Camine por las afueras de los grandes edificios del internado, tenía que pasar por afuera de los salones de ingenierías, artes plásticas, cálculo avanzado y humanidades para por fin llegar a la cafeteria.

Al llegar, entre y me sorprendí al ver menos gente de lo habitual; observé cada mesa hasta que vi a mis amigos en la mesa del fondo. Camine hacia ellos y visualicé un asiento libre entre Christian y Diego, así que me senté ahí.

Conocía a estos chicos prácticamente desde que usabamos pañales, los conozco perfectamente a cada uno de ellos; probablemente ellos fueron la razón por la cual mis padres me dejaron estudiar aquí.

—Hola. —saludé
—Buenos días, Luna. —saludó Carlos

Cada chico tenía una personalidad distinta que los hacía únicos a cada uno de ellos, por ejemplo; Carlos era alto, tez morena y castaño, ojos color chocolate y una sonrisa deslumbrante. Las personas dicen que nos parecemos mucho, demasiado en realidad, por ello es mi hermano de otra madre y mi mejor amigo, en realidad todos lo eran, pero él me ha ayudado bastante con todos mis problemas y decaídas emocionales.

—¿Ese milagro que te levantas temprano? —bromeó Diego; lo miré y le dediqué una mirada asesina.
— Siempre me levanto temprano— reproche
— Es broma. — rió —. Mira, te traje tostadas de mermelada de fresa con mantequilla de maní y un jugo de frutos rojos. — me dio una bandeja con lo antes ya mencionado.
—Ay, Diego, gracias. — tome de los hombros a mi amigo y le di un abrazo, para después tomar la bandeja y empezar a desayunar.

Diego era esa clase de persona con la que podías hablar por horas y horas y no aburrirte, además, era un amor de persona. Podría decir que es el más alto de nuestro grupo; cabello negro, tez blanca y ojos marrones. Todo un caballero a la hora de conquistar chicas, sin embargo ese título se lo llevaría Francisco.

— En realidad, el abrazo sería para mi, yo fui quien compró el desayuno; Diego solo te lo entregó. — respondió a la defensiva Christian, mi novio
— ¿celoso? — pregunté riendo.
—No, solo se me hace una tremenda injusticia que Diego siendo tu amigo pueda recibir un abrazo solo por entregarte el desayuno; yo en cambio, soy tu novio, el cual te compro el desayuno y ni un abrazo recibo. — respondió con tono triste.

Reí al ver el dramatismo de Christian, algo característico de él y por lo cual nunca me aburriría. Su forma de ser era única y por eso me gusta; algo que me encanta es la manera en cómo puede llegar a dramatizar todo.

— Ya ven, no seas dramas. — reí para después darle un pequeño beso en los labios.
—Te encanta que sea dramático. — sonrió ligeramente para después volverme a dar otro pequeño beso. Sin embargo, alguien lo interrumpió.
—¡Agh! —se quejó asqueado Francisco —. ¿Saben? Es algo incómodo estar aquí soltero mientras que ustedes se tragan.

Francisco era otro de mis mejores amigos, el chico que obtenía a la chica que él quisiera; sin embargo, no es el típico fuck boy que solo esta con las chicas por una noche y luego las bota. Francisco si tenía sentimientos y tenía algo serio con las personas, usa su cabello como arma para ligar ya que los chinos "atraen a las chicas" y no lo negaré, soy tremenda fan de su cabello chino y esponjado.

—No estés reprochando Cuenya, ¿Te recuerdo a Sandy? —empezó Christian.
—Sandy. —suspiró—. La amaba pero, me fue infiel, todavía recuerdo cuando... — lo interrumpimos.
Caminabamos juntos por el bosque. — imitamos su voz y reímos.

Sandy era una de mis mejores amigas y novia de uno de mis mejores amigos. Ella estudiaba con nosotros.
Francisco se enamoró de ella desde que la vio, así que se podría decir que fue amor a primera vista.

Francisco le pidió una cita y ella aceptó. Justo así empezaron hasta que Francisco le pidió que fuera su novia y ella aceptó por igual. Desde ese entonces siempre iban al bosque y eran la pareja perfecta, sin embargo, no todo es perfecto.

Francisco iba a visitar a Sandy a su habitación, él entro y encontró a Sandy follando con alguien más; desde ese entonces Francisco terminó con ella, ella se fue del internado y no se supo nada mas de Sandy.
Desde entonces Francisco solo recuerda cuando caminaban juntos por el bosque.

Algo cliché si me lo preguntan.

— Hola chicos. — llegó Andrés agitado y con la respiración entre cortada.
— ¿estás bien? ¿Qué te pasó? — pregunté entre risas.
— Olvide poner mi alarma y creí que se me hacía tarde. — respondió —. Uh, jugo de frutos rojos. — miró mi jugo y sin previo aviso lo tomo y se lo bebió —. Sangre fresca, lo que necesitaba. — sonrió.

Esperen, dijo... ¿sangre? ¿Pero qué rayos?

— ¿sangre? — pregunté confundida ya que yo había estado tomando ese jugo previamente.

Andrés miró a los chicos con terror y todos me miraron para después mirarlo a él, convirtiendo todo esto en un juego de miradas.

— Solo bromeó, Luna. Tranquila. — dijo después de unos segundos de silencio que parecieron eternos —. Aquí está tu jugo, puedes probarlo si así quieres. — me dedico una sonrisa y se sentó junto a Diego, observé a ambos y noté como Diego lo golpeaba por debajo de la mesa.

Decidí ignorar lo antes sucedido y concentrarme en ordenar mi itinerario para los exámenes finales. No quería reprobar.

Los chicos empezaron a hablar sobre el partido de fútbol americano que hubo ayer por la noche, Christian decía que era injusto que Washington hubiera ganado pero, Andrés estaba a su contraria.

Su plática me aburría, ya que no era muy fan de los deportes y menos si se trataba de fútbol Américano.
Empece a ver a las personas que llegaban a la cafetería. Giré mi vista hacia las puertas de la cafetería y me encontré con cinco chicos de piel muy blanca, ha decir verdad necesitaban broncearse y mucho.

Los cinco chicos veían con la mirada a todas las personas que estaban sentadas en las mesas de la cafetería, todos eran muy guapos, pero me llamo la atención un chico de cabello pelirrojo.

Por unos minutos sus ojos y los míos hicieron contacto visual. Pude ver un cambio drástico en el color de su ojos, cuando empece a ver sus ojos eran color avellana, hasta que cambiaron a un verde-azulado, así que desvié la mirada hacia Andrés

—Oye Andrés, ¿Quiénes son?—apunte con la barbilla a los chicos.

Algunas personas preguntaran ¿Por qué le pregunto a Andrés? Pues porque él es demasiado chismoso, se entera de cualquier chisme en el instituto.
Por ejemplo, cuando Cristian y yo empezamos a salir, Andrés fue él primero en saberlo.

—¡Ah!, ellos son los nuevos; el de cabello pelirrojo, delgado, ojos verde-azulado y chaparro es Alonso Villalpando Camarena, él de grandes pestañas, delgado, alto y ojos avellana es José Miguel Canela Rivera pero le gusta que le digan Jos, él de cabello alborotado, delgado, ojos cafés y alto es José Alfredo Pacheco Leyva, mejor conocido como Fredie y su primo es ese de cabello negro, el de peinado de un metro, alto, delgado y ojos cafés el es Alan Omar Leyva Navarro y por último el nalgon —reí por su comentario —, delgado, alto, ojos cafés el es Bryan Kevin Villarreal Mouque. —terminó Andrés.

—Que raro, se imagina las burlas hacia el Brayan Kebin —dijo Francisco y todos reímos.

—Ah pu... —sonó el timbre

Al escuchar el timbre, todos los chicos que estabamos en la cafeteria salimos corriendo a nuestras clases.
Me tocaba Literatura con Andrés, así que nos fuimos juntos.
Salimos de la cafetería y corrimos hacia el salón de Literatura.
Aun no llegaba el maestro así que tome un lugar cerca al gran ventanal que daba justo hacia el bosque.
Sin darme cuenta el director nos estaba hablando.

—¡Buenos días Alumnos! —saludó el director
—¡Buenos días señor director!— dijimos en coro, claro como un típico saludo.
—Les vengo a presentar a lo nuevos estudiantes del internado.—salió un momento al pasillo y regreso con cuatro estudiantes nuevos sin embargo tenían un extraño olor.

Internado de Vampiros y Hombres Lobo [Libro #1]Where stories live. Discover now