Estaban volviendo a casa después de dos días en los que pasaron un montón de tiempo juntos.

Y ahora, en su camino de regreso, estaban emocionados por seguir planeando y comprando como auténticos desquiciados, todas las cosas que les faltaba del bebe. Ya no era mucho, ya que durante dos meses más o menos, habían estado vaciando las tiendas de todo aquello que más les gustaba. Todo en tonos unisex.

Abriendo uno de los paquetes de sándwich, hizo aquello que siempre hacia. Llevándolo a través del espacio que los separaba, lo puso delante de los labios de Alex, esperando por una de aquellas gigantescas mordidas, en las que engullía la mitad del bocadillo.

Sin apartar los ojos de la carretera, su chico aflojo su mandíbula y mordió. Llevándose una cuarta parte del sándwich, la miro por el rabillo del ojos por un segundo, dándole una sonrisilla de labios sellados. Dándole ella otro mordisco, rebusco con la mano libre las botellas de bebida. Aguantándolas entre medio de sus muslos, rompió el sello, a la espera de que cualquiera de los dos necesitase bajar la comida con un par de tragos de sus correspondientes bebidas.

--¿Dónde quieres ir la próxima semana?

--Hace mucho tiempo que no vemos a Héctor y Anne.

--Si. Ya han pasado unos meses. ¿Te apetecería ir a mi antigua casa?

--Seria genial. Pero no puedes de hacer de papa oso, Alex. Tiene derecho a interactuar con el bebe.

--Ya lo sé. Lo sé. Pero no es fácil. Incluso durante las visitas al médico, tengo ganas de saltar sobre el tipo que te trata.

Mirándolo con sorpresa, sintió como sus ojos se abrían como pelotas ante aquel pedacito de información.

--¿Hablas en serio?

--Si.

--¡Es mi ginecólogo!

Exclamo ella con asombro.

--Por eso mismo.

Gruño él, haciéndola reír.

--Eres imposible.

--¿Qué quieres que haga? No es de mi agrado que otro tipo vea ciertas partes de ti, maldita sea. Eso solo puedo verlo yo.

Mirando hacia abajo, acaricio la curva de su barriga y bajo la voz para hablar con su bebe.

--Papa oso es un poco celoso, ¿Verdad cielo? Es un oso malhumorado y gruñón.

Bromeo ella, escuchando el refunfuño bajo que Alex soltó, sin llegar a entender sus palabras. Riéndose por su comportamiento, soltó una exclamación y se tenso por un momento, mirándose el vientre cuando algo maravilloso ocurrió. Al menos, eso creía. Le prometió contarle cuando lo comenzara a sentir y a decir verdad, ella llevaba dos semanas sintiendo un ligero aleteo en su interior. Sabía que era el bebe, pero no le parecía justo decírselo, más que nada, porque él no podría notarlo. ¡Ahora si podría!

--¿¡Que!? ¿Qué pasa, Itzi? ¿Te duele?

--No... no, no... es...

--¡Habla! ¿Qué pasa?

Desviando sus ojos hacia él, susurro.

--He sentido al bebe.

Los ojos de Alex se ampliaron, llegando a la peligrosa dimensión de un plato, luchaba contra la urgencia de mirar el vientre donde descansaba su hijo y la carretera que tenía por delante. Perdiendo ante la importancia de que el mantuviera sus ojos fijos en el camino, Alex se concedió el deseo de alargar su mano y posarla suavemente sobre su redondeado vientre. Tirando de la camiseta que la cubría, expuso su piel al hombre para hacerle mucho más fácil el contacto.

Mi Soldado; Esperando a...Where stories live. Discover now