Capítulo 11

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¿Jamás has tenido la sensación de que estás atrapado entre dos cosas de las cuales sabes que, por cualquier camino que elijas, serás lastimado de todos modos? Así se sentía Guillermo en estos momentos.
Después de que Guille se enterara de quién había sido culpable de la casi muerte de Frank, fue a ver a Samuel. Y esta vez era definitivo. Esta vez tenía que enfrentar sus propios demonios y combatirlo.
Había llegado hasta la casa de Samuel, o ya ni siquiera sabia si realmente era de él. Entró, la puerta estaba abierta, como si Samuel lo estuviera esperando.
—¿Hola? —fué lo único que dijo. Pero nadie contestó.
Caminó por el corredor principal, luego siguió hasta su habitación. La casa de por si tenía poca luz, y empezaba a salir una niebla de la nada, como si el lugar estuviera maldito.
La habitación en donde se suponía que Samuel dormía, y lo sabía porque ya había estado ahí, había tenido sexo ahí con Samuel, sexo del bueno.
Dios mío, recuerdo su polla, pensó Guille, su gran gran polla.
No había nada inusual en la habitación, excepto por la niebla, claro está. La gran ventana de daba hacia el patio trasero estaba abierta.
—Seguro saliste volando por aquí —susurró Guille. Luego rió ante lo que dijo.
Fuente entonces cuando vio la pequeña puerta al lado de la ventana, Guille entró por ahí, y al entrar se sintió como Alicia entrando al País de las Maravillas. Pero no fue las maravillas lo que encontró, ojalá hubiera sido eso, pero no.
Al entrar las paredes estaba manchadas de sangre coagulada, con un gran pentagrama chorreante. El nombre de cada uno estaba ahí Frank en primer lugar, luego Miguel, Lana, Luzu, Alex, Rubén y a lo último Guille.
Pero lo que Guillermo notó fue que el nombre de Frank estaba tachado, al igual que el de Miguel, y si Samuel había torturado a Frank, eso significaba que Miguel igual.
—No —musitó. Guille corrió a toda prisa, saliendo de la enorme casa.
Lo primero que pensó fue en ir a ver a Rubén. Aún no se lo habían dicho ellos pero, Guille ya notana que Rubén y Miguel eran pareja, lo sabia desde aquella noche que los encontró besándose.
Guillermo condujo hasta la casa de Rubén en su camioneta Van.
Se bajó a toda prisa, deseando que Mangel estuviera ahí, que fuera el quien abriera la puerta. Pero no fue así, más bien, fue Rubén quién abrió.
—Hola Guille, ¿qué haces aquí? —dijo Rubén.
—¿Dónde está Mangel? —preguntó apresurado.
—Ha ido por la cena, ¿está todo bien?
De pronto, Guillermo le entró una desesperación. No sabía como explicarle que era lo que estaba sucediendo. Frank y Guille eran los únicos que sabían realmente que estaba pasando en el pueblo de Jerusalem's Lot.
—Sube conmigo a la camioneta —le dijo Guille.
—¿Qué es lo que sucede?
—Te lo explicaré en el camino.
Así pues, mientras Guillermo conducía hacia donde se encontraba Mangel, rezando porque él estuviera bien. Guille le iba explicando lo que estaba sucediendo en Salem's Lot, quién era Samuel y lo que pensaban que era.
Para cuando ya casi estaban llegando, Rubén también estaba rezando, porque aunque el fuera gay Dios no hace acepción de personas.
De pronto aquella niebla empezó a surgir de nuevo, y estaban en un bosque, ya a las afueras de Salem's Lot, porque el pequeño pueblo no tenía bosque más que a las afueras.
Un grito se escuchó a lo lejos, luego un rugido, después otro grito más.
—Es Mangel —dijo Rubén a punto del llanto—. Dios mío, algo lo está matando.
—Rápido, hay que seguir los gritos.
Corrieron y los gritos se hacían más intensos, y con ellos la niebla.
—Ahí está —dijo Guille.
Mangel se encontraba acorralado en un árbol, la una cosa negra con enormes alas y ojos rojos (Samuel, por supuesto) lo tenía sujetado del cuello.
—Mang... —gritó Rubén. Pero Guille le tapó la boca.
—¿Estás loco? Va a matarnos si sabe que estamos aquí.
—También lo matará a él si no hacemos algo.
Pero antes de que hicieran algo, la gran cosa negra con alas lo aventó hasta el extremo de otro árbol le arrancó la ropa y lo dejó desnudo.
Sacó de las manos algo parecido a unas garras tipo Wolverine y le arrancó los ojos, Mangel dio un grito y esta cosa le arrancó la lengua igual. Sostuvo el cuerpo a la luz de la luna y lo partió en dos, la sangre cayo sobre el cuerpo de la cosa negra.
—¡Noooo! —gritó Rubén. Aquella cosa los miró con sus intimidantes ojos rojos.
—¡Corre, tío, corre! —le dijo Guille.
Se subieron a toda prisa a la Van de Guille.
La camioneta no arrancó, el motor se ahogó, Guille volvió a girar la llave y pasó lo mismo.
—Mierdad, ¿por qué siempre sucede esto en momentos así? —dijo Rubén.
Al tercer intento la Van arrancó y salió disparada de ahí. Aquella cosa los sobre volaba por encima con sus enormes alas. Aterrizó en el techo de la camioneta y por un segundo creyeron estar muertos. El bosque parecía sin fin. Enterró las garras en la lamina de la Van, las sacó y volvió a hacer lo mismo.
—De prisa, ya casi llegamos.
Enfrente se veía el letrero de Salem's Lot con su enorme lema DIOS GUARDARÁ MI ENTRADA Y MI SALIDA.
Un vez más, la Van arrancó lo más posible y antes de entrar al pueblo aquella cosa se alejó de ellos.

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Aquí está el otro cap. :) ¿Se acuerdan que les dije que haría otro fic? Pues, ya lo pueden encontrar en mi perfil, se llama El retrato de Guillermo Díaz :)

El misterio de Samuel  «Wigetta»Onde as histórias ganham vida. Descobre agora