Lunes

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Era el verano del 98 cuando ocurrió todo esto. Desde hacía una semana, yo era detective privado. Nadie en la casa lo sabia, excepto la Gertru. Los demás se fueron a pasar el verano a Concón, a comer asados, a jugar baby fútbol, a broncearse en la playa, a mirar los atardeceres y a no hacer nada durante dos meses. A mi me dejaron a cargo de Gertrudis Astudillo, mi nana desde hace quince años que precisamente son todos los que tengo.
Lo de detective privado resultó de u curso por correspondencia e que participamos la Gertru. Durante seis meses estudiamos secretamente, sin decirle a nadie. El curso lo enviaban desde una ciudad de Argentina.
Cuando llegaron los dos diplomas quedamos inmediatamente convertidos en detectives privados. Ése un el momento en que la Gertru se echó para atrás como detective, dijo que tenía muchas cosas que hacer en la casa y que no tenia tiempo para jugar. Para dejarme tranquilo se le ocurrió una idea. Juntamos plata y pagamos un aviso chiquitito en el Diario El Mercurio. " Quique Hache, detective privado. Se buscan personas pérdidas. Se resuelven enigmas ". Así decía el aviso.
Quique Hache soy yo.
Desde hace quince años vivimos en una casa con jardín en Nuñoa, en la calle Juan Moya, una calle tranquila cerca de avenida Grecia. Los vecinos saludan y nos invitan a los cumpleaños en el vecindario. También celebramos juntos cuando gana la selección chilena de fútbol. Un 18 hicimos un asado con los vecinos, cerramos toda la cuadra y preparamos el asado más largo del mundo. Después supimos que el asado con los vecinos lo habían hecho en el sur de Chile y que el de nosotros no era el más largo.

Quique Hache detectiveWhere stories live. Discover now