Este poema forma parte del libro “Mi casa se ha vuelto ave” (2011)
MÁS AZUL QUE TODOS LOS CIELOS JUNTOS
I
yo tuve un abuelo
que predicaba su muerte con un violín
por las avenidas de mi infancia
un día
cuando mi cielo estaba más azul que todos los cielos juntos
mi abuelo se cansó de mirar a los pájaros pardos
que solamente él veía con sus ojos de abuelo
la vejez
-esa rabia telúrica de los mortales-
le injertó demasiadas fantasmas a sus ojos
y fue la flecha más inhumana para mi niñez
llevar su nombre bajo la piel no es fácil
despertar cada mañana
sin la bofetada de su voz caliente
es resignarse vivir de rodillas
sin su música
II
hay un calabozo de resignaciones que calcina poco a poco
mis pies y manos
¿qué duda cabe en la fe
cuando Dios nos asigna un punto en el tiempo sin derecho a elegir
siquiera nuestra propia tragedia?
ni hablar
mi abuelo me enseñó a masticar la lluvia de la vida
dormir sobre la lumbre ciencia-fe
aunque la fe
es un volcán en erupción que nos traga
nos desnuda
y nos arroja lejos de sí
me ha dolido la piel estúpida
como si la muerte se anidara en mi boca
como si preparara una nueva envestida desde mi costado
para arremeter contra mi abuelo
tal vez la lluvia de tulipanes que cae en las madrugadas
borre la herida
para no arrastrar al mundo
ni sus templos funerarios
tal vez la mirada de la orquídea más divina
me duerma para no sentir
cuando el paraíso ardiente
se arroje sobre mis costillas
III
abuelo
ya no hay pájaros pardos
se han ido contigo
ya no buscaré la otra cara de la lluvia
ni las ciudades levantadas por los jejenes
ya no hay agua