II

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Durante el entierro del pequeño Samuel, Teresa no dejaba de llorar, todavía tenía las esperanzas de que se recuperaría. Justo cuando estaban echando la tierra sobre el ataúd, Teresa juraba que su hijo aún vivía, decía que escuchaba las palpitaciones venir de su tumba.

Una noche de lluvia mientras Teresa observaba el jardín, en el mismo lugar donde se sentaba Samuel, observó a lo lejos a alguien corriendo por su jardín, saltando y girando por la tierra. Ella corrió por todo el jardín y vio a Samuel allí, riendo, con la misma ropa que lo enterró.

-¡Samuel! -gritó Teresa, rebosante de felicidad-. ¡Sabía que aún vivías! Por favor, perdóname por enterrarte. ¡Vuelve a mi lad...!

Teresa no pudo completar la frase ya que observaba aterrorizada donde se encontraba Samuel. El cuerpo del niño palpitaba con mucha fuerza y por diversas partes. Parecía como si tuviera cientos de corazones en todo el cuerpo y cuyos latidos se podían escuchar desde donde se encontraba parada. Y allí Teresa observó en una de las palpitaciones a unos gusanos largos y gordos que se agitaban y palpitaban con fuerza. Todo el cuerpo de Samuel estaba lleno de ellos y todos palpitaban y se trasladaban dentro y fuera de su piel. El niño miró con una enorme sonrisa el rostro de su madre y corrió fuera del jardín hacia las colinas. 

PALPITACIONES! creepypastaWhere stories live. Discover now