Belial también giró los ojos hacía su amigo y los dos demonios se miraron desafiantes hasta que Belial me soltó, volviendo a mirarme con una sonrisa socarrona.

—Me olvidaba de tu príncipe azul —Puse los ojos en blanco, negándome a demostrar la desazón que sentía en esos momentos y observé como Belial miraba a su amigo con una burlona reverencia antes de alejarse y continuar andando—. Alteza...

Por un momento los dos nos quedamos mirando la espalda de Belial hasta que Eisheth comenzó a caminar junto al demonio y aparté la mirada. Vassago también bajó lentamente los ojos hacia mi rostro.

—¿Estás bien, señorita Brooks?

Hice una mueca, cerrando un segundo los ojos pero los abrí rápidamente, comprobando que al menos mi razonamiento era más fácil de controlar con ellos abiertos si tenía que intoxicarme con su esencia.

—¿Podrías de verdad dejar de llamarme así?

—Ya hemos hablado de eso.

Y, por supuesto, mi vergonzosa declaración —sin sentido, por supuesto—, no le había afectado ni un poco —y mucho menos preocupado—. ¿Por qué tenía que ser siempre tan tonta? Si siempre había pensado que enamorarse era una tontería, ahora no sólo lo confirmaba sino que admitía que era el sentimiento más desagradable que una persona podía tener. Comenzaba a ver a mi hermana de otra manera. Con las veces que se había enamorado y desenamorado —con sus respectivos cambios de pareja—, entendía que su sentido común —y el oportuno tornillo—se le hubiera desprendido de su cerebro en el proceso. Eso podía explicar el que se hubiera convertido en una bruja de película.

—Sí, por supuesto —gruñí en voz baja, comenzando a caminar de nuevo, agarrando la tela del vestido para poder caminar.

Odiaba estar vestida así, odiaba estar con aquella frustración en el corazón, sentirme perdida y tener aquella confusión en mi cabeza. Sí, la presencia de Belial ya no era tan electrizante pero aún dolía su indiferencia. ¿Y Vassago? Posiblemente sólo tenía que chasquear los dedos y envolverme un poco más en esa dichosa esencia para que comenzara a saltar si él lo pedía. Era todo tan... desagradable y humillante.... Y encima no sabía ni lo que estaba ocurriendo y por una vez, prefería haber podido exiliarme en mi habitación, en mi mundo, dentro de mi cama donde poder lamentarme de ser tan tonta y refugiar el destrozado y dolorido orgullo. Y no volver a saber de aquellos dos demonios insensibles y...

—Señorita Brooks...

La voz de Vassago me alcanzó como un latigazo a mi espalda y sentí un estremecimiento de pánico antes de girarme con urgencia y miré el hermoso rostro del demonio. ¿Me había leído la mente? No.. No había sentido nada... ¿no?

—No quiero oírlo —dije precipitadamente, levantando una mano frente al demonio—. Posiblemente es todo una confusión y dado que yo soy humana habrá alguna explicación... científica... —¿Qué estaba diciendo? Desvié lentamente la mirada hacia una de las pequeñas lagunas— a lo ocurrido. Además, no te lo tomes a mal, pero ese tema de las esencias me parece una chorrada —Vi de reojo y con aprensión como Vassago alzaba sin emoción una de las cejas, ajustándose en el brazo la chaqueta que hacia un momento había llevado puesta—. ¿Alguien se enamora por notar esas cosas? —No, no era así el proceso pero hasta yo había comenzado a sentir esa pequeña nota de histeria incontrolable en la voz. Puse los ojos en blanco—. No creerás en esas cosas, ¿verdad? —Hice un nuevo movimiento con la mano que seguía alzada frente al demonio quien aún me observaba en silencio—. Asi que no vayamos a malinterpretar lo ocurrido. Tu mismo lo dijiste. Eso fue solo... —Fue solo, ¿qué? Intenté pensar rápidamente pero la mente se me había quedado completamente en blanco y noté como comenzaba a sentir un desagradable calor por la cara.

Desire (Silence 2)Where stories live. Discover now