Capitulo 23 (Una esperanza de vida)

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- Tú no entiendes Dani. No sabes la realidad de las cosas… Hay algo que te debo decir y no sé cómo.

- Confía en mí. Anda, dime ¿Qué es lo que te sigue atando a Hache? – animó Daniela.

Babi le contó toda la verdad respecto a Horacio, desde como lo concibieron con Hugo, hasta la forma en que se enteró de la realidad. Daniela la miraba muy sorprendida.

- No lo puedo creer Babi. No puedo creer que hayas hecho eso. ¿Has pensado como la vas a encarar?

- No lo sé Dani. No lo sé. Me siento muy asustada por todo eso. Y lo que más me lastima, es que esa noche en el hotel, Hache me dijo en repetidas oportunidades que aun me amaba, que aun me quería. Nunca lo vi tan enamorado como esa noche, Dani. Y ahora, de la nada viene y me rechaza. No es justo Dani, no es justo. – decía Babi entre lágrimas.

- Babi, es muy justo lo que te pide Hache. El se debe a su familia, no la puede dejar sola en este momento. ¡Ay, hermanita! Solo trata de dejarlo ser. Si quieres te ayudo. Has como yo, que he vivido 21 años sola y he sabido sobrevivir. – dijo Daniela, pero Babi no le creyó nada.

- Sabes que no te creo. No te creo que hayas sobrevivido 21 años sola. Sin casarte será... pero creo que parte de esos 21 años has conocido a alguien y me lo has ocultado, ¿no es así? – dijo Babi.

Daniela se puso nerviosa y siguió bebiendo su café. Su hermana la descubrió. Efectivamente, algo le estaba ocultando y como en su adolescencia, no sabía cómo iba a encarársela.

Por otra parte, Diego seguía intentando recuperarse. Pero pronto algo comenzó a preocuparlo, más allá de su propia salud. Y era la salud de su madre. Gin comenzaba a empeorar con su situación, debido a la leucemia. Poco a poco comenzaba a sentirse más y más débil. A Diego eso le preocupaba, por lo que decidió interesarse en el tema y ver si existía algún tipo de cura para esa enfermedad. Investigando, descubrió que el origen de la leucemia, se debía a una degeneración en las células madre, debido a una degradación en el tejido de la médula ósea. Justamente, uno de los tejidos que más le había costado recuperar luego del accidente: sus huesos. Aun así, decidió ir y jugar sus cartas para poder encontrarle una salvación a su madre, ya que quería que lo vea cuando empiece a caminar. Una vez adoptada esta decisión, decidió llamar a Perla para comunicársela. Diego la citaría esa tarde para verse en la plaza y hasta allí fueron.

- ¿Qué me quieres decir amor? – preguntó Perla cuando se vieron en la plaza.

- Amor, he tomado una decisión muy difícil. Pero quiero que sepas que lo hago por mi madre.

- ¿Cómo dices? ¿Qué pretendes hacer?

- Mi madre sufre leucemia, es una enfermedad que se genera por la degradación de la médula ósea. Y por tal motivo, decidí interrumpir mi rehabilitación para poder donarle parte de mi médula, para que sobreviva. – confesó Diego.

Perla se sorprendió gratamente, pero a la vez no pudo contener las lágrimas

- Es muy noble tu gesto mi amor. ¿Pero eso que significa? ¿Trae algún inconveniente aparejado?

-Quizás complique las cosas con mi rehabilitación, ya que comprometeré seriamente mis huesos. Pero lo que en realidad haré, es que extenderé aun más mi rehabilitación. Todo lo haré por ella. - Respondió Diego.

Perla se emocionó demasiado y abrazó a Diego con mucho amor. Él por otra parte, sentía que con eso no tenía impedimentos para salvar a su madre, por lo que predispuso a poner en marcha y ejecutar su plan.

A la mañana siguiente, fue hacia la Clínica para la entrevista con los médicos. La charla se inició y comenzaron los exámenes. A la tarde, fueron con Gin para que le hagan esos exámenes a ella y ver el grado de compatibilidad. La gran noticia, era que el trasplante se podía dar, pero lo malo era que Diego no podía donar, ya que sushuesos aún no estaban en condiciones de resistir nada. ¿Qué hacer entonces? Diego se sentía impotente, inútil. No podía perdonarse el haberse hecho daño de esa forma, con ese accidente. Ahora, su madre lo necesitaba y él estaba inutilizado en esa silla de ruedas y no podía ayudarla.

Arrumbado, se quedó solo en el pasillo lamentándose el resultado de su plan. Sin embargo, uno de los médicos se acercó a dialogar con él.

- Lamento mucho que no puedas donar, amigo. Es un gesto muy noble de tu parte. – se lamentó el doctor.

- A veces no entiendo, ¿por qué debemos pasar estas cosas?

- Son pruebas amigo. Pruebas que nos pone Dios para probar nuestro temple. Y tú has demostrado tener un temple de acero, al querer donarle tu médula a tu madre, aunque no estes en condiciones.

- No quiero ofenderlo, pero de nada me sirve su consuelo doc.

- Sin embargo, no vine aquí a consolar a nadie.

- ¿Qué necesita? ¿A que vino?

- Vengo a contarte algo que te va a interesar.

- Dígame – respondió Diego interesado.

- No puedes donar tu médula. Sin embargo, existe otro método para poder donar células madre. ¿Lo sabías?

- No – respondió Diego sorprendido - ¿De qué se trata?

- Puedes donar… a través de una simple transfusión de sangre – respondió el doctor

- ¿Cómo? ¿Cómo es posible eso? – preguntó Diego

- Sencillo. Tú donas sangre, nosotros la filtramos, obtenemos las células madre, se las implantamos a tu madre y ya. Sin dolor, sin riesgos y sin comprometer un solo hueso.

- Vaya ¿Así de sencillo? – dijo Diego con un chasquido de dedos.

- Así de sencillo – respondió el doctor - Si tú quieres, podemos sacarte sangre ya.

- ¡A la orden! – gritó Diego. Enseguida fueron al laboratorio, donde se sometió a la extracción de sangre y una vez terminada, fue enviado a casa a descansar. A la tarde, Gin fue llevada y preparada para la transfusión. Antes de ingresar, agradeció a su hijo con un beso y pidió que rece por ella. La transfusión fue todo un éxito y Gin fue enviada de nuevo a casa, donde debió iniciar su rehabilitación.

- Gracias hijo. Has hecho algo impensado por mí. Te agradezco la vida mi pequeño – dijo Gin al llegar a casa.

- Te amo madre. Nunca voy a dejarte sola. Ni yo, ni papá. Ambos te necesitamos con nosotros. Ambos te amamos. – dijo Diego abrazando a su madre.

De esa forma, la familia celebró una nueva oportunidad de vida para Gin. Hugo se sentía muy feliz por el gesto de su hijo. Y más feliz aun estaba, porque iba a poder seguir junto a su amor por un tiempo más.

Por tu amor (3 parte de 3msc)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora