INTRODUCCIÓN

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—¡¿Qué?!, ¡¿cómo dices?! —pregunté toda preocupada—. En serio mamá, dime que estás de broma, por favor...

   Me levanté de la cómoda silla en la que estaba sentada y de un salto brusco, me puse en pie. Lo cierto era que me encontraba demasiado nerviosa para estarme quieta en un lugar determinado, así que anduve de un lado a otro por toda la habitación, esperando contestación alguna de parte de mis padres, siendo consciente de que no me quitaban el ojo de encima en ningún momento.

     —Lo sentimos Carla, pero las cosas están así...

   —No, no puede ser verdad... Todo esto que me contáis es increíble, ireal... —no paraba de reírme con nerviosismo, mientras intentaba hablar con claridad—. Debo de seguir en coma... —susurré más para mí misma—. Eso es, esto es un sueño... No, no, mejor dicho, ¡una pesadilla! Sí, eso es... ¡Y todo esto es producto de mi imaginación!

   —Carla, tranquilízate —me interrumpió mi padre—. Más quisiéramos nosotros que todo esto fuera una broma, pero no es el caso... Mira, sé que es difícil de asimilar... ¡Ni yo mismo me lo creo aún! —exclamó alzando las manos hacia arriba para luego dejarlas caer fuertemente, golpeándose los costados—. Pero es lo que hay... —soltó un largo y profundo respiro antes de continar—: Sabemos que tienes poco tiempo para hacerte a la idea y asimilar todo esta nueva e inquietante información, pero así están las cosas y no podemos hacer nada al respecto para cambiarlas, así que... Acéptalo cariño.

   Su voz demostraba tristeza, las facciones de su cara eran más rudas que de costumbre y tenía un semblante muy serio, lleno de preocupación. Parecía mucho más mayor que cuando lo había visto esa misma mañana en el hospital. Sin duda alguna, era el efecto que causaban las malas noticias al ser rebeladas.

   Ahora que lo estaba estudiando con mayor detenimiento, me daba cuenta de que hasta su pelo que siempre lo había lucido oscuro, moreno y bien pulcro, también había padecido las consecuencias de su preocupación, ya que lo tenía canoso y desliñado. ¡Si Incluso tenía los hombros caídos de la impotencia que sentía en esos momentos al ver que no podía hacer nada para cambiar el futuro que nos esperaba a todos! Entonces, ya no pude aguantar más, mis lágrimas comenzaron a resbalar sin control alguno por mis sonrojadas mejillas; me sentía desolada, asustada y sólo quería llorar y llorar.

   Mi madre se acercó hasta mi y me abrazó con ternura. Estuvimos así las dos un buen rato, abrazadas y llorando. Sentía sus brazos alrededor mío, dándome consuelo y cariño, pero no lograba calmarme del todo; todavía me encontraba conmocionada por la noticia tan horrible que me acababan de rebelar. No podía darle crédito a lo que me habían contado, sólo hacía menos de ocho horas que había salido de un coma de casi seis meses y según sus declaraciones, todo lo que había conocido en esta vida hasta la fecha de hoy, había cambiado radicalmente y para peor.

   Sentí como de nuevo mi madre me arrastraba suavemente hacia la silla, sentándome con mucho cuidado en ella. Nada más acomodarme sobre el asiento, alcé mi rostro de su hombro y miré a mi alrededor. Lo vi todo borroso ya que mi vista estaba todavía empañada con las lágrimas que acababa de derramar, por eso, con el dorso de una de mis manos, me sequé lo mejor que pude para poder ver mejor.

   Estaba de vuelta en casa hacía apenas una hora y aún no me había detenido a mirar con detenimiento a mi alrededor, por eso deslicé mi vista por el lugar y fue cuando me di cuenta de que, apesar de los acontecimientos sucedidos en los últimos tiempos, todo parecía estar igual que la última vez que había estado allí: el acogedor salón lucía limpio, con un agradable olor a ambientador de limón -el preferido por mi madre-, y el mobiliario, como siempre, era muy sencillo y básico. Un enorme sofá rinconera de cinco plazas de color crema se encontraba a la derecha, una mesita de cristal y forja en el centro, el mueble de roble para el televisor estaba en la pared de enfrente -junto a la chimenea-, y una gran mesa a juego de seis comensales con sus seis sillas  -yo me encontraba en una de ellas-, que estaban al otro lado de la pared.

   Finalmente, clavé mi vista en mi madre. Se la veía ahora muy demacrada allí arrodillada en el suelo junto a mis pies, no como la había visto esa misma mañana cuando desperté del coma, donde había tenido mejor cara. Ahora que la observaba detenidamente, me daba cuenta de que apenas llevaba maquillaje y eso era muy raro en ella. Desde que tenía memoria, siempre la había recordado muy pintada y bien arreglada. ¡Si hasta tenía falta de tintarse el pelo y no llevaba joyas encima como de costumbre!.

   Bajo mi escrutinio, me di cuenta de que todavía llevaba puesta la misma ropa que había llevado al comienzo del día; un sencillo vestido de verano, de tirantes y de color azul cielo. Ese color le favorecía mucho ya que hacía juego con sus ojos azulados, al igual que los míos. Lo cierto era que las dos nos parecíamos bastante, aunque mi cabello era castaño claro en vez de rubio y yo era considerablemente más alta que ella.

   Adriana -mi madre-, era bajita de estatura, con un cuerpo esbelto y de tez pálida, y hasta hoy, nunca había aparentado los cincuenta años que acababa de cumplir. Y mi padre, de constitución fuerte y alto, también se le veía distinto, pues parecía un ser indefenso y desolado con ese semblante de preocupación dibujado en su rostro.

   Y ahora era él el que no paraba de dar vueltas delante de la rústica chimenea. Sus ojos de un azul cristalino, estaban apagados, ausentes, pensativos. De vez en cuando se pasaba las manos por su despeinada y corta melena, señal de que estaba cavilando, intentando dar con alguna posible solución a lo que se nos avecinaba en breve.

   Sí, todo lo que me rodeaba, a excepción de mis padres, parecía estar igual que siempre. En cambio, la realidad era bien distinta: las cosas habían cambiado de una manera alarmante.

Y todo había comenzado unos meses atrás -cinco meses y medio para ser más exactos-, un sábado noche a mediados de marzo...

Nota: a la derecha, foto de Carla

Saga <<La Era De Los Vampiros>> Libro I: <<Dulce Cautiverio>>Where stories live. Discover now