DESILUCIONES

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PDV  BELLA

EDWARD se recostó en un árbol y me miró con expresión impasible.

—Está bien, hablemos —dije y sonó más valiente de lo que yo me sentía.

Inspiró profundamente.

—Bella, nos vamos.

Yo también inspiré profundamente. Era una opción aceptable, y pensé que ya

estaba preparada, pero debía preguntarlo:

—¿Por qué ahora? Otro año...

—Bella, ha llegado el momento. De todos modos, ¿cuánto tiempo más podemos

quedarnos en Forks? Carlisle apenas puede pasar por un treintañero y actualmente dice que tiene treinta y tres. Por mucho que queramos, pronto tendremos que

empezar en otro lugar.

Su respuesta me confundió. Había pensado que el asunto de la marcha tenía

que ver con dejar a su familia vivir en paz. ¿Por qué debíamos irnos nosotros si ellos

se marchaban también? Le miré en un intento de entender lo que me quería decir.

Me devolvió la mirada con frialdad.

Con un acceso de náuseas, comprendí que le había malinterpretado.

—Cuando dices nosotros... —susurré.

—Me refiero a mí y a mi familia.

Cada palabra sonó separada y clara.

Sacudí la cabeza de un lado a otro mecánicamente, intentando aclararme.

Esperó sin mostrar ningún signo de impaciencia. Me llevó unos minutos volver a

estar en condiciones de hablar.

—Vale —dije—. Voy contigo.

—No puedes, Bella. El lugar adonde vamos... no es apropiado para ti.

—El sitio apropiado para mí es aquel en el que tú estés.

—No te convengo, Bella.

—No seas ridículo —quise sonar enfadada, pero sólo conseguí parecer

suplicante—. Eres lo mejor que me ha pasado en la vida.

—Mi mundo no es para ti —repuso con tristeza.

—¡Lo que ha ocurrido con Jasper no ha sido nada, EDWARD, nada!

—Tienes razón —concedió él—. Era exactamente lo que se podía esperar.

—¡Lo prometiste! Me prometiste en Phoenix que siempre permanece rías...

—Siempre que fuera bueno para ti —me interrumpió para rectificar me.

—¡No! ¿Esto tiene que ver con mi alma, no? —grité, furiosa, mientras las

palabras explotaban dentro de mí, aunque a pesar de todo seguían sonando como

una súplica—. Carlisle me habló de eso y a mí no me importa, EDWARD. ¡No me

importa! Puedes llevarte mi alma, porque no la quiero sin ti, ¡ya es tuya!

Respiró hondo una vez más y clavó la mirada ausente en el suelo durante un

buen rato. Torció levemente los labios. Cuando levantó los ojos, me parecieron

diferentes, mucho más duros, como si el oro líquido se hubiese congelado y vuelto

sólido.

—Bella, no quiero que me acompañes —pronunció las palabras de forma

Antes De La Luna NuevaWhere stories live. Discover now