –Me pego mentalmente, no puedo evitar sentirme como una tonta.

–Sólo a veces. Cuando no coinciden mis horarios. Lo que sucede bastante seguido últimamente. –En su cara se vuelve a dibujar una sonrisa, sólo que esta vez es un poco enigmática, como si eso significara algo más.

–Avísame para la próxima. –le digo por fin.

–Cuenta con ello –responde guiñándome un ojo y provocando que a mi se me paralarice el corazón.

Luego de eso mira la hora en su celular y recoge su bolso.

–Ya es tarde –comenta mientras me da un beso en la mejilla, dejándola colorada. Y se va.

–Hasta la próxima –.Dice sobre su hombro.

Y me quedé parada, viendo como se alejaba, mientras en mis oídos resonaban sus palabras, mientras en mi mejilla corría un extraño cosquilleo y mientras me sumergía en el aroma que había dejado.

Sentí un peso en el corazón, unas ganas de llorar que se quedaron ahí, oprimiéndolo. ¿Qué me sucedía?...





Entre AmigasWhere stories live. Discover now