—No lo sé, tampoco lo he comparado con nadie —respondió Daniel encogiéndose de hombros.

—Déjame verlo —bromeó Panambí y Daniel se sonrojó mientras le tiraba una almohada.

—¡Loca!, no te dejaré verlo —Panambí se echó a reír.

—Hagamos algo, cerremos los ojos y toquemos, vos podés tocarme aquí —señaló sus pechos—, y yo probaré tocarte allí.

—¿Estás loca? —preguntó Dani aunque la idea le resultaba demasiado tentadora.

Sin más Panambí se paró de la cama e hizo gestos para que él se levantara también. Daniel lo hizo sintiendo que su cuerpo empezaba a responder a aquella actividad prohibida y excitante que su amiga le estaba proponiendo. Se paró frente a ella y la miró, Panambí sonrió y le hizo gestos para decirle que a la cuenta de tres cerraran los ojos y se tocaran.

Con sus dedos marcó el uno, luego el dos y por último el tres. Ella cerró los ojos y Daniel siguió mirándola. Su amiga estaba hablando en serio. Entonces aun sin saber lo que estaba haciendo pero guiado por el calor del momento, movió sus manos a cada uno de los pequeños pechos de Panambí apretándolos entre ellas. Ella hizo lo mismo, sintiendo entre sus dedos el miembro excitado de su mejor amigo. Se quedaron allí un rato, ella movió sus dedos para estudiar mejor sus formas lo que logró encenderlo más aun, él hizo lo mismo haciéndole pequeños e inexpertos masajes.

Abrieron los ojos al mismo tiempo sin dejar de tocarse, se miraron profundamente, se sentían cómplices de una actividad prohibida y excitante, de algo nuevo que les encendía la piel y les disparaba las hormonas. Panambí miró sus labios, quería besarlos, llegar a ellos y que fuera Dani el que colonizara su boca como en sus sueños lo había imaginado. Daniel se acercó instintivamente al verla pasar la lengua por sus labios, el silencio era profundo, pero no necesitaban más sonido que el de sus corazones golpeteando con fuerza en sus pechos. El sonido de la puerta de la entrada principal seguido del de las llaves de Alicia hizo que Daniel reaccionara alejándose de un salto. Panambí tardó en entender pero él le hizo un gesto avisándole que su madre acababa de llegar y que él necesitaba ir al baño.

La niña asintió confundida y se arregló su blusa sentándose en la cama. Alicia ingresó y ella fingió leer un libro que encontró en la mesa de luz de Daniel.

—Hola —le saludó Alicia— ¿Y Dani? —preguntó hablando despacio para que la niña leyera sus labios, Panambí no necesitaba eso pero Alicia siempre lo hacía. La niña señaló el baño y Alicia asintió—. Es hora de dormir —agregó haciendo algunos gestos para indicarle a Panambí que la siguiera para preparar el sofá. La niña se levantó y caminó tras ella, y juntas arreglaron su cama.

Después de un rato Alicia se despidió dejándola ya acostada y arropada. Panambí amaba que ella la arropara, se sentía como si fuera su propia madre haciéndolo. Luego la vio ingresar a la habitación de Dani seguramente para despedirse y más tarde se perdió en su propia habitación. Esperó un rato a que todo quedara en quietud y luego caminó hasta la habitación de Dani.

—Esperaba que vinieras —dijo Daniel dejándola pasar.

—¿Qué hiciste en el baño? —preguntó Panambí divertida.

—¿Qué pensás? —contestó Daniel sonrojado—. Mi madre podría haberse dado cuenta —suspiró.

—¿Lo hiciste pensando en mi o en Carla? —cuestionó Panambí y Daniel sonrió señalándola sin decir nada, Panambí asintió satisfecha.

—¿Vas a dormir conmigo? —preguntó él haciéndole un espacio en la cama y Panambí sonriente se metió a su lado—. ¿Estás bien? ¿Te hice daño? —preguntó el chico cuando ella lo miró. La niña negó.

—Fue divertido —sonrió y luego se acercó para plantarle un beso en la mejilla después del cual se giró para dormir.

Daniel se sentía confundido, no sabía si lo que hicieron había estado bien o no. Pensaba que no, pero había sido genial, le había encantado sentir entre sus manos los pequeños pechos de su amiga, le había encantado que ella lo tocase y de sólo pensarlo, volvía a sentir su excitación crecer, así que prefirió girarse e intentar dormir. 

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Tu música en mi silencio ©Where stories live. Discover now