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Al salir de la escuela siempre recorría el mismo camino de siempre, mi mente lo tenía todo guardado incluso aquel sitio de mal a muerte donde las personas que buscaban un poco de diversión se encontraban, me aterraba pasar por ese lugar ya que las ofertas siempre variaban. A veces me ofrecían droga, otras veces había chicos que por unos cuantos dólares me querían vender su cuerpo. Siempre salía aterrado de ahí y el día de ahora no fue la excepción.

-¡Oye ricitos de oro! –Me comenzaron a gritar de nuevo, pero esta vez la voz sonaba diferente, un poco más chillona pero con cierto toque rudo.

Al voltear la mirada tuve que agachar un poco la cabeza, y alcance a divisar a un chico de baja estatura y unos ojos de color azul cálido, con su mano derecha sostenía un cigarro el cual cada determinado tiempo lo dirigía a su boca.

-¿Vas a mirarme todo el día?

-Lo siento –Escape rápidamente de ese lugar tan espantoso y retome mi camino a casa. Llevaba 5 minutos de retraso y todo por culpa de ese enano forro drogadicto. 

TentacionesWhere stories live. Discover now